Incendios en Canadá: Crisis ambiental, humanitaria y una llamada urgente al cambio

Más de 25,000 personas evacuadas, comunidades indígenas afectadas y calidad del aire deteriorada: una radiografía del fuego que amenaza a Norteamérica

La temporada de incendios forestales en Canadá ha vuelto a encender todas las alarmas y no solo las medioambientales. La magnitud de la crisis actual, que ya ha ocasionado la evacuación de más de 25,000 personas en tres provincias, es reflejo de una emergencia multidimensional: ambiental, sanitaria, social y, sin duda, política. La situación se ha tornado tan crítica que incluso ha comprometido la calidad del aire en partes significativas del norte de Estados Unidos.

Un infierno desatado: una mirada a las cifras

Alrededor de 17,000 residentes de Manitoba, incluyendo más de 5,000 solo en la ciudad de Flin Flon, han sido evacuados hasta el momento. En Saskatchewan se han registrado 8,000 evacuaciones y en Alberta otras 1,300 personas han tenido que abandonar sus hogares. Las cifras podrían aumentar si las condiciones meteorológicas no mejoran en los próximos días.

El primer ministro de Saskatchewan, Scott Moe, advirtió que “los próximos cuatro a siete días serán absolutamente críticos”, esperando que un cambio en los patrones de clima —específicamente lluvias intensas— ayude a contener los incendios.

La amenaza invisible: el humo como asesino silencioso

Los incendios no sólo han destruido bosques y hogares, sino que han cubierto de una densa capa de humo grandes extensiones de Canadá y partes de Estados Unidos. La Agencia de Seguridad Pública de Saskatchewan emitió un comunicado contundente: “A medida que aumentan los niveles de humo, también incrementan los riesgos para la salud”.

La calidad del aire ha alcanzado niveles “no saludables” en algunos sectores de Dakota del Norte, Montana, Minnesota y Dakota del Sur, según datos de AirNow, el programa de monitoreo ambiental de la EPA (Agencia de Protección Ambiental) de EE.UU.

Causas y contextos: ¿por qué arde Canadá con tanta intensidad?

El cambio climático tiene un rol protagónico. Temperaturas más altas, menor humedad, tormentas eléctricas secas y una gestión forestal cada vez más limitada en recursos crean las condiciones perfectas para que las llamas prosperen.

“Esta es la nueva normalidad, un mundo donde los incendios megaextremos se producirán con mayor frecuencia y con consecuencias devastadoras”, dijo Mike Flannigan, profesor de incendios forestales de la Universidad de Alberta.

La temporada de incendios en Canadá históricamente va de mayo a septiembre. Pero recientes años han demostrado que este calendario se está expandiendo. 2023 fue el peor año registrado: más de 18.5 millones de hectáreas fueron consumidas por el fuego, el equivalente a toda la superficie de Grecia.

Evacuaciones y desarraigo: la parte más humana de la tragedia

Una de las evacuaciones más dramáticas ocurrió en Cranberry Portage, una comunidad del norte de Manitoba, donde un incendio destruyó parte de la infraestructura eléctrica dejando a unos 600 habitantes sin energía. En Winnipeg, la mayoría de los hoteles están colapsados de evacuados, turistas y viajeros de negocios.

La Gran Jefa de la Asamblea de Jefes de Manitoba, Kyra Wilson, declaró que esta es una de las mayores evacuaciones desde la década de 1990:

“Es triste ver a nuestros niños durmiendo en los suelos. La gente está en pasillos o esperando afuera; necesitamos unirnos. Están cansados”.

Los líderes indígenas demandan medidas más humanas y eficientes por parte de las autoridades provinciales, incluyendo una directriz para que los hoteles den prioridad a los evacuados antes que a turistas o eventos corporativos.

El papel de Estados Unidos: más allá de la frontera

La dimensión de la emergencia ha cruzado fronteras. El Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha enviado un avión cisterna y se comprometió a despachar 150 bomberos junto con equipo especializado para enfrentar los incendios en Alberta.

En paralelo, se reportó otro incendio en Idaho, estado fronterizo con Canadá, que ya ha consumido 20 hectáreas. Aunque más contenible, es una señal de cómo la situación puede replicarse rápidamente al sur si no se toman medidas preventivas.

Impacto ambiental y biodiversidad: la pérdida que no se ve

Más allá del drama humano, el desastre actual representa una catástrofe para ecosistemas y diversidad biológica. Decenas de especies están viendo sus hábitats naturales reducidos a cenizas. Aves migratorias, mamíferos medianos, e incluso especies en peligro enfrentan una carrera contra el tiempo.

Según un estudio del Canadian Wildlife Service, los incendios forestales intensificados por el cambio climático han resultado en una disminución de hasta el 30% en poblaciones de aves nativas en ciertas zonas en apenas una década.

¿Es suficiente la respuesta oficial?

Las críticas no han faltado sobre la gestión de la crisis. Además de los problemas logísticos de alojar a miles de evacuados, muchas comunidades denuncian la falta de recursos materiales y humanos para enfrentar los incendios.

El gobierno federal y provincial ha activado algunos protocolos de apoyo, pero las circunstancias parecen desbordarlos. Incluso los aviones cisterna han tenido que ser retirados temporalmente (en algunos casos) por culpa del humo o incursiones con drones, lo que dificulta notablemente la acción aérea contra el fuego.

Una ventana al futuro: ¿qué se puede hacer ahora?

Expertos proponen que la única vía viable pasa por una inversión decidida en:

  • Prevención y manejo forestal: creación de cortafuegos naturales, limpieza de material combustible y educación comunitaria.
  • Tecnología satelital y de detección temprana: implementar mejores sistemas de monitoreo en tiempo real.
  • Políticas de cambio climático: reducir la emisión de gases de efecto invernadero e integrar el concepto de resiliencia climática en el desarrollo territorial.

Lo sucedido en Canadá no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia más amplia donde la crisis climática está tomando una forma tangible a través de olas de calor, incendios, inundaciones y fenómenos extremos en todo el mundo.

Un llamado al liderazgo y a la solidaridad

La emergencia en las provincias canadienses afecta desde pueblos indígenas hasta grandes ciudades, desde bosques boreales hasta estudiantes con problemas respiratorios en Estados Unidos. Demuestra que el fuego no tiene fronteras y que nuestras respuestas deben ser igual de globales, coordinadas y humanas.

Mientras Manitoba, Saskatchewan y Alberta rezan por lluvia, el resto del hemisferio debe actuar: no solo enviando aviones y equipos, sino también empujando una agenda proactiva frente al cambio climático que frene esta espiral descendente.

Porque hoy arde el norte, pero mañana podría arder el mundo entero.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press