Sikkim bajo amenaza: deslizamientos, tragedia y la lucha contra un enemigo silencioso

El noreste de India enfrenta una crisis humanitaria mientras las lluvias torrenciales provocan desastres naturales en cadena.

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Los paisajes montañosos del noreste de India, conocidos por su belleza inigualable, se han convertido en un escenario de tragedia y desolación. Desde hace varios días, fuertes lluvias monzónicas azotan la región, dejando un rastro de destrucción, muerte e incertidumbre. El estado de Sikkim, situado en la frontera con China, vive momentos críticos luego de que un gigantesco deslizamiento de tierra sepultara un campamento militar en Chaten.

Una base militar engullida por la tierra

El domingo 1 de junio de 2025, un “deslizamiento catastrófico” desencadenado por lluvias intensas golpeó una avanzada del Ejército en Chaten, al norte de Sikkim, a unos 120 km de la capital estatal, Gangtok. La tragedia dejó tres soldados muertos y otros seis desaparecidos, entre ellos un oficial, su esposa y su hija.

En un comunicado oficial, el ejército indio declaró que realiza una operación ininterrumpida para encontrar a los desaparecidos. Equipos especializados en búsqueda y rescate, acompañados por canes entrenados, helicópteros y maquinaria pesada, trabajan contra reloj entre el barro, la niebla y caminos colapsados.

Lluvias monzónicas: el poder devastador del clima

Las lluvias monzónicas son un fenómeno anual en India, pero su intensidad y frecuencia han aumentado en las últimas décadas como consecuencia del cambio climático. Según datos del Ministerio del Interior de India, al menos 36 personas han muerto en los últimos cuatro días en los estados de Arunachal Pradesh y Assam, mientras que miles permanecen refugiadas en campamentos gubernamentales tras la destrucción de sus hogares.

En Mizoram, estado colindante con Sikkim, las autoridades reportaron que más de 212 carreteras quedaron bloqueadas por derrumbes, dificultando el acceso de ayuda humanitaria y la movilidad de los habitantes. Esta situación coloca a la población en una posición extremadamente vulnerable.

Los antecedentes: una región históricamente frágil

La geografía montañosa y la ubicación tectónicamente activa convierten al noreste de India en una región propensa a desastres naturales. El año pasado, el mismo sector de Sikkim sufrió un desprendimiento similar que costó la vida a seis personas, incluyendo tres menores.

Expertos del Instituto Nacional de Gestión de Desastres (NDMA) han advertido en múltiples ocasiones sobre la vulnerabilidad de la infraestructura en áreas como Chaten, donde las carreteras y edificaciones se construyen muchas veces sin estudios geotécnicos apropiados.

Testimonios desde el terreno: la realidad de los desplazados

En Assam, donde las lluvias han provocado el desbordamiento de varios ríos, algunos pueblos enteros permanecen bajo el agua. Desde el distrito de Dhemaji, uno de los más afectados, llega el testimonio de Madhabi Gogoi, una madre de tres hijos:

“Todo lo que teníamos se fue con el agua. Dormimos en una escuela convertida en refugio, pero apenas tenemos comida. Mis hijos tienen miedo cada vez que llueve.”

Las imágenes aéreas muestran un panorama desolador: techos asomando por encima del agua, campos de cultivo arrasados y miles de personas formando filas para recibir alimentos, medicinas y agua potable.

Respuesta del gobierno y organismos internacionales

El gobierno central ha desplegado la Fuerza Nacional de Respuesta a Desastres (NDRF), mientras que organizaciones como la Cruz Roja India y Médicos Sin Fronteras están brindando apoyo logístico, médico y psicológico.

No obstante, una de las críticas más recurrentes entre la población civil es la lentitud en la respuesta inicial. Las carreteras intransitables, las lluvias continuas y la falta de infraestructura de emergencia dificultan cualquier operación de rescate eficaz. “El sistema colapsó en las primeras 24 horas. Nadie llegó hasta pasados dos días”, dijo un voluntario en Sikkim.

El impacto ambiental de la tragedia

Estos eventos no solo afectan directamente a la población. También traen consecuencia sobre el medio ambiente. Los deslizamientos de tierra removieron grandes masas forestales, lo que acelera la erosión del suelo y pone en riesgo diversas especies de flora y fauna endémicas.

Además, los derrames de combustible y químicos del campamento militar de Chaten han comenzado a infiltrar el subsuelo y amenazan fuentes naturales de agua.

¿Qué tan responsables somos del desastre?

Un grupo de científicos del Earth System Science Organisation (ESSO) señala que “el patrón errático del monzón se debe en gran medida al calentamiento global, inducido por actividades humanas”. La urbanización desmedida, deforestación para proyectos hidroeléctricos y turismo sin planificación han hecho de la región un polvorín medioambiental.

En palabras del geólogo Ashok Pandey:

“No podemos culpar solo a la naturaleza. Nuestra imprudencia ha hecho que lluvias que antes eran normales ahora puedan matar.”

Una tragedia que une fronteras

A pesar del conflicto político latente entre India y China sobre la región de Sikkim, ambos países han mantenido los canales diplomáticos abiertos. Tras conocer el desastre, la Cruz Roja China envió un mensaje de solidaridad y expresó su disposición a colaborar de manera humanitaria si fuera requerido.

Esto representa un rara muestra de cooperación en una zona geopolíticamente compleja. La tragedia, en su crudeza, demostró la humanidad común frente a las fuerzas desbordadas de la naturaleza.

La lucha continúa

Mientras los equipos de rescate continúan buscando sobrevivientes en Sikkim, cientos de miles de personas en toda la región siguen esperando que cese la lluvia, que llegue la ayuda o simplemente que la tierra deje de moverse.

Los habitantes del noreste de India muestran una resiliencia admirable, pero las autoridades deben tomar esta señal de alerta como una prueba irrefutable de que es momento de invertir más en prevención de desastres, en infraestructuras seguras y en una política ambiental coherente.

Detrás de cada número hay una historia de vida truncada, una familia destruida y una comunidad que lucha por salir adelante. El noreste de India no solo necesita ayuda: necesita esperanza, y sobre todo, necesita soluciones.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press