Explosión en Boulder: Un crimen de odio que sacude a una comunidad y plantea dilemas migratorios
Mientras un ataque con cócteles Molotov deja 15 heridos en una vigilia judía, la justicia investiga al atacante y su familia enfrenta una posible deportación, reavivando debates sobre odio racial e inmigración
Una noche de violencia en Boulder: lo que ocurrió
El pasado domingo 2 de junio, en la ciudad de Boulder, Colorado, ocurrió un ataque cargado de odio que ha dejado a la comunidad profundamente sacudida. En plena vigilia por los rehenes israelíes en Gaza, un hombre lanzó dos cócteles Molotov hacia un grupo reunido en la peatonal Pearl Street. El resultado: 15 personas heridas, incluyendo a un perro.
El atacante, identificado como Mohamed Sabry Soliman, de 45 años y nacionalidad egipcia, ha sido acusado de crimen de odio federal y intento de asesinato a nivel estatal. El daño físico y emocional provocado por el ataque dejó una marca imborrable en todos los presentes.
Testimonios conmovedores en la vigilia
El miércoles siguiente, unas 200 personas se congregaron en el Centro Comunitario Judío de Boulder para rendir homenaje a las víctimas, compartir sus experiencias y asumir el dolor en comunidad. Allí se escucharon oraciones, canciones y sobre todo, relatos estremecedores.
Una de las sobrevivientes, Rachelle Halpern, relató cómo vio a una mujer envuelta completamente en llamas tras la explosión —una visión que difícilmente podrá borrar de su memoria. Otro testimonio anónimo se emitió por altavoz, con la víctima declarando que sentía que aquello que pasaba frente a sus ojos "no era real".
El perfil del atacante: un año planeando la violencia
Según el FBI, Soliman confesó haber planeado el ataque por más de un año. Llevaba consigo 18 cócteles Molotov, aunque lanzó solo dos. Durante el acto, gritó "Free Palestine" — una señal de que el ataque estaba impulsado políticamente, aunque su objetivo eran personas específicas: el grupo de manifestantes judíos.
En documentos judiciales se revela que su motivación era asesinar a todos los "sionistas". Esta terminología, aunque comúnmente ligada a posturas pro-Israel, se volvió aquí gasolina para un crimen de odio espeluznante.
Soliman permanece detenido en la cárcel del condado con una fianza de 10 millones de dólares en efectivo.
Las víctimas: edades y secuelas
Según autoridades del condado de Boulder, los heridos varían entre los 25 y los 88 años, repartidos equitativamente entre 8 mujeres y 7 hombres. También un perro resultó herido en el incidente. Las consecuencias físicas no han sido publicadas en detalle, ya que se investigarían a fondo antes de la presentación formal de cargos penales este jueves.
Un conflicto global con consecuencias locales
Este hecho no ocurre en un vacío. Tiene lugar en el contexto de la escalada del conflicto entre Israel y Hamas, que ha provocado un aumento dramático de actos antisemitas en Estados Unidos, según la Liga Antidifamación. Solo en 2023, los incidentes antisemitas se incrementaron un 36% en comparación con el año anterior, la cifra más alta desde que se llevan registros.
Además, el ataque coincide con el inicio de la festividad judía de Shavuot, un momento de gran significado religioso. La combinación de factores temporales, políticos y raciales crea una tensión que preocupa tanto a las autoridades como a organizaciones de derechos humanos.
La familia del atacante: ¿castigo justo o excesivo?
La historia tomó un giro inesperado cuando, además del arresto de Soliman, su esposa e hijos —todos ciudadanos egipcios— fueron detenidos por autoridades migratorias. Aunque no están acusados de ningún delito, su permanencia en el país está bajo amenaza debido al estatus migratorio ilegal que comparten con Soliman.
Su esposa, Hayam El Gamal, es una ingeniera de redes con una solicitud de visa EB-2 en proceso. Ella y sus hijos son dependientes legales de la solicitud de asilo que Soliman presentó en 2022. Según el Departamento de Seguridad Nacional, toda la familia reside en EE.UU. sin permiso válido desde febrero de 2023.
Sin embargo, un juez federal intervino el miércoles para impedir su deportación inmediata tras una demanda legal interpuesta por la familia. El argumento: no es legal castigar a personas por los actos de uno de sus miembros cuando no hay evidencia de complicidad.
“Es manifiestamente ilegal castigar a individuos por los crímenes de sus familiares”, subrayaron sus abogados en la demanda. En contraposición, autoridades migratorias calificaron esos reclamos de “absurdos”.
¿Una nueva vida en EE.UU. truncada?
Antes de mudarse a Colorado Springs en 2021, Soliman vivió 17 años en Kuwait. Arribó a EE.UU. en agosto de 2022 con una visa de turista que venció en febrero de 2023. Posteriormente, solicitó asilo y obtuvo un permiso de trabajo que también expiró, según documentos judiciales y declaraciones de funcionarios federales.
Más de 700,000 personas sobrepasan su visa cada año en EE.UU., lo que plantea un problema sistémico y político sobre cómo y cuándo se deben deportar a estos individuos.
Reacciones políticas y sociales
Este caso está siendo observado de cerca por organizaciones tanto judías como pro-derechos migratorios. El debate gira en torno a dos ejes:
- El discurso de odio y la violencia antisemita, cada vez más evidentes y peligrosos, reducen la seguridad de comunidades ya vulnerables.
- La política migratoria, especialmente el trato colectivo a familias de sospechosos, despierta preocupaciones por posibles violaciones a los derechos civiles.
Políticos de ambos lados del espectro han mostrado posturas encontradas. Mientras algunos piden mano dura con todos los involucrados, otros apelan a una revisión más compasiva y legal del estatus migratorio de los familiares no implicados en el crimen.
Una comunidad herida, pero unida
Lo que es innegable es que la comunidad de Boulder, lejos de dejarse paralizar por el miedo, ha optado por reunirse, sanar colectivamente y exigir justicia. En la vigilia del miércoles se observó una mezcla de dolor, esperanza y compromiso de que hechos como estos no vuelvan a repetirse.
En palabras de una víctima no identificada: “A pesar del dolor, esta comunidad ha demostrado que está hecha de acero. Nos abrazamos, cantamos y lloramos juntos. Y seguiremos luchando por un mundo sin odio.”
El caso de Mohamed Soliman aún no ha terminado. Pero ya ha abierto una dolorosa discusión sobre los límites del activismo político, la libertad de expresión, el extremismo y la inmigración en Estados Unidos.
¿Estamos preparados como sociedad para enfrentar estos retos con justicia y empatía?