El odio disfrazado de justicia: El atentado en Boulder y una peligrosa escalada de violencia antisemita
Un ataque con cócteles molotov contra manifestantes pro-israelíes en Colorado revela un año de planificación, motivaciones extremistas y tensiones globales amplificadas en territorio estadounidense
Una mañana que se tornó terrorífica en Boulder
El domingo 2 de junio de 2024 pasará a la historia como una de las jornadas más sombrías para la comunidad judía en Boulder, Colorado. En plena celebración del Shavuot, mientras una veintena de ciudadanos estadounidenses ejercían su derecho a la libertad de expresión en la popular Pearl Street Mall como parte del colectivo Run For Their Lives, un hombre identificado como Mohamed Sabry Soliman perpetró un violento ataque con cócteles molotov que dejó 12 personas heridas.
Soliman, un egipcio de 45 años que residía ilegalmente en Estados Unidos, había planificado el atentado durante más de un año. Según documentos del caso, su motivación era clara: “quería matar a todos los asistentes”, a quienes definió como parte de un “grupo sionista”. Sus declaraciones posteriores a la detención no dejaron dudas sobre su odio visceral: no mostró arrepentimiento alguno y afirmó que lo volvería a hacer.
¿Quién es Mohamed Sabry Soliman?
Soliman llegó a Estados Unidos en agosto de 2022 con una visa B2 que expiró seis meses después, en febrero de 2023. Desde entonces, residía de forma ilegal en Colorado Springs junto a su esposa y cinco hijos. Según la información aportada por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), había solicitado asilo en septiembre de 2022 y recibió un permiso de trabajo en marzo de 2023, ya vencido al momento del ataque.
El atacante tenía experiencia militar previa, habiendo vivido 17 años en Kuwait antes de mudarse a EE. UU. Además, intentó adquirir un arma de fuego legalmente, pero fue rechazado por su estatus migratorio. Sin embargo, llevó a cabo su objetivo mortal utilizando 18 cócteles molotov artesanales, de los cuales sólo lanzó dos antes de detenerse, según confesó, por miedo.
El modus operandi: fuego, caos y un intento frustrado
Vestido como jardinero, Soliman escondía los explosivos en una mochila y en un pulverizador agrícola. Según los informes policiales, su intención original era rociar gasolina sobre todas las personas presentes y lanzar los dispositivos incendiarios para matarlas a todas.
Los cócteles molotov, confeccionados con botellas de vino rellenas de combustible y trapos rojos, produjeron daños significativos. Seis personas fueron hospitalizadas, una de ellas con quemaduras tras prenderse fuego su ropa. El atacante también resultó herido, aparentemente al incendiarse parcialmente al lanzar el segundo artefacto.
El telón de fondo: guerra Israel-Hamás y explosión del antisemitismo global
El atentado en Colorado se contextualiza dentro del conflicto más amplio entre Israel y Hamás en Gaza, el cual ha incrementado tensiones religiosas y étnicas en todo el mundo. Desde el ataque del 7 de octubre de 2023 —en el que milicianos de Hamás mataron a 1.200 israelíes y tomaron 251 rehenes—, Israel ha lanzado una ofensiva que ha resultado en la muerte de más de 54.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza. Sin embargo, el ejército israelí afirma que ha matado a 20.000 combatientes.
Este conflicto sangriento ha desatado una ola de violencia antisemita en múltiples países. El 7 de mayo de 2024, un hombre que también gritaba “Liberen Palestina” mató a dos empleados de la embajada de Israel frente a un museo judío en Washington, D.C.
Según el Anti-Defamation League (ADL), los incidentes antisemitas en EE. UU. aumentaron un 335% tras el inicio del conflicto, entre octubre de 2023 y enero de 2024, comparado con el mismo periodo del año anterior. Estas cifras subrayan la gravedad del fenómeno que dejó atrás los terrenos bélicos para trasladarse a las calles estadounidenses.
Un crimen de odio federal e intento de asesinato
Soliman fue acusado tanto a nivel estatal como federal. A nivel estatal, enfrenta cargos por intento de asesinato e infracciones relacionadas con el uso de dispositivos incendiarios. A nivel federal, fue imputado por crimen de odio, argumento sustentado por las declaraciones que brindó tras el ataque y sus publicaciones en redes sociales.
Durante una conferencia de prensa, J. Bishop Grewell, fiscal interino del distrito de Colorado, enfatizó: “cuando fue entrevistado sobre el ataque, dijo que quería que todos murieran, que no tenía remordimientos y que lo haría de nuevo”. Estas declaraciones han escalado la gravedad del asunto, aumentando la probabilidad de una condena con una sentencia de cadena perpetua.
La respuesta de la comunidad: dolor, miedo e indignación
El colectivo Run For Their Lives suele realizar manifestaciones semanales pidiendo la liberación de los rehenes israelíes. Miri Kornfeld, organizadora con sede en Denver, afirmó que la comunidad está conmocionada: “El ataque fue tan repentino y brutal que muchos de los presentes no sabían cómo reaccionar. Gracias a Dios, no perdimos vidas, pero el trauma emocional es profundo”.
Imágenes del ataque muestran a personas intentando apagar el fuego arrojando agua sobre una mujer en el suelo, quien aparentemente se había prendido en llamas por los cócteles molotov. La escena fue grabada por Alex Osante, testigo ocular proveniente de San Diego, cuyo video circuló por redes sociales provocando horror e indignación.
El extremismo como amenaza interna creciente
Este atentado reaviva el debate sobre el extremismo violento de origen interno en Estados Unidos. Desde el atentado en Charlottesville (2017) hasta el asalto al Capitolio (2021), el país ha visto un ascenso preocupante de acciones motivadas por ideologías de odio.
Según el FBI, el extremismo violento doméstico es actualmente una de las principales amenazas para la seguridad nacional. En el caso de Soliman, aunque nació en Egipto, su radicalización ocurrió dentro del territorio estadounidense. El hecho de que hubiera tomado un curso de porte de armas e intentado adquirir legalmente un arma cuestiona los mecanismos de control e identificación temprana de amenazas.
¿Puede Estados Unidos proteger a sus ciudadanos frente al odio disfrazado de ideología?
Mientras que el ataque de Boulder está siendo manejado con contundencia judicial, sigue flotando en el aire una pregunta clave: ¿Qué más puede hacer la sociedad para prevenir actos tan despiadados? La inclusión de mecanismos más severos contra el extremismo, una mejora en los procesos de control migratorio y estrategias de educación intercultural parecen ser parte de la respuesta necesaria.
La libertad de expresión es uno de los pilares fundamentales de la democracia estadounidense. Atentar contra quienes la ejercen —independientemente del contenido de su mensaje— no solo es inmoral, sino que amenaza la esencia misma del país. Aunque no se perdieron vidas, el ataque de Soliman dejará una marca permanente en la memoria colectiva de Boulder y, por extensión, de toda una nación que todavía lucha por mantenerse unida frente a un mundo cada vez más polarizado.
La siguiente audiencia de Mohamed Sabry Soliman está programada para el jueves. Se espera que enfrente más cargos y que la fiscalía federal busque una acusación formal del gran jurado.