Tulsa frente al pasado: un nuevo plan de reparación por la Masacre Racial de 1921
El alcalde Monroe Nichols presenta una propuesta histórica para revitalizar Greenwood y apoyar a los descendientes del ataque más mortífero contra afroamericanos en EE.UU.
Tulsa, Oklahoma vuelve a estar en el foco de la conversación nacional sobre justicia racial. El nuevo alcalde de la ciudad, Monroe Nichols —primer alcalde afroamericano de la ciudad— ha lanzado una propuesta ambiciosa: la creación de un fondo fiduciario privado de 100 millones de dólares destinado a beneficiar a los descendientes de las víctimas de la Masacre Racial de Tulsa de 1921.
Un episodio borrado de la historia, pero no del alma de Tulsa
La Masacre Racial de Tulsa ocurrió entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1921, cuando una turba de ciudadanos blancos, armados y respaldados tácitamente por autoridades locales, atacó el distrito Greenwood, conocido como “Black Wall Street” por su prosperidad económica y propiedad negra. Se estima que entre 100 y 300 personas negras fueron asesinadas, miles quedaron sin hogar y más de 1,200 casas fueron quemadas.
Durante décadas, este episodio fue ignorado por libros de historia, gobiernos estatales y medios de comunicación. Apenas a finales de los años 90 comenzaron las investigaciones oficiales y conmemoraciones formales gracias a la presión de activistas, historiadores y descendientes de las víctimas.
Monroe Nichols y su "camino hacia la reparación"
Monroe Nichols acaba de asumir el cargo como el primer alcalde negro de Tulsa y ha convertido el tema de la reparación en una de sus prioridades. No utiliza la palabra “reparaciones” —la considera cargada políticamente—, sino que la sustituye por el término “camino hacia la reparación”.
“Esto es un primer paso significativo”, declaró Nichols en el Centro Cultural Greenwood. “Podemos unirnos en torno a la inversión en vivienda y en la revitalización del distrito Greenwood para que vuelva a ser un centro económico”.
¿Qué incluye el plan?
El plan propuesto por Nichols busca establecer un fideicomiso de carácter privado con el objetivo de acumular 105 millones de dólares en activos para 2026. Aunque los detalles específicos serán desarrollados por una junta directiva y un ejecutivo, ya se han anunciado algunos puntos clave:
- 60 millones de dólares serán destinados a mejoras de infraestructura y revitalización urbana de la parte norte de la ciudad, donde residía la mayoría de la población afroamericana de Tulsa.
- Programas de ayuda para compra de vivienda, reparación de casas e incentivos educativos —incluyendo becas— para los descendientes de las víctimas del ataque.
- Fondos para apoyar negocios y espacios culturales en Greenwood.
El debate sobre pagos directos
Una parte crucial del debate gira en torno al hecho de que el plan no incluirá pagos en efectivo directos ni para los descendientes ni para los últimos dos sobrevivientes vivos de la masacre: Viola Fletcher y Leslie Benningfield Randle, ambos de 110 años.
Jacqueline Weary, nieta de un sobreviviente llamado John R. Emerson Sr., planteó su escepticismo: “Eso fue una herencia que nos fue arrebatada”, señaló. “Si Greenwood siguiera en pie, mi abuelo aún tendría su hotel. Su riqueza —y la nuestra— fue destruida por el odio”.
Muchos activistas han insistido en que deberían realizarse compensaciones económicas directas, no solo como un símbolo, sino como medio para restaurar una riqueza intergeneracional que fue destruida.
Una tendencia nacional en crecimiento
Tulsa no está sola. Varias ciudades y estados de EE.UU. han lanzado sus propios programas de reparación:
- Evanston, Illinois se convirtió en 2019 en la primera ciudad del país en crear un programa de reparaciones utilizando impuestos del cannabis legalizado. Las familias elegibles recibieron hasta 25,000 dólares para viviendas.
- Asheville, Carolina del Norte, aprobó un programa de reparaciones económicas en 2020.
- California conformó una comisión que propuso pagar hasta 1.2 millones de dólares en compensación a individuos afroamericanos afectados históricamente por discriminación estructural.
- Instituciones como la Universidad de Georgetown y denominaciones religiosas como la Iglesia Episcopal también han lanzado sus propias iniciativas.
La política del recuerdo: ¿qué papel juega en todo esto?
En marzo de 2025, Nichols firmó una orden ejecutiva que declara el 1 de junio como el Día de Conmemoración de la Masacre Racial de Tulsa. Esta fecha será un feriado oficial en la ciudad y busca institucionalizar la memoria colectiva del evento.
“La masacre de Greenwood no solo acabó con cientos de vidas y miles de hogares; acabó con una posibilidad de crecimiento económico que habría situado a Tulsa como un centro regional comparable con Atlanta o Chicago”, dijo el alcalde.
Obstáculos legales y políticos
Sin embargo, el camino no será fácil. La propuesta no requiere aprobación directa del consejo municipal, salvo cuando se trate de transferencias de terrenos públicos al fideicomiso. Pero la tensión política es elevada, especialmente en un contexto nacional donde programas enfocados en equidad, diversidad e inclusión han sido atacados por voces conservadoras, incluido el expresidente Donald Trump.
En 2023, la Corte Suprema de Oklahoma desestimó una demanda presentada por sobrevivientes que buscaba compensación financiera por el ataque de 1921. La negativa provocó desmoralización entre las agrupaciones que luchan por justicia.
Damario Solomon-Simmons, abogado que representa a los sobrevivientes y fundador de la organización Justice for Greenwood Foundation, ha dicho anteriormente que cualquier plan que excluya pagos directos sigue siendo incompleto.
¿Un modelo para el futuro?
Aunque insuficiente para algunos, el plan de Nichols podría convertirse en un modelo intermedio de políticas de reparación: centrado en el desarrollo comunitario, recuperación económica y formación educativa sin pagar cheques individuales.
El tiempo dirá si este “camino hacia la reparación” puede sentar un precedente replicable o si, por el contrario, quedará como una medida simbólica ante una herida demasiado profunda para sanar con gestos institucionales.