Haití bajo fuego: La OEA, bandas armadas y una misión internacional que naufraga
Mientras las bandas criminales controlan la mayor parte de Puerto Príncipe, el papel de la OEA y los esfuerzos internacionales para restaurar el orden en Haití generan más dudas que soluciones
Un país sitiado desde adentro
Haití se encuentra al borde del colapso total. Más del 85% de su capital, Puerto Príncipe, y regiones enteras del interior están bajo control de pandillas armadas. Estas bandas no solo gobiernan con terror, sino que desafían abiertamente al gobierno legítimo, exigiendo incluso la remoción de autoridades, como ocurrió con el ex primer ministro Ariel Henry.
El pasado jueves, una masacre en una iglesia en la región de Artibonite dejó 22 muertos, entre ellos un pastor de 86 años decapitado. La tragedia ha desatado una ola de indignación en todo el país. Bertide Horace, vocera de la Comisión para el Diálogo y la Reconciliación, expresó que los residentes llamaron por ayuda, pero ni la policía haitiana ni los efectivos de la misión liderada por Kenia acudieron.
Se estima que más de 5,600 personas fueron asesinadas en 2023, y otras 1,600 tan solo en el primer trimestre de 2024, según la ONU. Esta escalada de violencia ha llevado al desplazamiento interno de más de un millón de haitianos, obligados a huir de sus hogares, ahora bajo dominio de bandas armadas.
La misión internacional liderada por Kenia: sin fondos, sin personal, sin impacto
En respuesta a esta crisis, la comunidad internacional, con aval del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobó una misión multinacional de seguridad dirigida por Kenia. En teoría, debía incluir a 2,500 agentes desplegados para apoyar a la frágil policía nacional de Haití. Pero en la práctica, según representantes kenianos ante la OEA, la fuerza apenas cuenta con 1,000 efectivos y opera al 30% de su capacidad técnica y logística.
Jayne Toroitich, delegada de Kenia ante la OEA, admitió que, aunque han logrado algunos avances, la misión requiere con urgencia más personal, dinero, y entrenamiento especializado en combate urbano. "La policía haitiana necesita formación intensa y constante. Esto no es una tarea de corto plazo", aseveró.
La OEA bajo presión: ¿Herramienta diplomática o espectador inerte?
Durante una sesión especial sobre Haití en la sede de la OEA en Washington, distintos actores internacionales criticaron la aparente pasividad del organismo. Barbara Feinstein, subsecretaria para Asuntos del Caribe del Departamento de Estado de EE.UU., dijo con contundencia: "Mucho más se puede y se debe hacer".
Incluso el senador estadounidense Marco Rubio, en una audiencia legislativa, cuestionó: "¿Para qué tenemos una OEA si no puede formar una misión para manejar la región más crítica de nuestro hemisferio?". La crítica apunta a una falta de liderazgo y acción concertada por parte de los países de América Latina frente a su propia crisis regional.
Una crisis incubada por años: tras el asesinato de Jovenel Moïse
La situación actual no surgió de la nada. El asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021 desató un vacío de poder que hoy sigue sin resolverse. Desde entonces, el Estado haitiano ha sido incapaz de controlar la violencia, mientras que las pandillas armadas se reorganizan y expanden como estructuras paramilitares.
Jimmy Chérizier, alias "Barbecue", ex policía ahora convertido en uno de los líderes criminales más poderosos del país, ha radicalizado su discurso. En videos recientes instó a los ciudadanos a permitir el paso de sus hombres armados para tomar por la fuerza la oficina del primer ministro.
Este tipo de discursos incendiarios son constantes, y muestran cómo el crimen organizado ha entrado de lleno en el terreno político, pasando de la extorsión y secuestros a la subversión del orden democrático.
Fuerzas estatales debilitadas y sin apoyo suficiente
El ministro de Justicia haitiano, Patrick Pélissier, y el ministro de Defensa, Jean-Michel Moïse, coincidieron en que las fuerzas estatales están completamente sobrepasadas. Por cada 12,000 ciudadanos hay apenas un oficial de policía en Haití. En cuanto al ejército —revivido hace apenas unos años tras haber sido desmantelado por décadas— cuenta apenas con 1,000 efectivos, sin entrenamiento específico para guerra urbana.
Pélissier fue claro: "La inteligencia y contrainteligencia son prácticamente inexistentes". Y Moïse lo reafirmó: "El país está al borde de ser completamente controlado por las pandillas criminales". Ambos pidieron más cooperación internacional: entrenamiento, recursos y presencia efectiva, no solo declaraciones diplomáticas.
El contrabando de armas: un combustible importado
Una realidad que agudiza aún más la violencia es el tráfico ilegal de armamento. Las autoridades haitianas estiman que una parte significativa del armado de las pandillas proviene de Estados Unidos. Pistolas automáticas, fusiles de asalto y hasta granadas forman parte del arsenal cotidiano de los grupos criminales en Haití.
Paradójicamente, mientras Washington envía fondos a la misión internacional, su sistema de control fronterizo no ha evitado la exportación clandestina de armas desde Florida al Caribe. La falta de acción coordinada para frenar el armamento ilegal es una de las principales críticas de los funcionarios haitianos a sus pares estadounidenses.
¿Qué papel le queda a la comunidad internacional?
La combinación de negligencia regional, esfuerzos fragmentados y misiones mal financiadas ha convertido a Haití en una tierra de nadie. Más allá de declaraciones de solidaridad y sesiones extraordinarias, el Estado haitiano necesita reconstruirse desde sus cimientos, y eso requiere una coalición internacional seria y comprometida.
Mientras la OEA considera nuevas estructuras para apoyar al país, lo concreto es que en las calles de Puerto Príncipe cada día mueren civiles, la economía está paralizada, y el derecho básico a la vida es vulnerado sistemáticamente.
La pregunta clave sigue siendo: ¿permitirá el continente que Haití se convierta, de manera definitiva, en un territorio dominado por el crimen organizado, o asumirá el desafío regional que supone salvarlo del abismo?
Como dijera una vez el escritor haitiano Frankétienne sobre su país: "Haití no pide caridad, pide justicia".