Seattle contra Oklahoma City: una Final de la NBA que reabre heridas abiertas

La rivalidad no oficial que revive el dolor de una ciudad aún marcada por la partida de los SuperSonics

Un trofeo, dos ciudades y una historia sin resolver

Cuando los Oklahoma City Thunder se enfrentan a los Indiana Pacers en las Finales de la NBA, parecería un emparejamiento sin drama. Pero si miramos más allá de las líneas de la cancha, hacia el noroeste del país, en Seattle, descubrimos que este enfrentamiento significa mucho más que un simple campeonato.

Para los fanáticos del básquetbol en Seattle, estas Finales representan un recordatorio cruel de lo que alguna vez tuvieron: una franquicia histórica, los Seattle SuperSonics, desaparecida desde 2008, cuando la NBA aprobó la polémica mudanza del equipo a Oklahoma City. Desde entonces, la ciudad ha vivido con una herida abierta, una ruptura emocional que nunca ha sanado.

La herida de 2008: el éxodo de los Sonics

Los SuperSonics fueron una pieza fundamental del tejido deportivo de Seattle desde su creación en 1967. El equipo ganó el campeonato de la NBA en 1979 y contó con leyendas como Gary Payton, Shawn Kemp y Ray Allen en las décadas siguientes.

Sin embargo, años de disputas sobre financiamiento público para un estadio nuevo y la venta del equipo al empresario Clay Bennett, originario de Oklahoma, resultaron fatídicos. En 2008, los Sonics fueron oficialmente reubicados en Oklahoma City y renombrados como los Thunder.

“Fue como perder a un familiar”, comenta Eric Phan, fanático de toda la vida. “No fue solo un equipo; era parte de nuestra identidad como ciudad”.

Un nuevo equipo en otras manos

Desde su llegada a Oklahoma City, los Thunder han construido una reputación competitiva. No solo han tenido estrellas como Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden, sino que han llegado a múltiples playoffs y ahora disputan una nueva Final.

Pero, técnicamente hablando, los Thunder y los Sonics son el mismo equipo en los archivos históricos de la NBA. El único título de la franquicia —el de 1979— sigue perteneciendo formalmente a Oklahoma City, aunque sentimentalmente esté anclado en Seattle.

El resentimiento toma forma de apoyo a los Pacers

Para los fanáticos como Danny Ball, creador de la página de Instagram Iconic Sonics, la lealtad está clara: “Estoy apoyando a los Pacers. Mientras más lejos lleguen, menos probable que los Thunder levanten ese trofeo que alguna vez fue nuestro”.

Y no está solo. En Seattle, muchos dan la espalda por completo a los Thunder, negándose a reconocerlos como herederos de su historia. En las calles, los jóvenes aún visten camisetas vintage de los SuperSonics, como una forma de protesta pacífica constante.

“Seattle no ha olvidado, ni ha perdonado”, afirma Ball. “Y no vamos a dejar de pelear por el regreso de la NBA aquí”.

La promesa (incumplida) del regreso

Uno de los mayores puntos de frustración en la ciudad es la falta de pasos concretos para traer de regreso una franquicia. Aunque el comisionado de la NBA, Adam Silver, ha admitido públicamente el interés de la ciudad y la posibilidad futura de expansión, no se ha anunciado ningún calendario oficial.

“La herencia de los Sonics es muy fuerte, y el mercado de Seattle es fantástico”, dijo Silver en marzo de 2024. “Estamos enfocados en la ciudad, pero hay muchos factores que evaluar antes de hablar de expansión”.

Uno de esos factores es la incierta situación de los contratos de los medios locales en distintas ciudades, lo que afecta los ingresos potenciales para una franquicia nueva o reactiva.

Un estadio renovado, una ciudad lista

El Climate Pledge Arena, ubicado donde estaba el antiguo KeyArena (hogar de los Sonics), ha sido renovado para albergar al Seattle Kraken de la NHL y al exitoso equipo de la WNBA, Seattle Storm. Esta remodelación —de más de $1.150 millones de dólares— lo convierte en una opción atractiva para albergar a un futuro equipo de la NBA.

“Tenemos la infraestructura, la base de fanáticos y la historia. Solo falta la voluntad de la liga”, expresó el alcalde de Seattle, Bruce Harrell, quien incluso intentó bromear al respecto en un evento solo para ser recibido con frialdad por parte del público.

Una rivalidad silenciosa, pero intensa

Cada vez que los Thunder juegan bien, especialmente en instancias tan importantes como las Finales, resurge el resentimiento. La narrativa se refuerza cada vez que Oklahoma celebra —lo que, para Seattle, es una celebración robada.

Para muchos, si los Thunder ganan este título, no sería su “primero”, sino su “segundo” —el primero con sede en Seattle. Esto genera una disonancia emocional intensa entre los amantes del baloncesto en la ciudad esmeralda.

Tyrese Haliburton vs. Shai Gilgeous-Alexander: un duelo inesperado, pero simbólico

En medio del drama extracancha, la serie en sí tiene todos los ingredientes para ser memorable. Shai Gilgeous-Alexander, flamante MVP de la temporada, es la estrella de unos Thunder rejuvenecidos que buscan legitimar su legado con un trofeo. En frente, Tyrese Haliburton, también subestimado durante su carrera y ahora motor de unos luchadores Pacers.

“Este es un equipo que creyó en mí cuando otros no lo hicieron”, dijo Haliburton refiriéndose a Indiana. “Jugamos con el orgullo de quienes nos dijeron que no podíamos”.

Haliburton llega promediando 18.8 puntos, 9.8 asistencias y 5.7 rebotes por partido en playoffs. Gilgeous-Alexander, por su parte, registró 32.7 puntos por partido en temporada regular y casi 30 por juego en playoffs.

El enfrentamiento es más que deportivo, es simbólico: dos caminos poco convencionales, dos estrellas fuera del radar mediático, representando algo más grande que sí mismos.

¿Es este el preludio de una reunión?

Con la NBA evaluando seriamente la expansión, voces como la de Steve Ballmer —dueño de los Clippers y originario de Seattle— están presionando para que la ciudad vuelva al mapa.

“¡Hagámoslo tan ruidoso que nos escuchen hasta Nueva York!”, gritó Ballmer en un juego de pretemporada en Seattle. “Seattle lo merece”.

La esperanza permanece viva. Detrás del dolor y la rabia, los fanáticos todavía creen en una redención inevitable. Y como lo expresa Danny Ball: “Sería poético que el mismo año en que los Thunder ganan un título, la NBA anuncie oficialmente el proceso de expansión. Eso ayudaría a calmar, aunque sea un poco, la herida”.

Seattle ha demostrado que los equipos pueden irse... pero la pasión, esa nunca abandona.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press