Conmoción en Myanmar: Guerrilla urbana asesina a exgeneral bajo acusaciones de colaborar con la represión militar

El asesinato de Cho Tun Aung, exembajador y alto mando del ejército, pone en evidencia la escalada del conflicto armado interno en Myanmar desde el golpe militar de 2021

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El 11 de julio de 2024, el conflicto civil en Myanmar alcanzó un nuevo pico de tensión tras el asesinato del exgeneral Cho Tun Aung en Yangon, la ciudad más grande del país. Un grupo guerrillero urbano autodenominado Golden Valley Warriors se atribuyó la autoría del ataque, alegando que la víctima había jugado un papel activo en perpetuar las atrocidades del régimen militar mediante su labor académica como instructor de contrainsurgencia.

¿Quién era Cho Tun Aung?

Cho Tun Aung no solo fue un alto mando militar con rango de general de división, sino que también representó a Myanmar como embajador en Camboya. En tiempos recientes, se desempeñaba como docente en el Colegio de Defensa Nacional en Naipyidó, capital del país, impartiendo clases de seguridad interna, lucha antiterrorista y relaciones internacionales a oficiales militares.

Además, era miembro activo de la Organización de Veteranos de Guerra de Myanmar, grupo que ha sido señalado por colaborar directamente con las políticas represivas del régimen militar, organizando milicias aliadas al ejército para combatir tanto a los insurgentes pro-democracia como a los grupos étnicos rebeldes que luchan por la autonomía.

Un blanco claro para la insurgencia urbana

Los Golden Valley Warriors justificaron el ataque argumentando que Cho Tun Aung “estaba directamente involucrado en el adoctrinamiento de futuros oficiales responsables de cometer atrocidades diarias contra la población civil”. En su declaración en redes sociales, la guerrilla sostuvo que su asesinato responde a un patrón de justicia revolucionaria contra quienes sostienen el régimen de facto que rige Myanmar desde el golpe de Estado en febrero de 2021.

Desde entonces, Myanmar ha vivido una guerra civil no declarada, con intensas operaciones militares, ataques coordinados de guerrillas y sabotajes tanto en zonas urbanas como rurales. Miles de funcionarios públicos, oficiales retirados y empresarios vinculados al ejército han sido blanco de asesinatos selectivos.

La creciente violencia tras el golpe militar

Tras el derrocamiento del gobierno democráticamente electo de Aung San Suu Kyi, Myanmar se ha sumido en una espiral de violencia, caracterizada por una feroz represión estatal y una resistencia armada cada vez más organizada.

  • Se estima que desde 2021, más de 6.000 civiles han muerto por actos violentos relacionados con el conflicto (dato de ACLED).
  • La ONU ha denunciado el uso de bombardeos aéreos contra escuelas y hospitales en las regiones rebeldes como los estados de Chin, Kachin y Kayah.
  • Más de 2 millones de personas se han desplazado internamente debido a los combates, lo que ha generado una crisis humanitaria masiva.

En este contexto, las ciudades que otrora eran centros relativamente seguros, como Yangon, comenzaron a presenciar una creciente ola de atentados y ejecuciones dirigidas.

Asesinatos similares: un nuevo patrón insurgente

El caso de Cho Tun Aung no es aislado. Desde el inicio del conflicto, múltiples asesinatos han marcado una estrategia sistemática para desmantelar la red de apoyo institucional al ejército:

  • Thein Aung, directivo financiero de la empresa militar Mytel, fue asesinado en 2021 frente a su casa.
  • En 2022, el General de Brigada Ohn Thwin, también exembajador en varios países, fue ultimado en un ataque similar.
  • Numerosos funcionarios de administraciones locales y allegados empresariales del poder militar han sido asesinados o secuestrados.

La guerrilla urbana usa estas tácticas no solo para debilitar la maquinaria represiva, sino para enviar un mensaje de disuasión tanto a colaboradores como a informantes.

Quiénes son los Golden Valley Warriors

Este grupo insurgente pertenece a una constelación de movimientos armados que operan en áreas urbanas, surgidos como respuesta al colapso democrático de Myanmar. Inspirados en tácticas de guerrilla urbana similares a las usadas en conflictos como Siria o Colombia, operan en células pequeñas, llevan a cabo ataques relámpago, y dependen de redes logísticas clandestinas.

En sus declaraciones, reiteran que sólo atacan objetivos “militares o estratégicamente colaboracionistas”, y se desmarcan de acciones indiscriminadas o ataques contra civiles.

Una guerra de baja intensidad... pero con alto impacto urbano

Myanmar está experimentando una forma de “guerra híbrida”, con combate convencional en zonas rurales controladas por las guerrillas étnicas, y terrorismo selectivo o sabotajes en áreas urbanas. El objetivo claro es desestabilizar al aparato estatal desde dentro y bloquear el funcionamiento de la administración por medio del miedo o la eliminación física de quienes la sostienen.

Repercusiones internas e internacionales

El gobierno militar no ha emitido declaraciones oficiales sobre el asesinato de Cho Tun Aung, aunque con toda probabilidad, seguirán las redadas y represión masiva en barrios opositores.

Desde la comunidad internacional, las reacciones son tibias. Pese a múltiples sanciones impuestas por la UE o EE.UU. contra los líderes golpistas, lo cierto es que el ejército controla aspectos clave como los recursos naturales, el comercio fronterizo con China e India, y parte del aparato financiero.

La ONU y organismos humanitarios insisten en la necesidad de un alto el fuego inmediato y una solución política, pero la realidad en tierra parece alejar cada vez más esa posibilidad.

¿Qué sigue para Myanmar?

Los próximos meses serán cruciales. Con una población que en muchas regiones respalda abierta o tácitamente a la resistencia armada, y un ejército que responde con represión brutal y bombardeos, el riesgo de una guerra aún más prolongada y destructiva crece.

Cho Tun Aung fue solo uno de los múltiples engranajes en una maquinaria estatal acusada de crímenes contra la humanidad. Pero su asesinato también subraya los dilemas de la resistencia: ¿es legítimo asesinar para liberar?, ¿pueden las guerrillas evitar transformarse en reflejo oscuro de aquello que combaten?

Mientras tanto, en Yangon, los ecos de los disparos aún resuenan como testimonio de un país fracturado al borde del colapso.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press