Chet Holmgren y el renacer del Thunder: ¿el final del camino para los Timberwolves?
A fuerza de resiliencia, poise y una defensa implacable, el Oklahoma City Thunder amenaza las aspiraciones de campeonato de Minnesota mientras Chet Holmgren brilla como figura inesperada frente a su ciudad natal.
Una estrella nacida en casa, pero vestida de visitante
El destino tiene sus ironías. Chet Holmgren, nacido en Minneapolis, podría convertirse en el responsable de eliminar a su equipo de la infancia, los Minnesota Timberwolves, del camino al ansiado campeonato de la NBA. En las Finales de la Conferencia Oeste de 2025, el joven de 22 años se ha consolidado como una pieza clave en el éxito del Oklahoma City Thunder, que actualmente lidera la serie 2-0.
En el segundo partido, Holmgren fue protagonista con 22 puntos en la contundente victoria 118-103. Pero más allá de sus estadísticas, lo que realmente impacta es el trasfondo emocional de estos encuentros. El próximo juego se celebrará en el Target Center de Minneapolis, el mismo escenario que lo vio coronarse campeón estatal en su último partido como liceal. “Volver a casa a jugar siempre es especial,” dijo Chet. “Jugar frente a mis amigos, familia, exentrenadores y excompañeros es algo que nunca doy por sentado.”
Resiliencia como carta de presentación
Holmgren no ha tenido una carrera sin obstáculos. Después de ser elegido con el pick número 2 del Draft de 2022, se perdió toda la temporada por una fractura en el pie. Volvió en 2023-24 para ser finalista al Novato del Año y registrar promedios que consolidan su presencia: 16.2 puntos, 9.1 rebotes y 2.0 bloqueos por partido en los playoffs.
Incluso este año enfrentó una fractura pélvica que lo dejó fuera de competencia durante 50 juegos. Pero Holmgren regresó y se integró con éxito en un equipo en alza. “No siempre puedes controlar las circunstancias, pero sí puedes controlar cómo las enfrentas”, reflexionó.
Un Thunder que impresiona con precisión quirúrgica
El equipo de Oklahoma ha sido un modelo de ejecución colectiva. Liderados por el MVP de la temporada, Shai Gilgeous-Alexander, el Thunder ha demostrado una madurez sorprendente para una plantilla tan joven. En Game 2, nuevamente dominaron a los Timberwolves sin recurrir en demasía al triple (9-33), pero anotando con 63% de efectividad en tiros de dos puntos, desafiando la tendencia moderna de la NBA.
“Debemos hacer un mejor trabajo contestando esos tiros. Oklahoma tiene una estrategia clara para penetrar la defensa que toma almidón tanto del perímetro como del centro,” admitió Mike Conley, quien ha sido el único jugador de Minnesota con registro neto positivo en esta serie.
La frustración arde en Minnesota
Las jugadas físicas, como la falta flagrante de Jaden McDaniels sobre Gilgeous-Alexander, son reflejo del desconcierto y la impotencia que siente el equipo de Minnesota. Incluso individualidades como Anthony Edwards —quien anotó 32 puntos en Game 2— no logran cambiar el rumbo cuando el colectivo se desmorona. “Tenemos que igualar su agresividad”, fue la autocrítica de McDaniels.
Las estadísticas son implacables: el resto del equipo ha sido severamente superado. DiVincenzo es un -47 en la cancha, Edwards un -45, Alexander-Walker un -20. Además, el tirador Julius Randle apenas convirtió 6 puntos con 2-11 en tiros. “Estoy confiado de que vamos a reaccionar. Conozco a Julius, va a volver con fuego,” dijo Alexander-Walker.
Entrenador Daigneault: un estratega infravalorado
No hay que pasar por alto el papel de Mark Daigneault, estratega de los Thunder. Su enfoque equilibrado y adaptativo se ha vuelto pieza clave. Aprendieron de la serie pasada ante Denver, donde desperdiciaron una ventaja pero ajustaron para ganar en siete juegos.
“Nos vimos contra la pared más de una vez en esa serie. Ahora tenemos el reto inverso. Vamos 2-0 y sabemos que ellos (los Timberwolves) jugarán mucho más cómodos y agresivos en casa. Es momento de ser mentalmente fuertes.” — Mark Daigneault
Holmgren: ¿héroe o traidor?
En Minneapolis, el recibimiento a Holmgren será incuestionablemente ambiguo. Su exentrenador en Minnehaha Academy, Lance Johnson, lo resume con claridad: “Amo a Chet, y amo a los Timberwolves. Si los Wolves pierden pero Chet gana, al menos puedo seguir viéndolo jugar en playoffs.”
Johnson recuerda cuando tenían que sacar a Holmgren por la puerta trasera en algunos partidos de secundaria por el fervor de los aficionados. Hoy ese entusiasmo se mezcla con incertidumbre: ¿ovaciones o silbidos?
Para muchos fanáticos, su volcada y posterior mirada desafiante a Donte DiVincenzo podrían parecer una provocación. Pero Johnson lo defiende: “Juega con gran actitud. Su intención nunca ha sido irrespetar. Es competitivo.”
El valor del ajuste y la profundidad
Mientras los Timberwolves han vaciado su libreto tratando de frenar a Gilgeous-Alexander en todos los ángulos, los Thunder avanzan con jugadores de rotación que marcan diferencia. Lu Dort y Alex Caruso han contribuido enormemente conteniendo a Edwards, pese a que este último anotó 32 en el segundo encuentro.
“Nada fue fácil para él,” comentó Daigneault. Y se nota: Edwards pasó de insultar a la prensa (lo cual le costó una multa de $50,000) a ni siquiera declarar tras el segundo partido.
¿Fin del sueño para los Timberwolves?
La franquicia de Minnesota parecía haber dado un salto decisivo. Terminó con un gran récord, encontró química y construyó una defensa sólida. Pero los playoffs revelan verdades incómodas: la juventud esconde experiencia, pero no la reemplaza. El Thunder no solo está entrenado, sino curtido en ajustes.
Ir abajo 2-0 es duro, pero no imposible. De hecho, solo el 7% de los equipos que van 0-2 logran remontar una serie. Minnesota tiene talento y hambre, pero Oklahoma tiene algo igual de valioso: momentum, mentalidad ganadora y la frialdad de quien ya se ha equivocado y aprendido.
En ese cruce de caminos está Chet Holmgren. Para algunos, un hijo pródigo. Para otros, una amenaza de proporciones míticas. En cualquier caso, es ya uno de los protagonistas de estos playoffs.