Cómo ayudar a los niños a descubrir su pasión profesional desde pequeños

Del juego con Legos a la diplomacia internacional: por qué es vital exponer a los niños a diversas trayectorias laborales y cómo lograrlo

Cuando Angelina Rivera tenía ocho años, una experiencia durante un viaje familiar a Honduras cambió su forma de ver el mundo. Un control policial tenso e injusto sembró en ella una conciencia sobre la desigualdad y el trato diferenciado que reciben las personas por su apariencia o ubicación geográfica. Aunque de niña soñaba con ser científica, ese momento marcó el inicio de una curiosidad política que la llevó años después a estudiar relaciones internacionales y hoy, a sus 22 años, trabaja en el Consulado General de Japón en Detroit.

Como ella, muchas personas descubren su verdadera vocación girando en direcciones inesperadas, motivadas por vivencias personales, al estar expuestas a nuevas realidades o al experimentar diferentes roles. Lo que está claro, según expertos en desarrollo infantil y orientación vocacional, es que la infancia es una etapa clave para sembrar la semilla de vocaciones futuras.

¿Por qué empezar temprano?

“Los niños empiezan a formarse ideas sobre las ocupaciones a edades muy tempranas, incluso desde los 4 o 5 años”, señala Jennifer Curry, profesora de la Universidad Estatal de Luisiana y especializada en preparación vocacional. “El objetivo no es que elijan una carrera, sino que descubran que existe un mundo de posibilidades y no se autoexcluyan de ellas por su género, raza o clase social”.

La idea de que las niñas solo pueden ser enfermeras, o los niños bomberos o policías, aún persiste en ciertos contextos, y eso limita la imaginación profesional desde muy temprano. Darles acceso a una variedad de profesiones y mostrarles que hay muchas más allá de las tradicionales es una herramienta poderosa.

La vida cotidiana como fuente de inspiración

Los primeros contactos con el mundo laboral no se dan en la universidad sino en casa, en la calle, en un supermercado o en la escuela. Ver al médico de cabecera, saludar al conductor del camión de la basura o comprar en una panadería son momentos ideales para empezar una conversación con los niños sobre lo que hace cada persona y por qué su tarea es importante.

“¿Viste ese puente? Detrás de él hubo arquitectos, obreros, ingenieros, soldadores”, propone Curry como ejemplo. Si el niño ama construir con Legos, relacionar ese juego con profesiones reales puede abrir sus horizontes. Lo mismo con juegos de rol: si juega a ser doctor, explicar que en un hospital también trabajan técnicos en rayos X, enfermeros o administrativos ayuda a ampliar su visión.

El rol de la representación

Un aspecto que muchos padres y educadores pasan por alto es que la representación también importa en la exploración vocacional. Ver solo a hombres blancos como astronautas o científicos en libros infantiles puede llevar a un niño latino o a una niña afrodescendiente a concluir que esas ocupaciones no son para ellos. Por eso, mostrar diversidad es tan importante como hablar de variedad profesional.

Por ejemplo, Curtis Sparrer, fundador de una agencia de relaciones públicas, escribió un libro infantil donde el protagonista tiene diez años y se adentra en el mundo del PR. Lo hizo porque detectó una carencia masiva de libros sobre ciertas ocupaciones, y porque de niño se sentía confundido: las películas lo hacían creer que todos los trabajos interesantes consistían en pilotar naves espaciales.

Conectar intereses y personalidad con ocupaciones

Más allá del contenido temático, también es útil observar cómo se desenvuelven los niños: si prefieren trabajar en equipo, si disfrutan resolver puzles, si son más comunicativos o reservados. María Flynn, CEO de Jobs for the Future, enfatiza que estas características tempranas son claves para proyectar una afinidad hacia determinadas profesiones.

“Cuando mi hija jugaba videojuegos en línea con amigos, noté su habilidad para dar instrucciones claras y resolver problemas en grupo. Le señalé que esas son competencias valiosas en muchos trabajos”, recuerda Flynn.

Explorar desde la escuela

En Estados Unidos, algunas escuelas secundarias y medias están reevaluando la forma en que preparan a los estudiantes para el futuro. Después de años en los que las escuelas técnicas o vocacionales perdieron prestigio frente a la universidad, se ha producido un redescubrimiento de su valor práctico y económico.

Clases de carpintería, mecánica, soldadura o electrónica vuelven a aparecer en los catálogos escolares. Además, se integran cursos electivos en salud, marketing y programación. “Es esencial que los jóvenes vean como una opción válida el aprendizaje basado en oficios o programas de certificación, donde se aprende ganando un ingreso”, sugiere Flynn.

Según el National Student Clearinghouse Research Center, la matrícula en universidades de dos y cuatro años aún está por debajo de los niveles pre-pandemia, mientras que los programas técnicos de dos años han incrementado su matrícula por encima de esos niveles. Esto sugiere que cada vez más estudiantes quieren otras opciones a la carrera universitaria convencional.

Certificados y acceso a trabajos bien remunerados

Catherine Imperatore, directora de contenido e investigación de la Asociación para la Educación Técnica y de Carreras Profesionales, destaca el aumento en la demanda de programas cortos que otorgan certificaciones en tecnología de la información o atención sanitaria. “Ofrecen un camino claro a trabajos estables y bien pagados”, indica.

Prepararse para un futuro con inteligencia artificial

Además de todo el espectro de ocupaciones tradicionales y nuevas profesiones emergentes, hay un factor transversal del que ya no se puede prescindir: la inteligencia artificial (IA). Hadi Partovi, CEO de Code.org, una iniciativa que promueve la enseñanza de programación en escuelas, asegura que comprender la IA será tan esencial como saber leer y escribir.

“Estamos en un mundo que cambia rápidamente y es vital que los niños lo comprendan desde pequeños. La IA no es ciencia ficción, ya está impactando miles de empleos”, advierte. Hablar con niños de seis o siete años sobre autos autónomos, o hacer que escriban sus propios programas de computadora, no solo no es prematuro, sino altamente recomendable.

Incluso si los padres no están familiarizados con estas herramientas, pueden aprender con sus hijos. Lo importante, afirma Flynn, es que también desarrollen habilidades duraderas como la curiosidad, la resiliencia y el trabajo en equipo. “Estas competencias nunca pasan de moda y se valorizan en cualquier entorno laboral”, añade.

El trabajo del futuro empieza en casa

Para ayudar a nuestros hijos a descubrir su vocación hay que ofrecer exposición, ejemplos variados, preguntas significativas y espacios para experimentar. El mundo laboral ya no se define solo desde la universidad, sino desde la línea de montaje, la programación infantil o un juego en una mesa familiar.

Una carrera no empieza cuando se obtiene un diploma, sino cuando alguien, a temprana edad, les dice a los niños: 'Tú puedes ser eso, tú también'.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press