Corea del Sur ante el abismo: elecciones urgentes tras la caída de Yoon Suk Yeol

Una nación dividida, una elección exprés y un futuro incierto: así se vive la histórica votación en Seúl tras el escándalo presidencial

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Un giro inesperado en la política surcoreana

En un hecho político sin precedentes, Corea del Sur celebra elecciones presidenciales urgentes este 3 de junio de 2025 para reemplazar al ya exmandatario Yoon Suk Yeol. Su destitución —provocada por la intempestiva declaración de ley marcial frente a crecientes protestas— ha sacudido los cimientos democráticos de una de las economías más sólidas de Asia. Desde la consolidación de su democracia en la década de 1980, Corea del Sur había vivido transiciones presidenciales relativamente estables. Sin embargo, esta elección marca la excepción: el ganador tomará posesión inmediatamente al día siguiente, sin el habitual periodo de transición de dos meses.

¿Quiénes disputan el poder?

Cuatro figuras dominan el escenario político actual:
  • Lee Jae-myung (Partido Democrático): exgobernador de Gyeonggi y líder progresista con un fuerte enfoque en políticas sociales y redistribución de la riqueza.
  • Kim Moon Soo (Partido del Poder del Pueblo): conservador veterano respaldado por los sectores más tradicionales y corporativos.
  • Lee Jun-seok (Nuevo Partido de Reforma): una figura emergente entre los jóvenes, con una postura liberal en lo económico pero sociopolíticamente ambigua.
  • Kwon Young-guk (Partido Laborista Democrático): con presencia marginal, representa al pequeño pero activo bloque sindicalista de izquierda.
Las encuestas muestran una reñida lucha entre Lee Jae-myung y Kim Moon Soo, con menos del 5% de diferencia entre ambos, generando nerviosismo tanto dentro como fuera de Corea del Sur. La encuesta nacional de Gallup Korea del 30 de mayo indica que Lee Jae-myung lideraba con un 41% de intención de voto, seguido por Kim Moon Soo con el 37%, mientras que Lee Jun-seok acumulaba un interesante 17%.

Yoon Suk Yeol: del conservadurismo al colapso

Yoon, fiscal de carrera, llegó al poder en 2022 impulsado por un movimiento conservador que abogaba por mano dura contra la corrupción. Sin embargo, su mandato fue turbulento desde el inicio. Enfrentó huelgas estudiantiles, protestas sindicales e incluso críticas por su tibia respuesta al auge del desempleo juvenil, que en febrero de 2025 alcanzó el 12,6%, su nivel más alto en una década. La gota que colmó el vaso fue su imposición de una ley marcial parcial durante la primavera, autorizando al ejército a intervenir en las protestas universitarias sin aprobación parlamentaria. El Tribunal Constitucional falló rápidamente en su contra bajo el argumento de "abuso del poder ejecutivo" y "violación del principio de proporcionalidad".

Un país polarizado

La sociedad surcoreana vive profundamente dividida. Mientras los sectores conservadores acusan a la izquierda de fragilidad moral y bancarrota institucional, los progresistas denuncian los intentos autoritarios de la derecha bajo el pretexto de la seguridad nacional. "Esta elección definirá la dirección del país: reforma real o regreso al autoritarismo", dice Han Min-joon, politólogo de la Universidad Sogang. La elección también ha sido un terreno fértil para la desinformación en redes sociales. Según un informe de KISA (Korea Internet & Security Agency), se registraron más de 6,000 casos de noticias falsas relacionadas con los candidatos solo en abril y mayo.

