La histórica restitución de tierras a la tribu Yurok: un hito ambiental y cultural que redefine el futuro del bosque californiano

Tras más de un siglo de explotación forestal, la tribu Yurok recupera 189 km² de sus tierras ancestrales en el mayor acuerdo de conservación en la historia de California

Una deuda histórica saldada con tierra y dignidad

En el corazón de Humboldt County, al norte de California, una página determinante de la historia ambiental y cultural estadounidense se ha escrito recientemente: los Yurok, una de las tribus indígenas más grandes de California, han recuperado 189 kilómetros cuadrados de sus tierras ancestrales, tras más de 100 años de despojo, explotación forestal y negación de acceso. La noticia fue anunciada como el mayor acuerdo de restitución de tierras con fines de conservación en la historia del estado.

Este logro, fruto de 23 años de trabajo y una colaboración multimillonaria entre la Western Rivers Conservancy y diversas organizaciones medioambientales, no solo representa una restauración de los lazos entre un pueblo y su tierra, sino también una estrategia de defensa del ecosistema ante el cambio climático.

“Desde tiempos inmemoriales, pescamos, cazamos y recolectamos en este territorio. Recuperarlo no es solo un paso hacia la justicia histórica, sino también hacia la sanación del medioambiente y nuestra cultura”, afirmó Barry McCovey Jr., director del Departamento de Pesca de la tribu Yurok, y uno de los motores de esta gesta histórica.

El movimiento "Land Back" y la justicia climática

La devolución de tierras a poblaciones indígenas no es un fenómeno aislado. Forma parte del movimiento global Land Back, un esfuerzo creciente por devolver el control de tierras ancestrales a sus pueblos originarios, ya sea a través de la propiedad directa o la co-gestión de recursos naturales.

En los últimos 10 años, se han devuelto más de 12,000 km² a tribus indígenas en 15 estados de EE.UU. según datos oficiales. Estos procesos han sido posibles gracias a programas federales, fondos privados, créditos fiscales y ventas de bonos de carbono. En este caso específico, el acuerdo incluyó una inversión de $56 millones.

Además de tratarse de un acto de reparación histórica, el enfoque indígena sobre el medioambiente ha sido destacado por su valor ecológico. Diversos estudios respaldan que las tierras gestionadas por pueblos originarios son las más biodiversas y resilientes del planeta frente a desastres naturales y al cambio climático.

Un santuario para el salmón y especies amenazadas

El territorio devuelto incluye zonas críticas como Blue Creek, un afluente vital del otrora pujante río Klamath, que fue en algún momento el tercer río productor de salmón más grande de la costa oeste de Estados Unidos. Hoy, mientras se desmantelan presas que dañaron su flujo natural, el Klamath ve renacer la esperanza de recuperar sus antiguas poblaciones de salmones.

La situación actual es crítica: por tercer año consecutivo, el gobierno ha prohibido la pesca de salmón en este río. “Ahora hay menos de un salmón por cada miembro de la tribu”, lamenta Tiana Williams-Claussen, directora del Departamento de Vida Silvestre Yurok.

Este ecosistema alberga especies en peligro como el búho moteado del norte, la marta de Humboldt, así como osos negros, ciervos y el cada vez más raro salmón coho. Además, es refugio para el murrelet, un ave marina que anida sólo en bosques milenarios.

La selva explotada: cicatrices de la industria maderera

Durante más de un siglo, las tierras Yurok fueron manejadas por compañías madereras que practicaron la tala rasa para la explotación de secuoyas y abetos Douglas. Empresas como la Green Diamond Resource Company aseguran que su gestión fue sostenible; sin embargo, las consecuencias ambientales son evidentes: erosión, sedimentación en arroyos, deforestación y amenaza constante de incendios forestales.

La tala intensiva provocó que los arroyos como Blue Creek se llenaran de sedimentos, haciendo sus aguas más cálidas y poco aptas para peces como el salmón, cuyas crías necesitan agua fría y oxigenada para sobrevivir. Las alcantarillas instaladas en caminos forestales también impidieron el paso de peces migratorios.

“Puede parecer un paisaje verde y saludable, pero en realidad hay bosques jóvenes, densos, propensos a incendios, y apenas uno o dos árboles de crecimiento antiguo en toda la ladera”, explicó Sarah Beesley, bióloga de pesca de la tribu.

Reforestación, restauración y empleo para el pueblo Yurok

Con su nueva soberanía sobre estos territorios, la tribu Yurok ha puesto en marcha un ambicioso plan de restauración ecológica que se extiende por décadas:

  • Reforestación con especies nativas.
  • Uso del fuego controlado como herramienta de manejo forestal.
  • Eliminación de especies invasoras.
  • Creación de hábitats para salmones, ranas y tortugas usando árboles talados como diques naturales.
  • Recuperación de praderas culturales, vitales para la biodiversidad y la recolección tradicional de alimentos y plantas medicinales.

Estas labores no sólo buscan restaurar el hábitat original, sino también ofrecer trabajo a los más de 5,000 miembros de la tribu, fortaleciendo sus lazos culturales. Según el propio McCovey, “quizá yo no vea todos los resultados en mi vida, pero no lo hago por mí. Lo hago por los que vienen detrás”.

El cambio de paradigma: sabiduría tradicional frente al extractivismo

Este regreso no solo transforma la gestión del terreno, sino el mismo concepto de relación con la naturaleza. En palabras de la profesora Beth Rose Middleton Manning, de la Universidad de California en Davis:

“La visión occidental de un bosque como una fuente de madera para vender dista de la visión indígena, donde plantas, animales y personas son parte del mismo sistema del cual todos formamos parte”

La restitución de tierras en territorio Yurok también se alinea con un cambio global en la percepción sobre el papel de los pueblos indígenas en la lucha contra la crisis climática. Hoy, organizaciones conservacionistas, académicos y gobiernos reconocen el valor estratégico de las prácticas ancestrales para una gestión sostenible de la biodiversidad.

Un modelo replicable

La combinación de fondos públicos, créditos de carbono, préstamos y aportes privados utilizados en este acuerdo podría convertirse en un modelo replicable para otros pueblos originarios estadounidenses que aún luchan por recuperar sus tierras. El hecho de que la colaboración haya sido posible entre tribus, ONGs y entidades privadas también demuestra que la conservación y la justicia pueden converger de forma sostenible.

Así, mientras el río Klamath fluye silencioso bajo la niebla costera y los osos exploran sus márgenes, la memoria retorna con la fuerza del salmón remontando sus aguas, y con ella, una oportunidad inigualable para repensar cómo habitamos, conservamos y nos relacionamos con la tierra que compartimos.

Porque en cada árbol, arroyo y pradera que vuelve a las manos Yurok, también se restauran historias, culturas y posibilidades de futuro.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press