El golpe contra Harvard: ¿se tambalea el prestigio global de la educación en EE. UU.?

El veto a estudiantes internacionales impuesto por el gobierno estadounidense amenaza las bases mismas de la universidad más influyente del mundo

Por décadas, recibir una carta de aceptación de la Universidad de Harvard ha sido el sueño de millones. Pero hoy, ese sueño podría estar en riesgo.

Un símbolo de excelencia bajo presión

Harvard, la universidad más prestigiosa de Estados Unidos y símbolo global de excelencia académica, sufrió un revés notable tras una medida del gobierno federal que le impide temporalmente inscribir estudiantes internacionales. Esta decisión representa un impacto sin precedentes sobre la imagen, los ingresos y la influencia de una institución que históricamente ha proyectado liderazgo intelectual y cultural global.

Como señaló la propia universidad en su demanda judicial contra la decisión: “Sin estudiantes internacionales, Harvard no es Harvard”.

El conflicto con la Casa Blanca

La medida forma parte de una escalada en la disputa entre la administración federal y ciertos sectores del ámbito académico. En concreto, se bloqueó la participación de Harvard en el Student and Exchange Visitor Program (SEVP), necesario para que estudiantes extranjeros puedan estudiar bajo visa en Estados Unidos.

Un juez federal logró frenar la medida con una orden de restricción temporal. Sin embargo, la incertidumbre persiste, y el temor sobre el futuro académico de miles de alumnos internacionales no ha sido disipado.

Un daño más profundo que el económico

Harvard cuenta con un fondo de dotación de 53.000 millones de dólares, lo que le permitiría resistir recortes financieros que quebrarían a otras instituciones. Pero el principal daño no es económico: afecta el corazón mismo de su campus multicultural y su capacidad de generar ideas a través de la diversidad.

6.800 voces internacionales en peligro

Actualmente, la universidad alberga a casi 6.800 estudiantes de origen extranjero. Estos alumnos no son simplemente cifras, sino portadores de ideas, culturas y perspectivas que enriquecen el ecosistema intelectual de Harvard. Entre sus antiguos estudiantes internacionales figuran nombres como:

  • Benazir Bhutto, ex primera ministra de Pakistán
  • Ellen Johnson Sirleaf, ex presidenta de Liberia
  • La emperatriz Masako de Japón

Y eso sin mencionar a decenas de científicos, ejecutivos, diplomáticos y artistas que pasaron por sus aulas para luego moldear al mundo desde distintas trincheras.

Reacciones internacionales: ¿el principio del fin del atractivo estadounidense?

La reacción mundial fue inmediata. Desde China, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, afirmó: “Las acciones de Estados Unidos dañarán su propia imagen y credibilidad internacional”. En Bélgica, la princesa Elisabeth, quien cursa un posgrado en Harvard, espera saber si podrá regresar el próximo semestre.

Por su parte, universidades como la Hong Kong University of Science and Technology ya se han pronunciado para abrir sus puertas a estudiantes admitidos por Harvard que ahora estén en el limbo.

Mike Henniger, CEO de Illume Student Advisory Services, lo resumió así desde Japón: “Lo que más preocupa no es solo Harvard. Es el buzón lleno de correos de estudiantes de todo el mundo pensando: ‘¿seremos nosotros los próximos?’”.

Impacto inmediato en el campus

Si la medida se sostiene, Harvard no podrá admitir nuevos estudiantes internacionales por al menos dos años académicos. Esto podría eliminar hasta una cuarta parte de su matrícula actual y paralizar programas de posgrado que dependen en gran medida de talento extranjero.

Además, cientos de estudiantes trabajan en roles clave como asistentes de investigación y docencia, que sostienen el funcionamiento de laboratorios, clases y publicaciones. También hay equipos deportivos que dependen de talentos internacionales y quedarían prácticamente desmantelados.

Una amenaza al “branding” de la educación estadounidense

El daño no se limita a Harvard. El mensaje que recibe el mundo académico es uno de desconfianza: si ni siquiera Harvard puede garantizar seguridad a sus alumnos extranjeros, ¿qué puede esperarse de otras universidades?

EE. UU. es el mayor receptor de estudiantes internacionales del mundo. Datos de Open Doors Report 2023 muestran que más de 1 millón de estudiantes extranjeros estuvieron inscritos en universidades estadounidenses. De estos, India y China representan más del 50%.

Si estas políticas continúan, es probable que naciones como Canadá, el Reino Unido, Australia o Alemania se transformen en los nuevos imanes del talento global.

Harvard no está sola: el resto de las universidades en alerta

Este es un momento crítico en la historia del sistema educativo superior estadounidense. Lo que ocurre con Harvard es una señal para el resto, especialmente universidades públicas en estados conservadores que podrían replicar políticas similares.

La percepción de EE. UU. como un país abierto se deteriora. Como dijo Henniger: “El problema no son los estudiantes de Harvard, ellos van a estar bien. Es la marca de la educación estadounidense la que está sufriendo el daño más grande.”

Visados, política y control institucional

La Student and Exchange Visitor Program (SEVP) ha sido el pilar que permite que alumnos internacionales puedan obtener visados F-1 para estudiar en EE. UU. Al retirar a Harvard del programa, el Departamento de Seguridad Nacional, con apoyo del Departamento de Estado, ataca el mecanismo que hace posible la movilidad educativa.

Esta situación no se entiende sin el contexto político. En años recientes, el control sobre las universidades ha sido uno de los frentes activos dentro de la llamada guerra cultural. Grupos conservadores critican lo que perciben como ambientes “demasiado progresistas”, especialmente en instituciones como Harvard, Yale o Stanford.

El futuro de los talentos globales

Un aspecto crucial del prestigio de Harvard es su capacidad para ser el lugar de encuentro de las mentes más brillantes del planeta. Si esto se ve comprometido, el daño a largo plazo será irreversible.

Académicos temen una “fuga inversa de cerebros”, donde jóvenes con talento prefieran opciones en Europa o Asia, y los hubs académicos de Boston, Nueva York o California pierdan relevancia ante Sídney, Berlín, Toronto o Singapur.

Como afirmó un profesor de gobierno de Harvard anónimamente: “Un Harvard sin estudiantes internacionales se vuelve una universidad muy rica y local, pero pierde el alma global que la convirtió en lo que es”.

¿Qué sigue?

La batalla legal con el gobierno apenas comienza. Por ahora, hay una medida cautelar temporal, pero el futuro inmediato es de incertidumbre. Miles de estudiantes están tomando decisiones difíciles: cambiar de país, buscar otras universidades o arriesgarse a estar en Estados Unidos sin garantías migratorias sólidas.

En un mundo polarizado, la educación debería ser uno de los pocos espacios de encuentro, entendimiento y progreso. Pero este caso demuestra cómo incluso una torre de marfil como Harvard no escapa a las pugnas del poder.

Harvard seguirá existiendo. Pero tal vez, ya no será la misma.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press