Nuclear y sin salida: el pulso entre Irán y Estados Unidos por el enriquecimiento de uranio

Mientras el mundo observa, las tensiones crecen entre Washington y Teherán en una nueva ronda de negociaciones en Roma que podrían cambiar el rumbo de la política nuclear en Oriente Medio

Un cruce de posturas irreconciliables

Dos caminos opuestos colisionan nuevamente en Roma: el de Irán, que insiste en su derecho soberano a enriquecer uranio dentro de sus fronteras, y el de Estados Unidos, que exige el cese total de dicho enriquecimiento como condición para levantar algunas de las sanciones más severas de la historia reciente. Esta quinta ronda de negociaciones nucleares llega cargada de expectativas, amenazas latentes y una región en ebullición.

La clave del conflicto gira en torno al enriquecimiento de uranio, un proceso técnico que puede servir para generar energía o, llevado a extremos, fabricar armas nucleares. Desde el retiro unilateral de Estados Unidos en 2018 del histórico Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) por parte del entonces presidente Donald Trump, la desconfianza entre ambos países ha escalado exponencialmente.

¿Por qué Irán insiste en enriquecer uranio?

Irán argumenta que su programa nuclear tiene fines exclusivamente pacíficos. El canciller iraní, Abbas Araghchi, dejó clara la postura de su país al publicar en X (antiguo Twitter): “Si no hay enriquecimiento, no hay acuerdo”. Esta posición no es nueva. Teherán defiende que el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del cual es firmante, le otorga el derecho a desarrollar tecnología nuclear con fines civiles.

Además, mantener la capacidad de enriquecimiento dentro del país es una cuestión de soberanía e independencia estratégica. Propuestas anteriores como el intercambio de combustible o un consorcio multinacional han sido rechazadas por estas mismas razones.

La postura de EE. UU.: tolerancia cero

Washington, sin embargo, ha endurecido su postura. Según Steve Witkoff, enviado especial para Oriente Medio, Estados Unidos sólo aceptará un acuerdo si Irán detiene completamente el enriquecimiento de uranio. En un principio, se propuso un límite de enriquecimiento al 3,67% —el nivel permitido por el acuerdo de 2015—, pero ahora la propuesta sobre la mesa del lado estadounidense exige el cese total.

“Los iraníes están en la mesa, entienden nuestra posición, y siguen acudiendo”, afirmó la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce.

Este endurecimiento parece responder a una estrategia doble: por un lado, aislar aún más a Irán en la arena internacional; por otro, ganar margen de maniobra frente a los halcones dentro del Congreso estadounidense y sus aliados israelíes.

Un contexto interno turbulento para Irán

Detrás de las declaraciones diplomáticas, el régimen iraní encara un escenario interno complicado. Las protestas por el uso obligatorio del hiyab, los rumores sobre aumentos en el precio de los combustibles y una inflación desbocada hunden aún más una economía ya asfixiada.

En abril, el rial iraní llegó a cotizarse a más de 1 millón por dólar, marcando uno de los puntos más bajos de su historia. Sorpresivamente, con la reanudación de las conversaciones en Roma, la moneda mostró una leve recuperación, un indicador claro de cómo el destino económico del país depende directamente del rumbo de estas negociaciones.

El factor Israel y la amenaza regional

En paralelo, Israel no ha ocultado sus intenciones de intervenir militarmente si percibe una amenaza real. Las advertencias del gobierno de Netanyahu sobre posibles ataques preventivos a instalaciones nucleares iraníes han puesto a toda la región en alerta máxima. Araghchi respondió enérgicamente, asegurando que tomarán “medidas especiales” para proteger las instalaciones, especialmente Fordo, el complejo subterráneo construido para resistir bombardeos aéreos.

La reciente formación de una cadena humana de estudiantes en Fordo es más que un gesto simbólico. Es una muestra de que el programa nuclear es hoy, más que nunca, una causa nacional para Irán. Cualquier acción israelí no sólo podría colapsar las negociaciones sino escalar a un conflicto regional de proporciones catastróficas.

¿Una alternativa intermedia?: la fórmula del consorcio multinacional

Como parte del trabajo diplomático, se ha sugerido una fórmula de compromiso: permitir que Irán cese el enriquecimiento dentro de su territorio pero reciba uranio enriquecido a través de un consorcio internacional con sede en otros países de la región y patrocinado por Estados Unidos. La idea recuerda al fallido “intercambio de combustible” de 2010, que nunca se materializó por falta de confianza mutua.

Teherán ha rechazado hasta ahora la propuesta, argumentando que no garantiza el control soberano sobre su programa y podría verse interrumpido por influencias políticas externas.

Tiempos de decisión política

La imagen es clara: con una economía en crisis, una sociedad civil cada vez más rebelde y una geopolítica desfavorable, Irán necesita llegar a un acuerdo. Al mismo tiempo, Estados Unidos quiere asegurarse de que dicho acuerdo no permita que Teherán use las ganancias económicas para sostener actividades consideradas desestabilizadoras en Siria, Líbano y más recientemente, Gaza.

Encontrar el camino hacia un acuerdo no es ciencia de cohetes. Es tiempo de decidir”, escribió Araghchi con tono desafiante pero urgente.

¿Cuánto tiempo más se puede estirar la cuerda?

Las negociaciones nucleares entre Irán y las potencias no son un fenómeno nuevo. De hecho, desde los años 2000 se han sucedido cumbres, amenazas, sanciones y hasta acuerdos exitosos como el JCPOA en 2015. Pero lo que hace a esta ronda particularmente crítica es el deterioro simultáneo de los contextos internos tanto de Irán como de Estados Unidos.

  • En Irán, la disidencia interna crece, el tejido institucional se resiente, y las alianzas regionales como con Siria y Hezbolá muestran grietas.
  • En EE. UU., el Congreso está altamente polarizado y la política exterior vive un repliegue estratégico con crisis simultáneas en Ucrania, Gaza y el Indo-Pacífico.

La cuerda se tensa, pero también se desgasta. Una falta de acuerdo ahora podría significar no sólo más sanciones, sino incluso una chispa que encienda el polvorín que es hoy Medio Oriente.

Un nuevo equilibrio de poderes

Por último, esta negociación redefine algo más grande que el programa nuclear iraní: el equilibrio de poder en la región tras décadas de intervenciones extranjeras, guerras indirectas y fracasos diplomáticos.

En ese juego, tanto Irán como Estados Unidos conocen las reglas y miden sus movimientos. La pregunta no es quién cederá primero, sino quién puede permitirse no ceder.

Como dijo Henry Kissinger, cuya figura sigue gravitando en este tipo de conflictos: “En la diplomacia no se trata de tener razón, sino de ser eficaz.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press