El juicio de Harvey Weinstein: el segundo acto del símbolo caído del #MeToo

Mientras se enfrentan testimonios desgarradores y estrategias teatrales de la defensa, el impacto del caso Weinstein vuelve al centro del debate sobre justicia, poder y abuso en Hollywood

Una figura que marcó una era... de terror en Hollywood

Harvey Weinstein fue durante décadas una figura colosal en la industria cinematográfica. Cofundador de Miramax y The Weinstein Company, productor de películas de culto como “Shakespeare in Love” y “Pulp Fiction”, manejaba su poder con puño de hierro... y según docenas de mujeres, con prácticas abusivas y depredadoras.

En 2017, todo cambió. El escándalo que estallaría con una columna en The New York Times y The New Yorker lo convirtió en el rostro del movimiento #MeToo. La ola de denuncias (más de 80 mujeres lo acusaron) desató un ajuste de cuentas global frente al acoso y abuso sexual en el ámbito laboral.

Un nuevo juicio, mismas heridas

Ahora, en mayo de 2025, Weinstein vuelve a sentarse ante un jurado. Su anterior condena de 2020 fue anulada por un tribunal de apelaciones, que consideró errónea la inclusión de testimonios no directamente relacionados con los cargos específicos.

Esta vez, el proceso gira en torno a tres mujeres: Miriam Haley, Jessica Mann y Kaja Sokola. Todas ellas compartieron testimonios que, una vez más, revelan patrones de comportamiento: promesas profesionales, lugares de encuentro privados, coerción y violencia sexual.

La defensa opta por el espectáculo

Arthur Aidala, abogado defensor de Weinstein, construyó su alegato con una narrativa curiosamente cómica para lo que está en juego. Habló de su abuela italiana, imitó a testigos y calificó las interacciones de su cliente como parte de un “juego de cortejo”, no crimen.

"Lo presentan como el pecador original del #MeToo", dijo, ironizando sobre cómo la fiscalía ha “demonizado” a un hombre al que insistió en describir como un empresario neoyorquino hecho a sí mismo, seducido por mujeres con sueños rotos.

La fiscalía apunta a los hechos

Lejos del tono performativo de la defensa, la fiscal Nicole Blumberg puso el foco en los relatos de las víctimas. Según ella, Weinstein ejecutaba una estrategia constante:

  • Elegía a mujeres jóvenes, aspirantes en el mundo del entretenimiento.
  • Les ofrecía oportunidades a cambio de acceso sexual.
  • Si se resistían, insistía, presionaba y, finalmente, actuaba.

“Para él, un ‘no’ era una invitación a seguir intentando. Y si seguían diciendo 'no', simplemente tomaba lo que quería de todos modos”, expresó Blumberg.

El poder, la fama y el silencio

Muchas críticas han apuntado a un patrón típico en los abusadores con poder: vincular profesionalismo con favores sexuales, y silenciar con coerción o amenaza. Las víctimas de Weinstein mantuvieron contacto con él, se tomaron fotos, acudieron a eventos... ¿Esto las desacredita?

“Lo que demuestra —dice Blumberg— no es consentimiento, sino miedo”. La industria del cine es un espacio muy competitivo. Una palabra negativa de Weinstein, y una carrera podía derrumbarse antes de empezar.

¿Por qué importa tanto este nuevo juicio?

Porque el caso Weinstein fue más que el fin de un imperio: se convirtió en símbolo. Su figura es la cristalización de décadas de impunidad. Su caída, el primer clavo en el ataúd del viejo paradigma de silencio y sumisión. Pero el nuevo juicio pone al descubierto fisuras:

  • ¿Se puede juzgar con justicia tras la influencia de movimientos sociales?
  • ¿Es la reapertura una muestra de garantías judiciales o un intento de diluir el precedente?
  • ¿Hasta qué punto cambia realmente la cultura si quienes tienen poder siguen esquivando consecuencias plenas?

Las víctimas: vidas que ya no serán iguales

Jessica Mann era estilista y soñaba con actuar. Miriam Haley trabajaba como asistente de producción. Kaja Sokola, ni siquiera era adulta cuando conoció a Weinstein. Todas buscaban algo: oportunidad, mentoría, impulso. Recibieron otra cosa muy distinta.

Sus relatos en el tribunal han sido brutales. Dolor físico, impacto emocional, confusión, vergüenza. Algunas recibieron compensación económica fuera del marco del juicio penal. Pero como apuntó Sokola al declarar, “ningún dinero me devuelve lo que me quitó”.

La defensa y la cultura del consentimiento

Weinstein no testificó esta vez. Su defensa se concentra en poner en duda la credibilidad de las mujeres. Ayudado por documentos personales como diarios íntimos, intenta mostrar inconsistencias. ¿El mensaje? Que eran adultas, que aceptaban ciertas dinámicas, que sabían lo que hacían.

Pero como recuerdan organizaciones como RAINN, el consentimiento no puede ser asumido bajo presión, coacción o manipulación. Que alguien no haya huido del todo no lo hace consentimiento. Que alguien haya necesitado trabajar con el abusador días después no lo hace mentira. La línea roja sigue siendo el respeto al cuerpo ajeno. Siempre.

Un cambio más allá de los tribunales

Desde 2017, el #MeToo ha transformado industrias: cine, política, medios, tecnología. Personajes como Kevin Spacey, Matt Lauer o Louis C.K. también enfrentaron consecuencias. Pero para muchas víctimas, el miedo, la revictimización y el desprestigio aún pesan.

El nuevo juicio contra Harvey Weinstein será decisivo por varias razones:

  • Confirmar la justicia: ¿se sostendrán los cargos?
  • Guardar precedente: ¿vale la palabra de las víctimas?
  • Reafirmar un mensaje: los poderosos también deben rendir cuentas.

Weinstein, de 73 años, ya ha sido condenado en California. Su apelación sigue pendiente. Pero los resultados de este nuevo juicio en Nueva York podrían agregar nuevas penas y, lo que es más importante, cerrar parte de las heridas aún abiertas en algo más que las víctimas: en una sociedad que buscó, y aún busca, ver justicia hecha.

Una sociedad en espejo

La historia de Weinstein es, inevitablemente, un reflejo. Nos obliga a mirar las estructuras, el machismo, la complicidad de los silencios. Nos enfrenta con la incomodidad de ver cómo un monstruo se ocultó a plena vista, protegido por alfombras rojas y estatuillas doradas.

Pero también habla de valentía. La de mujeres que decidieron exponerse, perder privacidad, recibir ataques... todo para que la siguiente no tuviera que pasar por lo mismo.

Este juicio puede cambiar poco o mucho en la vida de Weinstein. Lo que ya cambió —y nadie podrá anular— es la idea de que el poder es impune por definición. Hoy, y gracias a todas ellas, ya no lo es tanto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press