Misterio mortal en Australia: El enigma de los hongos venenosos y el caso que sacude a una nación
Erin Patterson, acusada de asesinar a tres familiares con hongos venenosos, declara por primera vez en un juicio que mezcla lágrimas, secretos y una receta letal
Un almuerzo fatídico en el corazón rural de Australia
En julio de 2023, una tranquila comida familiar en Leongatha, un pueblo rural en el estado de Victoria, Australia, se convirtió en una tragedia que ahora paraliza a la opinión pública australiana. Tres personas murieron, una más estuvo al borde de la muerte, y la anfitriona del almuerzo, Erin Patterson, enfrenta acusaciones que podrían mandarla a prisión de por vida.
En medio del juicio más mediático que ha vivido recientemente la región, se ventilan tensiones familiares, relaciones rotas y una grave acusación: asesinato mediante envenenamiento con hongos death caps o Amanita phalloides, uno de los hongos más tóxicos del planeta.
¿Quién es Erin Patterson?
Erin, de 50 años, es madre de dos hijos y vive en Leongatha. Durante años, según su testimonio en el juicio, desarrolló una afición por la recolección silvestre de hongos. Esta afición comenzó durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19 en 2020, según dijo, y rápidamente creció hasta convertirse en una práctica común en su hogar.
“Cortaba un poco del hongo, lo freía con mantequilla y lo probaba,” contó durante la audiencia, afirmando que jamás se sintió mal por consumirlos. Incluso confesó haber alimentado a sus hijos con platos que contenían pedazos de hongos recolectados en el bosque.
Una comida letal y muchas preguntas
Lo que supuestamente sería un almuerzo de reconciliación terminó con tres fallecidos: Don Patterson, Gail Patterson y Heather Wilkinson. El único sobreviviente, Ian Wilkinson, pasó semanas hospitalizado en estado crítico. El detonante, según las investigaciones forenses, fue el consumo de death caps cocinados en un pastel de carne beef Wellington, preparado por Erin.
La tragedia provocó un escándalo nacional que ha ido escalando a medida que más detalles salen a la luz. La evidencia clave se concentra en la procedencia de los hongos empleados en la polémica receta.
“Acepto que los pasteles de carne contenían death caps, pero la mayoría provenía de supermercados locales, no del bosque”, testificó Patterson entre lágrimas.
La ciencia detrás de los death caps
El hongo Amanita phalloides contiene amanitina, una toxina que puede provocar insuficiencia hepática y la muerte incluso con dosis muy pequeñas. Se estima que el 90% de las muertes por intoxicación causada por hongos se deben a esta especie.
Según el CDC, solo un hongo puede ser suficiente para matar a un adulto. La toxina no se destruye al cocinar ni se distingue por el gusto o el olor, lo cual la convierte en una trampa mortal para recolectores inexpertos.
Una línea muy fina entre accidente y asesinato
La defensa de Erin ha definido el hecho como un “trágico accidente”. Afirman que no tenía intención de hacer daño y que los hongos contaminados se mezclaron accidentalmente con otros comprados en tiendas asiáticas y deshidratados previamente.
Sin embargo, la fiscalía sostiene que el acto fue premeditado. Destacaron que Erin separó su porción del pastel de carne usando un plato de diferente color, y que mintió a la policía al afirmar que ella misma había comido del mismo platillo y alimentado a sus hijos con las sobras.
“Dijo que había consumido la misma comida, pero eso no es cierto”, argumentó la fiscal Nanette Rogers frente al jurado de 14 miembros.
Mensajes preocupantes: ¿descarga emocional o indicio de rencor?
Durante el juicio, la fiscalía presentó mensajes de texto con insultos que Patterson había enviado en 2022 hablando mal de sus suegros. Aunque reconoció haber escrito dichos mensajes, Erin explicó que lo hizo en un grupo privado y que era simplemente “un espacio de desahogo”.
“Estoy muy avergonzada. Ellos no merecían escuchar eso,” declaró entre lágrimas. Según Erin, estaba frustrada por una disputa relacionada con los pagos escolares de sus hijos y esperaba que sus suegros apoyaran su versión ante su esposo.
Una relación compleja con la familia
A pesar de estar formalmente separada desde 2015 de su esposo Simon Patterson, Erin asegura que mantenía una relación cercana con sus suegros. Dijo que esperaba retomar su matrimonio y que participaba activamente en eventos familiares.
“Siempre fui su nuera, eso nunca cambió… ellos me amaban,” dijo llorando ante el tribunal.
¿Una enfermedad como excusa?
Otro tema crucial que surgió en el juicio fue la supuesta invención de un diagnóstico de cáncer. La fiscalía sostiene que Erin usó esta mentira para reunir a la familia con una excusa convincente. Ella confesó nunca haber tenido cáncer, aunque aclaró que se sometió a exámenes médicos preocupada por algunos síntomas.
Esto, sumado a otras incongruencias, genera aún más sospechas en la explicación de lo sucedido.
El jurado y la opinión pública bajo presión
El caso ha generado gran interés mediático en Australia. Multitudes se han congregado frente al tribunal de Latrobe Valley donde se lleva a cabo el proceso, esperando ingresar o simplemente conocer más detalles. El país sigue los testimonios como una novela de suspenso real.
Australia ha registrado solo unos pocos casos de envenenamiento por death caps en las últimas décadas, pero este, con su carga emocional y familiar, destaca por su complejidad narrativa.
Reconstruyendo los hechos
El almuerzo ocurrió el 29 de julio de 2023 en la casa de Patterson. Su exesposo Simon, quien también estaba invitado, no asistió. Semanas después, fallecieron tres de los comensales. La presencia de toxinas de death cap en los tejidos de las víctimas fue confirmada tras las autopsias.
La policía sacó a la luz que Erin se deshizo de su deshidratador de hongos tras la tragedia, lo cual alimentó aún más las dudas sobre la veracidad de su versión de los hechos. Según su abogado, fue un acto de pánico y no de encubrimiento.
¿Qué podría venir?
De ser hallada culpable, Patterson enfrentaría una condena de cadena perpetua por asesinato y hasta 25 años adicionales por intento de homicidio. La acusada continúa dando su testimonio y será interrogada por los fiscales en las próximas sesiones.
Mientras el tribunal evalúa los hechos, Australia contempla un caso que va mucho más allá de los tribunales: cómo una práctica aparentemente inocente como la recolección de hongos puede convertirse en tragedia y cómo los lazos familiares pueden ser tan mortales como complejos.