Crisis en Países Bajos: El colapso del gobierno de Schoof y la amenaza del extremismo antiinmigrante

Geert Wilders rompe la coalición gubernamental neerlandesa por desacuerdos sobre inmigración, dejando al país ante un incierto panorama político e internacional a tres semanas de una cumbre clave de la OTAN

Una coalición con fecha de caducidad

El martes 9 de septiembre de 2024, la política neerlandesa volvió a temblar con fuerza. Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (Partij voor de Vrijheid, PVV) y figura clave de la extrema derecha neerlandesa, anunció su salida inmediata de la coalición de gobierno liderada por el primer ministro Dick Schoof. La razón: el desacuerdo irreconciliable sobre una de sus principales obsesiones políticas, la migración.

La coalición de cuatro partidos, ya notoriamente frágil desde su conformación hace apenas 11 meses, estaba integrada por el PVV de Wilders; el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), de centro-derecha; el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB); y el partido cristiano-conservador NSC de Pieter Omtzigt. Juntos, intentaban gobernar un país polarizado tras las elecciones de 2023, donde el PVV sorprendió al obtener la mayoría parlamentaria gracias a su retórica antiislam y antimigración.

El detonante: el plan de 10 puntos

El colapso se originó tras un ultimátum lanzado por Wilders, quien exigía la adopción inmediata de un plan de 10 puntos destinado a recortar de forma drástica la migración a Países Bajos. Las propuestas incluían:

  • El uso del ejército para resguardar las fronteras terrestres.
  • La expulsión de todos los solicitantes de asilo.
  • La derogación de leyes de protección humanitaria para migrantes.
  • La prohibición de acogida colectiva de refugiados.
  • Controles fronterizos unilaterales dentro del espacio Schengen.

Wilders dejó claro que si no se implementaban estas medidas, su partido se desvincularía del ejecutivo: “Si no hay una política migratoria estricta, mi partido sale del gabinete”. Una amenaza que cumplió, iniciando una crisis política en el corazón de Europa occidental.

Reacciones inmediatas: entre la indignación y el desconcierto

Dilan Yesilgöz, líder del VVD y ministra de Seguridad y Justicia, reaccionó de forma tajante: “Estoy en shock. Esta decisión es absolutamente irresponsable”. Según afirmó, el propio primer ministro Schoof había pedido cordura a los líderes de partido mostrando la gravedad del momento que vive Europa: “Una guerra en nuestro continente, una posible crisis económica de camino... y ahora esto”.

La reunión en el Parlamento en La Haya apenas duró unos minutos. Lo que debía ser una revisión de pactos se transformó en una ruptura inmediata. Con la salida del PVV, la coalición queda técnicamente disuelta, lo que podría provocar la caída formal del gabinete en los próximos días.

Geert Wilders: del ostracismo al eje del poder

Durante más de 15 años, Wilders fue una figura marginal en la política neerlandesa, conocido por sus declaraciones inflamatorias contra el islam y la inmigración, muchas veces tildadas de racistas y xenófobas. Llegó incluso a ser procesado judicialmente por incitación al odio.

No obstante, en 2023 su victoria electoral marcó un giro dramático: pasó de líder opositor radical a socio necesario en el gobierno. Sin embargo, su incapacidad para formar consensos dentro del marco democrático tradicional ha vuelto a dejarlo fuera.

Como señala el politólogo René Cuperus de la Universidad de Ámsterdam: “El experimento de incluir a la extrema derecha en un gobierno formal ha fracasado. Wilders solo sabe construir muros, no puentes”.

Un momento de máxima tensión internacional

La crisis no pudo llegar en peor momento. En menos de tres semanas, La Haya será sede de una cumbre de la OTAN, clave para definir la estrategia de defensa europea frente a Rusia.

La posible caída del gobierno genera serias dudas sobre la estabilidad institucional de Países Bajos y su eficacia para actuar en plena emergencia geopolítica. “Esto juega a favor de Putin. La división interna en Occidente le da ventaja”, advirtió el analista político belga Nicolas Verhulst.

El problema de fondo: inmigración en Países Bajos

El debate sobre la migración ha escalado con fuerza en los últimos años en Países Bajos. Según datos del CBS (Oficina Central de Estadísticas), el país recibió a más de 220,000 migrantes en 2023, la cifra más alta en su historia. De ellos, 71,000 eran solicitantes de asilo, muchos provenientes de Siria, Afganistán e Irak.

Wilders capitalizó el creciente descontento social ante la “crisis de viviendas”, atribuyéndolo al incremento de población extranjera. Su discurso ha calado especialmente en zonas rurales y pequeños municipios, donde el acceso a servicios públicos es más limitado.

Esto ha producido una fractura cultural en la sociedad neerlandesa: por un lado, ciudades cosmopolitas como Ámsterdam o Utrecht, más acogedoras con los migrantes; por otro, provincias del norte y este con sentimiento de abandono estatal.

Un estudio del caso: una mezcla tóxica

Políticamente, lo ocurrido en Países Bajos recuerda la reciente salida del gobierno de Austria del partido FPÖ en 2019, tras escándalos por su cercanía con sectores neonazis. Al igual que entonces, la normalización de figuras extremistas en entidades gobernantes tiende a generar inestabilidad.

“No puedes construir un gobierno estable con quienes no creen en el sistema democrático que lo sostiene”, concluye la profesora Louise Haan de la Universidad Erasmus de Róterdam.

Desde Bruselas, el malestar también es patente. La Comisión Europea teme que el colapso neerlandés envalentone a otras derechas radicales dentro de la UE, especialmente en Hungría, Eslovaquia e Italia.

¿Y ahora qué sigue?

Con el gabinete en descomposición, podrían convocarse nuevas elecciones en un rango de 60 a 90 días. Otra opción sería que Dick Schoof intentara conformar una nueva mayoría parlamentaria sin el PVV, aunque eso parece improbable dada la correlación actual de fuerzas.

Lo más preocupante es que, aun con su salida, Wilders sigue siendo el líder del partido más votado. Su influencia política no ha desaparecido. Podría regresar con mayor fuerza en una nueva contienda electoral, alimentando aún más la polarización.

Como lo sintetizó el semanario De Groene: “Hemos domesticado a la serpiente antiinmigrante. Ahora no sabemos cómo sacarla de casa”.

Lecciones para el continente

La experiencia neerlandesa sirve como advertencia al resto de Europa: confiar la gobernabilidad a partidos con ideologías excluyentes y nacionalistas puede debilitar más de lo que refuerza a la democracia.

Y es que más allá de la política partidaria, hay algo esencial en juego: el pacto social que garantiza que las diferencias se resuelvan con diálogo, no con amenazas.

Con el tablero reiniciado en La Haya, la pregunta sigue abierta: ¿puede Europa resistir el avance del extremismo dentro de su corazón institucional? El experimento Wilders, al menos por ahora, ha terminado en desastre.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press