El destructor que no pudo zarpar: el costoso tropiezo naval de Corea del Norte

Un análisis a fondo del fallido lanzamiento del segundo destructor norcoreano y lo que revela sobre la maquinaria militar del régimen de Kim Jong Un

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Una ceremonia de pesadilla

Lo que debía ser un momento triunfal para el régimen norcoreano —la presentación y puesta a flote del segundo destructor de su armada— terminó siendo un bochorno a gran escala. El pasado miércoles, en el puerto de Chongjin, Corea del Norte intentó lanzar su nuevo destructor de clase 5,000 toneladas. Pero algo salió terriblemente mal.

Según reportes de la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA), una cuna de transporte ubicada en la popa de la nave se desprendió durante la ceremonia, haciendo que el buque se volcara parcialmente y terminara con gran parte de su casco bajo el agua. Las imágenes satelitales, ofrecidas por Airbus DS, muestran al buque envuelto en lonas azules, una escena que dista mucho de ser gloriosa.

El silencio roto: ¿un cambio en la narrativa oficial?

Que Corea del Norte admita un fallo de este calibre no es cosa común. En un país hermético que suele ocultar férreamente sus fracasos militares y políticos, el hecho de reconocer públicamente este incidente es revelador. Según analistas, como los de 38 North, este movimiento podría tener el objetivo de enviar un mensaje claro: Kim Jong Un está decidido a fortalecer la disciplina militar y no tolerará errores en su carrera armamentística.

“No importa cuán avanzado esté el buque de guerra, el hecho es que este accidente constituye un acto criminal imperdonable”, sentenció la Comisión Militar Central norcoreana. El nivel de responsabilidad exigido se elevó hasta el punto de iniciar investigaciones para arrestar a los responsables, incluyendo a Hong Kil Ho, el director del astillero de Chongjin.

¿Qué sabemos del destructor?

Se cree que esta nueva embarcación es similar en diseño y función al primer destructor norcoreano que fue presentado con gran pompa apenas el mes anterior. Esa nave fue promocionada como la más avanzada en el arsenal marítimo del país, supuestamente capaz de portar misiles nucleares y diseñada con cooperación técnica rusa, aunque esto último no ha sido confirmado oficialmente.

El diseño de 5,000 toneladas representa un salto cualitativo notable para una marina que hasta hace poco estaba constituida principalmente por pequeñas embarcaciones de ataque rápido, submarinos de baja capacidad y navíos poco sofisticados.

Métodos de lanzamiento poco ortodoxos

Este no es el primer intento inusual de Corea del Norte para poner a flote un buque militar. El sitio 38 North ya había advertido que el régimen se preparaba para un lanzamiento lateral desde el muelle en Chongjin —una técnica rara en el país—, muy diferente al método convencional de dique seco flotante usado para el primer destructor en el astillero de Nampo.

El lanzamiento lateral requiere una ejecución milimétrica y condiciones estructurales óptimas. En este caso, la falla de la cuna de transporte sugiere una planificación deficiente y posible negligencia técnica, algo que claramente ha irritado al líder supremo, quien presenció el evento en persona.

¿Reparación exprés?

KCNA sostiene que los daños no son graves y que el buque podría estar reparado en unos diez días. Se reporta daño en el casco de estribor y la entrada de agua en la sección de popa, pero se niega que haya perforaciones en el fondo del barco. Aun así, la comunidad internacional ve con escepticismo estos datos, dada la opacidad reinante en el régimen norcoreano.

“No hay forma de verificar la magnitud real del daño sin acceso independiente. Corea del Norte manipula frecuentemente la información sobre fracasos militares”, afirma Joseph Dempsey, analista del International Institute for Strategic Studies (IISS).

Mensaje interno y externo

El reconocimiento del incidente parece tener una doble función: disciplinar al aparato militar y reafirmar el control férreo del liderazgo. Kim Jong Un culpó públicamente a científicos, oficiales militares y obreros, una movida que subraya su impaciencia creciente por ver resultados tangibles en sus esfuerzos navales.

Este tipo de postura también busca enviar un mensaje internacional: el régimen sigue vigente en su aspiración de convertirse en una potencia militar regional con capacidad ofensiva en el mar, algo que hasta hace unos años parecía improbable.

¿Colaboración rusa?

Aunque no se ha confirmado oficialmente, varios expertos coinciden en que es poco probable que Corea del Norte haya podido desarrollar una nave de este calibre sin apoyo externo. La supuesta asistencia rusa no es descabellada, considerando los crecientes vínculos entre Moscú y Pyongyang en años recientes, especialmente tras sanciones occidentales a ambos países.

En 2023, el embajador ruso en Corea del Norte participó por primera vez en una reunión militar del Politburó, un gesto simbólico que muchos vieron como un signo de colaboración estratégica más estrecha.

Precedente y ambición

Corea del Norte no es ajena a los tropiezos en su industria militar. El país ha enfrentado múltiples fracasos en lanzamientos de satélites, misiles y otras tecnologías bélicas. Sin embargo, eso no ha impedido que continúe avanzando, muchas veces con resultados sorprendentes. En 2017, el mundo se asombró cuando Pyongyang lanzó con éxito un misil balístico intercontinental capaz de alcanzar territorio estadounidense.

El escenario actual, con la posible construcción de una pequeña flota de destructores pesados —con capacidades nucleares—, representa un salto cualitativo en la doctrina naval del país asiático. Hasta ahora, la disuasión norcoreana se había centrado principalmente en misiles de medio y largo alcance, así como en armamento convencional terrestre.

Proyección regional: ¿intimidación simbólica?

En el contexto geopolítico actual, la aparición de una flota norcoreana con destructores de gran tamaño es, más que una amenaza práctica, un gesto de intimidación regional. Aun si estos buques no son técnicamente comparables con los de la flota estadounidense o surcoreana, su existencia representa un símbolo del crecimiento militar del país y su desafío al orden establecido.

“Más allá de su capacidad real, estos buques confieren una ventaja psicológica que Kim Jong Un no desaprovecha para fortalecer su imagen tanto interna como externamente”, indica Jenny Town, directora del proyecto 38 North.

¿Qué sigue para Kim y su armada?

Se espera que la nave dañada esté lista antes de una reunión clave del Partido de los Trabajadores a finales de junio, una fecha simbólicamente diseñada para mostrar progreso militar. Si Corea del Norte logra reparar rápidamente el buque y hacer una nueva presentación exitosa, podría minimizar parte del bochorno internacional.

Por otro lado, si fallan en mostrar avances, podríamos estar ante un nuevo episodio de purgas internas y cambios en la cadena de mando militar. El precedente de castigos ejemplares a oficiales por fallos técnicos o fracasos simbólicos ya ha sido documentado en múltiples ocasiones bajo el régimen de Kim.

Mientras tanto, la imagen del buque encallado, cubierto con lonas como si intentaran esconder una cicatriz evidente, queda grabada como un testamento de la tensión entre ambición y realidad técnica en Corea del Norte.

Fuentes consultadas:

  • 38 North - North Korea Analysis (https://www.38north.org)
  • International Institute for Strategic Studies (https://www.iiss.org)
  • Centro de Noticias de Corea (KCNA) - Informes oficiales
Este artículo fue redactado con información de Associated Press