El veto de visados entre EE.UU. y Chad: ¿Revanchismo diplomático o principio de reciprocidad?
La última cruzada migratoria de Donald Trump reaviva tensiones con África y pone en jaque la política exterior estadounidense
En un mundo globalizado donde la diplomacia y la migración juegan un papel trascendental en las relaciones internacionales, una nueva ronda de tensiones entre EE.UU. y naciones africanas ha saltado al escenario mundial. La decisión del expresidente Donald Trump de vetar la emisión de visados para ciudadanos de 12 países, siete de ellos africanos, ha desatado un efecto dominó político cuyos ecos resuenan desde Washington hasta N’Djamena.
En respuesta directa a esta medida, el presidente de Chad, Mahamat Idriss Déby, ha anunciado una suspensión recíproca de visados para ciudadanos estadounidenses. “Chad no tiene aviones que ofrecer, ni miles de millones de dólares para regalar, pero Chad tiene dignidad y orgullo”, afirmó el mandatario en una declaración pública en redes sociales, refiriéndose a un jet de lujo obsequiado por la familia real de Catar.
Una política migratoria con sabor a déjà vu
El anuncio realizado el pasado miércoles marca el regreso de una de las propuestas más polémicas del primer mandato de Trump: los vetos migratorios. Esta vez, los países incluidos en la lista son:
- Afganistán
- Myanmar
- Chad
- República del Congo
- Guinea Ecuatorial
- Eritrea
- Haití
- Irán
- Libia
- Somalia
- Sudán
- Yemen
La nueva política migratoria, que entrará en vigor el próximo lunes a las 12:01 a.m., impone una prohibición total de visados a ciudadanos de estas naciones con ciertas exenciones adicionales y restricciones diferenciadas para otros países como Sierra Leona.
Trump justificó la reimposición del veto señalando que estos países mantienen sistemas de vigilancia migratoria "deficientes" y se niegan sistemáticamente a aceptar a los ciudadanos que sobrepasan sus estancias o son deportados desde EE.UU. Sin embargo, los gobiernos africanos afectados han acusado que las medidas se basan en percepciones erróneas o razones poco diplomáticas.
El caso del Congo: error de identidad diplomática
Desde la República del Congo, el gobierno ha tildado la medida como un "malentendido". Thierry Moungalla, portavoz del gobierno, aclaró que la inclusión del país en la lista podría deberse a una confusión relacionada con un incidente armado del cual los perpetradores fueron erróneamente vinculados al Congo.
“Congo no es un país terrorista ni ha sido cuna de acciones terroristas. Esperamos resolver esta situación mediante nuestros canales diplomáticos y aclarar cualquier malentendido”,
dijo Moungalla en la capital Brazzaville.
Mientras tanto, en Sierra Leona, país sujeto ahora a restricciones elevadas pero no un veto total, el ministro de Información Chernor Bah manifestó la disposición del gobierno a cooperar con EE.UU. para abordar las preocupaciones migratorias planteadas en esta nueva política.
Reciprocidad: principio diplomático o estrategia de presión
La respuesta de Chad ha sido interpretada por analistas internacionales como una jugada de diplomacia reactiva. El principio de reciprocidad en política exterior es común y se ha utilizado históricamente como herramienta para equilibrar relaciones asimétricas. Pero, en este caso, ¿qué peso real tiene una decisión chadiana sobre los intereses estratégicos de EE.UU.?
Chad, aunque no es una potencia global, desempeña un papel relevante en la lucha contra el terrorismo islámico en el Sahel y cuenta con una de las mayores fuerzas armadas de África central. Su alianza con potencias como Francia y su posición clave en misiones de estabilización regional hacen que su reacción tenga una importancia simbólica más allá de lo evidente.
Un continente que mira con recelo a Washington
La nueva oleada de prohibiciones ya ha provocado malestar entre varios países africanos que consideran que Washington vuelve a señalarlos injustamente como amenazas potenciales. Vale recordar que en 2018, el mismo Trump fue ampliamente criticado por referirse presuntamente a varias naciones africanas como “países de mierda”. Este tipo de lenguaje y decisiones políticas ha dejado cicatrices sensibles en la relación de EE.UU. con el continente.
Actualmente, más de 145 de los 193 países miembros de la ONU reconocen a Palestina como Estado. Esta cifra refleja una amplia disposición internacional a evaluar las injusticias del sistema global, muchas de ellas sostenidas —según gobiernos africanos— por enfoques migratorios, económicos y militares dominados por las grandes potencias.
Trump y su retorno a la narrativa del miedo
La campaña del expresidente Trump para retornar a la Casa Blanca en 2025 se ha centrado, entre otras cosas, en reinstaurar políticas de su primer mandato que apelan a su base conservadora. El veto migratorio es una de ellas. En su discurso de presentación de la nueva medida, insistió en que "EE.UU. debe proteger primero a sus ciudadanos sin disculparse por ello".
No obstante, expertos en derecho internacional y derechos humanos advierten que estas prohibiciones son discriminatorias y podrían violar acuerdos internacionales como la Convención contra la Discriminación Racial, de la que EE.UU. es signatario.
¿Qué sigue para África?
Países como Chad y República del Congo están evaluando sus próximos pasos, pero el sentimiento generalizado entre diversas capitales africanas es claro: la dignidad nacional está ganando protagonismo frente a la subordinación diplomática.
“Naciones como Chad pueden ser pequeñas en economía, pero poseen un alto valor estratégico y político en África central. Las decisiones revanchistas de EE.UU. podrían empujar a estos países a buscar alianzas más colaborativas, como con China o Rusia”, afirma Charles Mbah, analista de relaciones internacionales en la Universidad de Johannesburgo.
Además, la Asociación de Naciones Africanas para el Desarrollo (ANAD) ha comenzado conversaciones para establecer una posición común frente al veto estadounidense. Una propuesta que comienza a tomar fuerza es la creación de un canal diplomático africano más fuerte con la Unión Europea y Asia, desviando paulatinamente la dependencia histórica de EE.UU.
¿Qué tan efectivos han sido estos vetos?
Durante la administración Trump de 2017 a 2021, múltiples estudios revelaron que los vetos migratorios no tuvieron un impacto significativo en la reducción de delitos cometidos por inmigrantes. Un informe de Cato Institute en 2020 concluyó que el riesgo de atentado terrorista perpetrado por inmigrantes en EE.UU. era menor a una posibilidad por cada 3.6 millones de personas admitidas.
A la luz de los datos, la narrativa del veto como herramienta de seguridad nacional pierde peso. No obstante, se mantiene vigente como instrumento populista de campaña.
Un mundo en búsqueda de nuevas alianzas
Lo que este episodio refleja con crudeza es que la política exterior estadounidense continúa tensionando sus lazos con África, justo en un momento donde otros actores como China y Turquía están ganando fuerte presencia económica y política en el continente.
La pregunta clave es si Washington está en capacidad real de asumir las consecuencias diplomáticas y estratégicas de medidas que, a todas luces, profundizan grietas con socios potenciales del sur global.
Chad no es el único país africano dispuesto a dar un golpe simbólico contra estas políticas. La apuesta por el respeto mutuo y la reciprocidad se ha instalado en el lenguaje diplomático africano con más fuerza que nunca.
En palabras del presidente Déby: “Chad tiene su dignidad, y no será tratado como un estado de segunda clase”. Un mensaje que resuena más allá del Sahel, como un llamado a repensar el equilibrio de poder mundial.