Colapso de glaciares y avalanchas letales: El precio imparable del calentamiento global

Desde los Alpes hasta los Andes, y del Himalaya a la Antártida, los glaciares colapsan bajo una amenaza creciente: un clima que ya no perdona. ¿Estamos preparados para los desastres que vienen?

La tragedia en Blatten y la amenaza silenciosa

El 29 de mayo de 2025, Blatten, un pintoresco pueblo alpino en el valle de Lötschental, Suiza, fue prácticamente arrasado por una avalancha de escombros producto del colapso del glaciar Birch. La escena fue apocalíptica: polvo, lodo y restos de construcciones sepultadas bajo una gigantesca masa que descendió con fuerza imparable desde la montaña.

La causa inmediata fue la inestabilidad de una cara rocosa sobre el glaciar cuyas bases se habían debilitado por el derretimiento del permafrost. El científico suizo Martin Truffer, hoy profesor en la Universidad de Alaska, explicó que la capa de escombros acumulada en años recientes sobre el glaciar actuó como aislante térmico, lo que inicialmente ralentizó su derretimiento. Sin embargo, el peso adicional provocó que el hielo comenzara a deslizarse —al principio lentamente, luego de forma dramática.

300 habitantes fueron evacuados justo a tiempo. De no haber sido así, el saldo humano habría sido catastrófico.

Un fenómeno global con consecuencias locales

Este caso no es aislado. De hecho, en todo el mundo se están registrando colapsos glaciares con consecuencias devastadoras. Por ejemplo:

  • En Italia, en 2022, la descongelación del glaciar Marmolada en los Dolomitas mató a 11 personas tras una avalancha causada por una ola de calor.
  • En Tíbet, el colapso del glaciar Aru en 2016 mató a nueve personas junto a su ganado.
  • En Perú, un desborde de una laguna glacial en abril de 2025 provocó un deslizamiento de tierra que mató a dos personas.

Todos estos eventos muestran una tendencia preocupante: la aceleración del deshielo glacial debido al calentamiento global.

Crisis hídrica a gran altitud

Además de las tragedias puntuales, la desaparición de glaciares pone en jaque a millones de personas que dependen de ellos para abastecerse de agua potable, riego agrícola e incluso generación hidroeléctrica. En regiones como los Andes o el Himalaya, donde los glaciares son la fuente principal de agua dulce, los efectos serán especialmente severos.

Según un estudio publicado por Peruvian National Institute for Glaciology and Hydrology en 2023, Perú ha perdido más del 50% de su superficie glaciar en 60 años, y entre 2016 y 2020 desaparecieron 175 glaciares debido al aumento de la temperatura global.

Las lagunas glaciares: bombas de tiempo

Otro elemento inquietante son las lagunas glaciares, depósitos de agua que se forman a raíz del derretimiento acumulado. Estos cuerpos de agua pueden reventar de repente, provocando aludes de lodo y avalanchas de hielo. Un caso emblemático se está registrando año tras año en Juneau, Alaska, donde una laguna glacial estalla periódicamente, inundando partes de la ciudad.

El derretimiento glacial ha creado más de 2000 nuevas lagunas glaciares en el Himalaya durante las últimas décadas, y más del 15% son consideradas de alto riesgo, según datos del International Centre for Integrated Mountain Development (ICIMOD).

Números que estremecen: la velocidad del deshielo

La evidencia empírica muestra que estamos perdiendo hielo a una velocidad sin precedentes. Aquí algunos datos clave:

  • Glaciares alpinos: han perdido el 50% de su superficie desde 1950. Sólo en 2023, Suiza vio desaparecer el 4% de su volumen glaciar, la segunda pérdida anual más grande en registros históricos.
  • Groenlandia: entre 2002 y 2023 perdió aproximadamente 4.300 gigatoneladas de masa glaciar, asegurando un aumento en el nivel del mar de varios milímetros.
  • Antártida occidental: ciertas regiones están derritiéndose de forma irreversible. El glaciar Thwaites, también conocido como “el glaciar del fin del mundo”, contiene suficiente hielo para elevar el nivel del mar en más de 3 metros si colapsa completamente.

Como concluye Lonnie Thompson, glaciólogo de la Universidad Estatal de Ohio: “La inestabilidad de estos glaciares es un problema creciente, y existen miles de personas en riesgo directo.”

Una carrera contra el reloj climático

No existe forma de revertir lo que ya está en marcha. Científicos afirman que lo que esté ya derretido no se puede rehacer. Incluso si las temperaturas globales se estabilizaran al nivel actual, se perdería cerca del 40% de los glaciares del mundo, según un estudio publicado en Science en 2025.

En cambio, si lográramos limitar el calentamiento global a 1.5 °C sobre los niveles preindustriales —meta establecida en el Acuerdo de París de 2015— se podrían preservar muchos más glaciares. Pero incluso en ese escenario optimista, muchos ecosistemas ya están condenados.

Más allá del paisaje: la política glacial

La defensa de los glaciares se ha convertido también en un tema político. Algunos países andinos como Bolivia y Perú ya están integrando políticas específicas sobre criósfera y adaptación climática en sus planes de gobierno.

Por otro lado, el turismo de montaña, una fuente económica para lugares como Suiza, Austria, Nepal y Argentina, está severamente amenazado. La Fundación Suiza para la Protección del Medio Ambiente estima que el turismo glacial puede desaparecer antes de 2050 si las tendencias actuales continúan.

¿Un futuro sin glaciares?

Truffer nos deja una frase preocupante pero contundente: “Hay lugares en Alaska donde ya no se requiere ningún calentamiento adicional para que los glaciares desaparezcan. Lo único que falta es tiempo para que se derritan por completo.”

Nos enfrentamos no solo a una crisis ambiental, sino a un cambio civilizatorio donde la pérdida de hielo no es simplemente una tragedia visual, sino una alteración masiva de los equilibrios ecológicos, económicos y sociales del planeta.

¿Qué podemos hacer hoy?

Detener el colapso total es improbable, pero reducir su severidad aún es posible. Algunas medidas urgentes incluyen:

  1. Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
  2. Prohibición de exploraciones mineras cercanas a zonas glaciares.
  3. Implementación de sistemas de monitoreo climático en todas las regiones de alta montaña.
  4. Cambios en los patrones de consumo y transporte a nivel global.

No hay tiempo que perder. Ya no hablamos de mantener el planeta para generaciones futuras: estamos en una lucha por preservar lo que aún tenemos en el presente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press