El ataque con drones que cambió el rumbo: Ucrania golpea el corazón de la aviación estratégica rusa

Una operación táctica de alto riesgo deja fuera de combate a bombarderos clave en Siberia. ¿Cambiará esto el equilibrio del conflicto?

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Por primera vez en el curso de la guerra entre Rusia y Ucrania, una ofensiva con drones de largo alcance logró lo impensado: dejar inoperativos a varios bombarderos estratégicos rusos estacionados en una base aérea clave en el corazón de Siberia.

Un golpe quirúrgico al alma de la aviación rusa

El 4 de junio de 2025, imágenes satelitales analizadas por la empresa Planet Labs PBC y otras fuentes internacionales mostraron claras evidencias de destrucción en la Base Aérea de Belaya, ubicada en la región de Irkutsk, en el este de Siberia. Las fotografías revelaron al menos siete bombarderos destruidos: tres Tu-95 y cuatro Tu-22M, además de zonas calcinadas alrededor de las plataformas de estacionamiento.

Estos aviones no son piezas convencionales. Tanto los Tupolev Tu-95 —llamados “Bears” por la OTAN— como los Tu-22M forman parte esencial de la tríada nuclear rusa. El Tu-95, una reliquia de la Guerra Fría en apariencia, sigue siendo un poderoso avión de largo alcance utilizado para misiones estratégicas y, más recientemente, para lanzar misiles crucero contra infraestructuras ucranianas.

“Es una de las operaciones encubiertas más audaces de toda la guerra”, dijo —bajo condición de anonimato— un funcionario occidental al medio Der Spiegel.

Una operación planificada durante año y medio

Ucrania aseguró que la ofensiva fue meticulosamente preparada durante dieciocho meses. El objetivo no era solo destruir aeronaves, sino enviar un mensaje estratégico: “Podemos alcanzar sus joyas militares donde usted se siente más seguro.”

El Ministerio de Defensa de Rusia confirmó que varios aviones fueron alcanzados y que se produjeron incendios en bases aéreas en la región de Irkutsk y también en Murmansk, al norte del país. Además, admitieron que Ucrania intentó ataques a otras dos bases en el oeste de Rusia y otra en la región de Amur, en el Lejano Oriente. Aunque se dice que estos últimos ataques fueron repelidos, las imágenes confirman las pérdidas materiales en Belaya.

¿Por qué es Belaya tan importante?

La Base Aérea de Belaya ha sido durante décadas un componente vital de la fuerza aérea de alcance estratégico rusa. Desde allí, aviones como el Tu-95 y el Tu-22M llevan a cabo patrullas regulares por el Ártico y Asia Pacífico, reafirmando la presencia de Moscú en zonas críticas.

La pérdida de estos activos limita, en al menos el corto y mediano plazo, la capacidad de respuesta aérea de Rusia, especialmente en términos de ataques a larga distancia con misiles de crucero, uno de los principales recursos utilizados durante la invasión a Ucrania.

La guerra de drones: de táctica defensiva a ofensiva estratégica

Desde hace más de un año, Ucrania ha integrado el uso de drones a su doctrina de defensa y ofensiva, motivada tanto por la necesidad como la creatividad tecnológica. Pero este tipo de ataques tan profundos, a más de 3,600 km desde Kiev, superan la típica acción táctica.

  • Demuestran una capacidad logística que antes era impensable para un país sin industria aeroespacial militar significativa.
  • Revelan el desarrollo de redes de inteligencia y vigilancia capaces de mapear vulnerabilidades dentro del territorio ruso literalmente “en casa”.
  • Reducen el margen de maniobra de Rusia al obligarla a redistribuir defensas antiaéreas en su propio territorio.

Los analistas señalan que esta operación puede equivaler, en simbolismo y efecto militar, a un ataque equivalente al bombardeo de Pearl Harbor —en cuanto a impacto mediático— aunque sin las consecuencias masivas a nivel humano.

Putin y el silencio estratégico

Hasta el momento, el presidente ruso Vladimir Putin no se ha pronunciado respecto a los ataques. Esta postura es consistente con su silencio estratégico en momentos en que se ven expuestas las falencias del sistema militar ruso.

Es interesante señalar que, en otras ocasiones, el Kremlin ha utilizado medios estatales para minimizar pérdidas, con narrativas vagas como “incidentes logísticos” o “accidentes espontáneos”. Pero la evidencia satelital aquí no deja margen a la ambigüedad. El daño es real y cuantificable.

Implicaciones para la tríada nuclear rusa

Desde los tiempos de la Unión Soviética, Rusia mantiene una estructura compuesta por tres ejes nucleares: misiles balísticos intercontinentales terrestres, submarinos nucleares estratégicos y bombarderos de largo alcance. Estos últimos representan el único medio con capacidad de ser “retirado” o suspendido en tiempo de paz sin perder credibilidad como amenaza.

Entonces, que más del 10% de su flota activa de bombarderos estratégicos sea destruida sin previo aviso y sin interceptación, representa una vulnerabilidad grave.

El Center for Strategic and International Studies (CSIS), en Washington, publicó días después del ataque un informe titulado: “Reassessment of Russia’s Nuclear Air Deterrence Post-Belaya Incident” donde indica que:

“El ataque a Belaya marca un antes y después en la capacidad de Rusia de proyectarse como un actor nuclear intocable.”

El precedente geopolítico: más allá de Ucrania y Rusia

Este tipo de operación no solo sacude el equilibrio bélico entre Rusia y Ucrania, sino también la estructura de disuasión global. China, India, EE.UU. y Francia observan con atención el desarrollo y efectividad de una tecnología de drones relativamente accesible que ha penetrado las defensas profundas de una potencia nuclear.

Además, genera inquietud sobre la seguridad de instalaciones militares sensibles en regiones supuestamente lejanas e inviolables. ¿Cómo proteger un arsenal nuclear si un dron armado por una nación con un PIB 10 veces menor puede lograr un impacto tan devastador?

¿Qué sigue?

Tras el ataque, muchos expertos coinciden en que veremos una aceleración en la guerra tecnológica. Las siguientes áreas experimentarán transformaciones:

  • Contramedidas electrónicas: para interceptar drones antes de que penetren espacio aéreo prohibido.
  • Fortificación de bases: sistemas de camuflaje, hangares blindados y radares de proximidad serán una necesidad, no un lujo.
  • Nuevas doctrinas militares: que consideren operaciones asimétricas en profundidad incluso en el corazón del territorio nacional.

Pero también podría marcar un giro político. Mientras el Kremlin guarda silencio, presiones internas podrían aumentar preguntándose: ¿cómo proteger el país si el enemigo puede tocar los mismos pilares del poder militar sin entrar al combate frontal?

Una cosa queda clara: lo ocurrido en Belaya no es solo una victoria táctica para Ucrania, sino una redefinición completa de las reglas del juego en la guerra contemporánea. Donde antes se necesitaban submarinos o misiles balísticos, hoy un enjambre de drones puede reescribir la historia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press