Europa entre tasas, aranceles y recesión: ¿puede el BCE evitar una crisis económica?

La inflación cae por debajo del 2% en la eurozona, pero las tensiones comerciales con Estados Unidos y el débil crecimiento preocupan a Bruselas y a Frankfurt

Un respiro inflacionario... ¿pero por cuánto tiempo?

La inflación de la eurozona cayó a 1,9% en mayo, el nivel más bajo desde septiembre, lo que coloca la tasa dentro del objetivo del Banco Central Europeo (BCE) por primera vez en casi tres años. Este descenso, atribuido en gran parte a la reducción de los precios energéticos, sugiere que la economía empieza a dejar atrás el brutal episodio inflacionario que aquejó al continente entre 2021 y 2023.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, tiene ahora un argumento claro para bajar los tipos de interés, aumentando así la liquidez y facilitando el crédito para empresas y ciudadanos. Actualmente, la tasa principal está en 2.25%.

"Este retorno a la estabilidad de precios permite al BCE considerar más seriamente medidas de estímulo monetario para apoyar el crecimiento económico", afirman analistas de Bloomberg Economics.

El fantasma de los aranceles de Trump

Sin embargo, mientras el BCE recupera espacio de maniobra tras años de endurecimiento monetario, otro nubarrón se cierne sobre la economía europea: la escalada comercial de Donald Trump.

El expresidente estadounidense y candidato republicano para las elecciones de noviembre ha elevado los aranceles al acero, aluminio y automóviles europeos hasta un 50%, y amenaza con un arancel generalizado del 20% a todas las importaciones de bienes provenientes de la Unión Europea.

Aunque este último arancel se encuentra suspendido temporalmente por negociaciones entre Washington y Bruselas, la incertidumbre ya ha impactado en las previsiones de crecimiento del bloque.

La Comisión Europea rebajó su previsión de expansión del PIB para este año de 1.3% a 0.9% como resultado directo de la guerra comercial y sus efectos sobre la economía orientada a la exportación de países como Alemania, Italia y los Países Bajos.

Un BCE en la cuerda floja

Todo esto pone a prueba la independencia y sabiduría del Consejo de Gobierno del BCE, que se reunirá esta semana para determinar el rumbo de la política monetaria. La mayoría de los analistas coincide en que habrá una reducción de 0,25 puntos porcentuales en los tipos de interés, y se deja la puerta abierta a nuevos recortes más adelante.

Con la inflación bajo control, el enfoque ahora cambia a evitar una recesión en la eurozona, especialmente si Estados Unidos pone en marcha los nuevos aranceles masivos. El BCE debe actuar con cautela para no dar señales contradictorias al mercado: muy poca acción puede parecer insuficiente, pero una política expansiva demasiado agresiva puede reavivar la inflación.

Dollar General y la señal desde el consumo estadounidense

En otro frente, las señales de desaceleración del consumo también llegan desde Estados Unidos. La cadena de tiendas Dollar General, especializada en productos de bajo costo, registró un récord de ventas trimestrales con $10.44 mil millones, superando las expectativas de Wall Street.

Este comportamiento no debe verse como un síntoma de fortaleza económica, sino más bien como una señal de alarma sobre la situación de los consumidores. En palabras de Neil Saunders, director gerente de GlobalData:

“Los consumidores están bajando de nivel en sus compras. Aunque el tráfico en tiendas disminuyó 0,3%, el valor promedio de cada compra subió 2,7%, lo cual indica que las personas buscan abastecerse anticipadamente ante el temor a una nueva ronda de aranceles y recesión”.

Dollar General aumentó además sus previsiones para el año fiscal 2025, lo cual demuestra que el comportamiento de los consumidores se mantiene ajustado a la lógica de ahorro y búsqueda de precio más que a una recuperación sólida del poder adquisitivo.

¿El escenario ideal o el preludio del estancamiento?

Con este escenario, Europa parece estar viviendo lo que Paul Krugman alguna vez llamó “la trampa de la estabilidad”: cuando los precios están controlados pero la actividad económica sigue siendo débil y el desempleo estructural alto.

Aunque el BCE pueda bajar tipos y estimular la inversión y el consumo, su margen es restringido por elementos fuera de su control —como los aranceles estadounidenses o los conflictos geopolíticos que encarecen materias primas claves.

En paralelo, la lógica de America First impulsada por Trump gana tracción entre sus votantes, y una eventual vuelta a la Casa Blanca reactivaría viejos choques con Bruselas. Durante la administración Trump (2017-2021), los aranceles a productos europeos crecieron más de 30% y se desató una guerra comercial que contribuyó al freno económico global previo a la pandemia.

El talón de Aquiles europeo: exportación versus consumo interno

El modelo económico europeo tiene un enorme talón de Aquiles: su alta dependencia de las exportaciones. Economías como la alemana o la neerlandesa se basan en un superávit comercial crónico respaldado por sus industrias automotriz, química y electrónica.

Si EE.UU., China u otros grandes mercados imponen barreras, los pilares del crecimiento europeo se resienten. Y si el consumo interno no logra compensar esa pérdida —por salarios estancados, envejecimiento poblacional o baja natalidad—, se camina directo a una japonización crónica de la economía: crecimiento bajo, inflación neutral y necesidad de estímulos constantes del banco central.

¿Qué nos dice el pasado?

La última vez que Europa enfrentó una combinación de inflación controlada y amenazas externas fue en 2012, durante la crisis de deuda soberana. El BCE, entonces liderado por Mario Draghi, decidió innovar con su famoso “whatever it takes” (lo que sea necesario), salvando al euro mediante programas de compra masiva de deuda pública.

Hoy no se trata de una crisis financiera, pero sí de una crisis de crecimiento ligada al orden global. Quizás no haga falta algo tan contundente como el “bazuca” financiero de Draghi, pero sí una estrategia coordinada entre política monetaria (tipos bajos) y fiscal (más inversión pública, transición verde, digitalización, defensa común).

¡Y, por supuesto, diplomacia para encauzar las tensiones comerciales con EE.UU.!

¿Qué esperar del BCE esta semana?

Entre los analistas predomina el consenso de que veremos al menos dos recortes de tasas durante 2024, empezando por una reducción de 25 puntos base este jueves. Pero nadie espera una intervención brusca ni agresiva. Como dijo Lagarde en marzo:

“No proclamaremos victoria ni exageraremos la alegría. La estabilidad aún es frágil.”

En otras palabras: se viene más estímulo, sí; pero aún nos esperan meses intensos de incertidumbre e ingeniería económica para evitar que la eurozona caiga en una nueva recesión justo cuando salía de su pesadilla inflacionaria.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press