Ucrania bajo fuego: drones, misiles y prisioneros entre la esperanza y la devastación

Mientras una ola de ataques aéreos rusos sacude Kyiv, el mayor intercambio de prisioneros desde el inicio de la guerra ofrece un atisbo de humanidad en medio de la tragedia

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La madrugada del domingo 25 de mayo, Ucrania volvió a ser blanco de una devastadora ofensiva aérea por parte de Rusia. **Siete muertos y decenas de heridos** fue el saldo de un ataque con drones y misiles que se centró principalmente en la capital, Kyiv. A pesar de este sombrío panorama, lo que parecía una tregua imposible se materializaba paralelamente: **uno de los mayores intercambios de prisioneros entre Ucrania y Rusia** desde que comenzó la invasión en febrero de 2022.

La lluvia de fuego sobre Kyiv

Durante la noche del sábado al domingo, las alarmas antiaéreas sonaron en toda la ciudad. Según reportes del Servicio de Emergencia de Ucrania, **cuatro personas murieron y al menos 16 resultaron heridas tan solo en la región de Kyiv**, entre ellos **tres menores de edad**.

El alcalde Vitali Klitschko informó que **una residencia estudiantil en el distrito de Holosiivskyi fue alcanzada por un dron**, provocando un incendio que afectó una de las paredes del edificio. En el distrito Dniprovskyi, **una casa particular fue totalmente destruida**, mientras que en Shevchenkivskyi, múltiples ventanas de edificios residenciales fueron dañadas por la onda expansiva.

Este ataque se suma a los múltiples embates nocturnos con drones de fabricación iraní Shahed y misiles balísticos que Rusia ha venido utilizando sistemáticamente para hostigar a la población civil ucraniana desde diferentes frentes.

El intercambio de prisioneros: un respiro entre escombros

En un giro inesperado dentro del complejo ajedrez diplomático de la guerra, los gobiernos de Ucrania y Rusia acordaron en las recientes negociaciones de Estambul un intercambio masivo de prisioneros. El resultado: **390 personas liberadas el viernes (combatiendes y civiles) y otras 614 el sábado, 307 por cada lado.**

"Esperamos más liberaciones mañana", declaró el presidente ucraniano Volodímir Zelenskyi a través de su canal oficial de Telegram, en un mensaje con tono esperanzador. Moscú también manifestó su disposición a continuar con los intercambios, aunque sin condescender mayores detalles.

Este intercambio ha sido considerado el **más grande en más de tres años de guerra**, con un total potencial de 1,000 personas por cada bando según lo acordado. Fue el **único resultado tangible** de las conversaciones de paz recientes en Estambul, marcando un raro momento de cooperación en medio de una guerra estancada en los frentes militares.

Los ataques continúan: imágenes de un infierno moderno

Mientras las familias celebraban el regreso de sus seres queridos, otros ciudadanos ucranianos pasaban la noche refugiados en estaciones de metro, convertidas en improvisados búnkeres contra las oleadas de drones y misiles. Fotografías compartidas por agencias y medios locales muestran a bomberos luchando contra incendios en edificios devastados, algunos aún en llamas, mientras buscan sobrevivientes entre los escombros.

Desde el inicio de la guerra, las fuerzas rusas han intensificado su uso de drones no tripulados—principalmente Shahed-136 de fabricación iraní—como parte de su estrategia asimétrica contra la infraestructura energética, instalaciones civiles y edificaciones gubernamentales en ciudades clave.

De acuerdo con el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), Rusia ha ejecutado más de 4,500 ataques usando drones desde febrero de 2022, apuntando principalmente a la resiliencia psicológica de la población y la moral institucional.

¿Un lenguaje común?: El poder simbólico del intercambio

Aunque los intercambios de prisioneros no significan necesariamente un avance hacia un alto el fuego, poseen un valor simbólico profundo. "En este punto, **cada rostro que vuelve a casa es una victoria en sí misma**", expresó Iryna Vereshchuk, Viceprimera Ministra de Ucrania.

Entre los liberados se encontraban soldados heridos en Mariúpol, civiles capturados durante la ocupación temporal rusa en Jersón y también médicos militares que fueron detenidos mientras trataban a heridos en el frente.

Cada intercambio humaniza el conflicto, devolviendo a la memoria colectiva que detrás de los números hay individuos, historias personales interrumpidas y familias al borde del colapso emocional.

Un respiro en la tormenta: ¿es esto el preludio de algo más?

En medio de tensiones geopolíticas, sanciones internacionales y una guerra de trincheras que parece estancada desde hace meses, este evento plantea la pregunta clave: ¿puede un acto humanitario abrir la puerta a un proceso de paz más estructurado?

El analista militar ucraniano Oleksandr Kovalenko, consultado por la revista Army Inform, considera que "mientras haya voluntad para intercambiar prisioneros, hay una línea directa de comunicación que puede ser un canal para negociaciones más complejas". No obstante, advierte que este tipo de gestos "a menudo funcionan como válvulas de presión emocional, sin necesariamente marcar el fin del conflicto".

Una ciudad resiste

En Kyiv, la normalidad es un concepto relativo. Comercios abren entre sirenas, niños asisten a clases en sótanos adaptados como escuelas y el transporte público reincorpora servicios minutos después de cada ataque. Es un urbanismo de la resistencia que refleja el espíritu inquebrantable de una población acostumbrada a sobrevivir bajo fuego.

El hecho de que una residencia de estudiantes fuese alcanzada en el último ataque ilustra la aleatoriedad del horror. "Doy clases de matemáticas, y uno de mis alumnos está hospitalizado por quemaduras", confiesa Halyna, profesora de escuela secundaria en Kyiv. "Pero seguimos adelante, porque la alternativa es rendirse".

Entre la pólvora y la diplomacia

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha dejado más de 500,000 personas entre muertos y heridos, desplazado a más de siete millones de ucranianos y redefinido el mapa geopolítico del continente europeo.

Cada ataque como el del 25 de mayo es un recordatorio del precio incalculable de esta guerra. Pero cada intercambio de prisioneros también representa un faro tenue, pero persistente, de lo que podría construirse en otro contexto: una paz duramente ganada y preservada con memoria, compromiso y verdad.

Mientras el mundo observa, entre preocupaciones por Afganistán, Gaza, Sudán y otras crisis globales, Ucrania sigue siendo una herida abierta en el corazón de Europa. Una herida que sangra, pero que también genera actos de humanidad en medio del horror más absoluto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press