Los desafíos del próximo presidente

El nuevo presidente asumirá con una lista considerable de desafíos:
  • Economía estancada: con un crecimiento de apenas 1.1% en el primer trimestre, la economía surcoreana lucha por recuperarse del impacto pospandemia.
  • Desempleo joven: se ha convertido en una crisis estructural, con miles de jóvenes sobrecalificados sin acceso a empleo estable.
  • Tensiones con Corea del Norte: recientemente, Pyongyang ha multiplicado sus ejercicios militares y ensayos de misiles.
  • Crisis de vivienda: el precio de los apartamentos en Seúl se ha duplicado en seis años, generando una burbuja que amenaza con estallar.
Lee Jae-myung plantea una solución “desde abajo hacia arriba” basada en programas de renta básica, mayor intervención estatal en el mercado inmobiliario y una reforma tributaria progresiva. Kim Moon Soo propone “disciplina fiscal”, baja de impuestos para estimular el crecimiento y mano firme ante las amenazas geopolíticas.

Lee Jae-myung: la resiliencia del opositor

Conocido por su estilo directo y sus propuestas populistas, Lee Jae-myung ha sido una figura polarizadora desde sus días como gobernador. Enfrentó cargos por difamación en 2023 que luego fueron desestimados, situación que algunos vieron como una persecución política. Desde entonces ha fortalecido sus lazos con sectores jóvenes y trabajadores urbanos, quienes ven en él un defensor contra el elitismo social. "Corea necesita justicia fiscal, vivienda justa y futuro para nuestros hijos", dijo Lee en su mitin final en el Complejo Deportivo de Jamsil, lanzando una pelota de béisbol al público.

Kim Moon Soo: el veterano que apuesta al orden

Kim, con una larga trayectoria en el legislativo y exgobernador de Gyeonggi, se presenta como la opción de estabilidad tras la debacle de Yoon. Encarna los valores tradicionales y ha sido respaldado por grupos evangélicos, empresarios y pensionistas. Durante el último debate televisado, enfatizó que “Corea necesita firmeza, no promesas ilusorias”, y propuso volver a revisar los libros escolares para reforzar la moralidad cívica y el respeto por la autoridad, generando debate entre los jóvenes.

Lee Jun-seok: el outsider digital

El más joven de los candidatos, Lee Jun-seok ha revolucionado la campaña con su habilidad en redes sociales y su lenguaje moderno. Se dirige a los jóvenes que ven a los partidos tradicionales como corruptos y desconectados. A sus 39 años, podría ser una sorpresa en esta elección si logra capitalizar el voto indeciso, que supera el 15%. Su campaña gira en torno a libertades individuales y desregulación tecnológica. Sin embargo, ha sido criticado por su falta de experiencia ejecutiva y su tibieza en temas sensibles como salud pública y seguridad exterior.

Una transición relámpago

Una de las grandes particularidades de esta elección es que el nuevo presidente asumirá el poder apenas un día después de los comicios: el 4 de junio. Esta dinámica pone a prueba la capacidad administrativa del ganador, quien deberá conformar rápidamente su gabinete y enfrentar una opinión pública exigente. Según la Constitución surcoreana, esta medida solo se activa cuando un presidente es destituido antes de completar su mandato. El último precedente fue la histórica destitución de Park Geun-hye en 2017, aunque en aquel momento se concedieron semanas de preparación al sucesor Moon Jae-in.

Expectativa regional y mundial

La incertidumbre también afecta a los aliados internacionales de Corea del Sur. Estados Unidos, que mantiene 28,500 tropas en territorio surcoreano, monitorea de cerca la situación. Japón y China también siguen con atención el desenlace, especialmente por las implicaciones en la política de defensa y comercio regionales. Los mercados bursátiles, por su parte, han reaccionado con moderado optimismo, esperando una resolución estable. El índice KOSPI subió un 1,4% el lunes previo al voto, reflejando expectativas de continuidad institucional.

¿Una nueva página para Corea del Sur?

Más allá de los nombres, Corea del Sur se enfrenta a una elección que marcará el rumbo de su democracia. Tras la inesperada caída de Yoon Suk Yeol, la nación asiática tiene ante sí una oportunidad para reinventarse y reafirmar sus valores republicanos. Los ojos del mundo están puestos en Seúl, y cualquier resultado será histórico.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press