Bali, cocaína y pena de muerte: el oscuro rostro del paraíso turístico
Tres británicos enfrentan la pena capital por narcotráfico en Indonesia, un país con leyes antidrogas implacables y donde el turismo convive con la sentencia de muerte
El caso que sacude a Bali: droga escondida en postres
El 1 de febrero de 2025, el paraíso turístico de Bali, Indonesia, se convirtió en escenario de un nuevo caso de narcotráfico internacional que ha acaparado titulares en todo el mundo. Tres ciudadanos británicos —Jonathan Christopher Collyer (28), Lisa Ellen Stocker (29) y Phineas Ambrose Float (31)— están siendo juzgados por intentar introducir casi un kilogramo de cocaína al país bajo el disfraz más curioso: sobres del postre Angel Delight.
Las autoridades indonesias, que aplican una de las legislaciones antidrogas más estrictas del mundo, descubrieron 17 sobres en total (10 en la maleta de Collyer y 7 en la de Stocker), con un peso combinado de 993,56 gramos de cocaína. El valor estimado en el mercado local ronda los 6 mil millones de rupias, aproximadamente 368.000 dólares.
Cómo cayeron: el operativo en cadena
Tras interceptar a la pareja en el aeropuerto de Denpasar, las autoridades montaron una entrega vigilada que llevó al arresto de Phineas Float apenas dos días después, cuando acudió a recibir la droga en el estacionamiento de un hotel. Los tres enfrentan ahora cargos en juicios separados y, si son declarados culpables, se enfrentan a la pena de muerte.
Según Ponco Indriyo, subdirector de la unidad de narcóticos de la policía de Bali, los tres acusados habían logrado introducir cocaína con éxito al menos dos veces antes de ser detenidos en su tercer intento. Las autoridades también confirmaron que habían utilizado el aeropuerto de Doha, en Qatar, como escala.
Indonesia: cero tolerancia con las drogas
Indonesia no se anda con rodeos. Bajo su ley de estupefacientes, el tráfico de drogas puede castigarse con la muerte, y esas penas se aplican de forma efectiva. El país tiene actualmente alrededor de 530 personas en el corredor de la muerte, incluyendo 96 extranjeros, la mayoría de ellos por delitos relacionados con narcóticos.
Desde 2016, año en que se llevaron a cabo las últimas ejecuciones, la pena capital sigue muy presente como política de disuasión. Esa ejecución incluyó a tres extranjeros y un ciudadano indonesio, todos por tráfico de drogas.
Caso Lindsay Sandiford: la advertencia ignorada
El ejemplo más célebre y temido para los extranjeros es el de Lindsay Sandiford, una británica arrestada en 2012 cuando intentó introducir 3,8 kg de cocaína en Bali. Su caso ha sido ampliamente documentado:
- La droga estaba oculta en la estructura de su equipaje.
- Fue sentenciada a la pena de muerte en 2013.
- Sigue en prisión, esperando su ejecución, más de una década después.
A pesar de múltiples intentos de apelación y la presión de grupos de derechos humanos, la Corte Suprema de Indonesia ratificó la pena.
La pena de muerte como arma disuasoria… ¿funciona?
Aunque Indonesia mantiene su postura tajante, expertos en derechos humanos y criminólogos han cuestionado la efectividad disuasoria de estas leyes. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Indonesia sigue siendo un nodo importante en las redes de contrabando de drogas en Asia debido a su posición geográfica estratégica y su creciente población joven, objetivo principal de las redes de narcotráfico.
En palabras de un portavoz de UNODC:
“La existencia de la pena de muerte no ha frenado que Indonesia siga siendo utilizada como ruta de tránsito por cárteles internacionales.”
Una mezcla peligrosa: turismo, narcóticos y juicio mediático
El caso actual se vuelve aún más mediático dadas las nacionalidades de los implicados. Bali es un destino de ensueño para millones de viajeros británicos y europeos cada año. En 2023, más de 6 millones de turistas internacionales visitaron Indonesia, muchos de ellos con Bali como objetivo principal.
Sin embargo, esas cifras también ocultan un submundo donde algunos visitantes buscan lucrarse con el turismo… del crimen. Las autoridades indonesias han advertido que el turismo no debe ser un escudo para el delito. La mayoría de palestinos detenidos por drogas en Indonesia han sido atrapados en puntos turísticos de Bali, Yakarta y Lombok.
¿Farsa o justicia estricta? Reacciones encontradas
El Reino Unido no ha emitido aún una posición oficial sobre el caso más allá del protocolo consular, pero la opinión pública británica está dividida:
- Algunos opinan que los acusados deben enfrentar las consecuencias en el país donde cometieron el delito.
- Otros critican el uso de la pena de muerte y piden que el Reino Unido haga más por sus ciudadanos detenidos.
Desde Amnistía Internacional hasta Human Rights Watch, distintas ONGs recuerdan que:
“La pena de muerte es una violación de los derechos humanos, sin importar la gravedad del delito cometido.”
El dilema ético de los gobiernos occidentales
Este caso pone a prueba el equilibrio entre condenar el tráfico de drogas y proteger los derechos de sus ciudadanos. ¿Debe un país como el Reino Unido intervenir diplomáticamente para evitar la pena de muerte de sus ciudadanos? ¿O debe respetar la soberanía judicial indonesia?
El precedente es claro: no se intervendrá oficialmente más allá de ofrecer asistencia legal básica. En el caso Sandiford, el Reino Unido se negó a financiar su defensa, una decisión criticada por familiares y activistas.
¿Una advertencia global?
“El mundo necesita prestar atención”, dijo un portavoz de la UNODC en 2024. “El caso de Bali no es único. Se repite con variaciones en Camboya, Tailandia, Laos y Filipinas, todos países muy visitados por turistas occidentales”.
En ese sentido, expertos destacan que:
- Casi todos los estados del sudeste asiático aplican penas severas (cadena perpetua o pena de muerte) por tráfico de drogas.
- Estas leyes afectan mayoritariamente a jóvenes extranjeros reclutados por carteles internacionales bajo falsas promesas.
- El tráfico de estupefacientes en Asia mueve más de 60.000 millones de dólares al año.
El mensaje para los que creen en el turismo como negocio paralelo criminal parece claro: en el sudeste asiático, las consecuencias pueden ser fatales.
¿Sensacionalismo o lección global?
Este juicio, que continuará el 10 de junio con las declaraciones de testigos, seguirá captando atención global. Si son condenados a muerte, los tres británicos podrían convertirse en el nuevo símbolo del rígido sistema judicial indonesio, y a su vez en estandartes involuntarios del eterno debate: ¿es justificada la pena de muerte por narcotráfico?
Mientras tanto, en Bali, la vida sigue, entre playas, templos, turistas y juicios donde un sobre de polvo puede valer una vida entera.