Archipiélago de Chagos: entre el colonialismo británico y la lucha por el retorno
El fallo judicial que frena el traspaso de soberanía a Mauricio revive décadas de despojo, tensiones estratégicas y reclamos por justicia histórica
El conflicto olvidado del Océano Índico
En medio del agitado tablero geopolítico global, una pequeña cadena de islas ha vuelto al centro del debate internacional. El Archipiélago de Chagos, situado en el corazón del Océano Índico, ha sido objeto de una prolongada disputa entre el Reino Unido y la isla-nación de Mauricio. El reciente freno judicial impuesto por el Tribunal Superior británico al traspaso de soberanía reaviva heridas históricas no cicatrizadas, involucrando cuestiones de derecho internacional, justicia histórica, y poder militar.
Un pasado colonial manchado por el despojo
En 1965, apenas tres años antes de que Mauricio lograra su independencia del Reino Unido, Londres segregó arbitrariamente el archipiélago de Chagos para crear el llamado British Indian Ocean Territory (BIOT). Esta acción fue ampliamente criticada desde su origen, por haberse producido en violación del derecho internacional e incluso ignorando los propios compromisos británicos en el proceso de descolonización.
No fue simplemente una cuestión administrativa: entre finales de los años 60 y principios de los 70, el Reino Unido expulsó a más de 2.000 habitantes chagosianos de sus islas. ¿La razón? El deseo de establecer una gigantesca base militar de Estados Unidos en la isla de Diego García, la mayor del archipiélago. Esta base sigue siendo una de las instalaciones más importantes de operaciones estratégicas estadounidenses fuera de su territorio.
El acuerdo frustrado: una brecha entre intereses estratégicos y humanidad
El acuerdo, que debía firmarse el pasado jueves en una ceremonia virtual, prevé la devolución formal de las islas a Mauricio, mientras que el Reino Unido arrendaría la base de Diego García por un periodo inicial de 99 años. Esta aparente conciliación entre soberanía mauriciana y continuidad estratégica militar para Londres y Washington fue celebrada por diversos sectores, pero tropezó con un obstáculo legal inesperado.
Pocas horas antes de la ceremonia, el juez Julian Goose del Tribunal Superior emitió una orden judicial que frena la transferencia de soberanía hasta nuevo aviso. La acción fue presentada por dos mujeres descendientes de los colonos originales expulsados, que alegan que el proceso vulnera sus derechos como ciudadanos originarios del archipiélago.
El juez fue claro: "El demandado debe mantener la jurisdicción del Reino Unido sobre el Territorio Británico del Océano Índico hasta nueva orden".
Una lucha que ha involucrado a tribunales internacionales
Este no es un problema nuevo. En 2019, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falló que la descolonización de Mauricio no se completó legalmente, y que el Reino Unido debe poner fin a su administración del archipiélago lo antes posible. Ese fallo no es vinculante, pero fue respaldado categóricamente por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que votó 116 a favor contra apenas 6 en contra a favor de la devolución.
"La continuación de la administración británica del archipiélago de Chagos es una violación del derecho internacional," sentenció la CIJ en su momento, dejando al Reino Unido aislado diplomáticamente en este tema.
Diego García: base clave en el ajedrez militar mundial
Es imposible disociar esta disputa territorial del valor estratégico de Diego García. Operada por Estados Unidos desde los años 70, esta base ha servido de plataforma de lanzamiento de ataques en las guerras del Golfo, Afganistán, Irak y ha sido punto de apoyo clave en el control marítimo del Océano Índico. Su lejanía relativa y su infraestructura avanzada la convierten en un activo irremplazable.
Según un informe del Congreso estadounidense de 2020, la base sirve como "catalizador para operaciones hacia el Medio Oriente, África Oriental y el sur de Asia". Ceder la soberanía, aunque se mantenga el alquiler militar, genera inevitables tensiones para actores que desconfían de una redistribución de influencia en el escenario indo-pacífico, especialmente en el contexto del ascenso de China.
¿Y los chagosianos?
En el corazón de este drama geopolítico están los chagosianos, el pueblo olvidado del siglo XX. Tras décadas de lucha legal y activismo, la diáspora chagosiana ha ganado visibilidad y cierto apoyo político. Muchos viven en el Reino Unido en condiciones precarias; otros permanecen en Mauricio o Seychelles.
El borrador del acuerdo contemplaba la creación de un fondo de reasentamiento para permitir que los chagosianos regresaran a algunas de las islas, aunque no a Diego García, por razones "estratégicas". Sin embargo, los detalles del fondo son opacos, y las organizaciones de derechos humanos cuestionan la falta de participación significativa de los chagosianos en la negociación del acuerdo.
"Somos el pueblo original del archipiélago, pero nos tratan como obstáculos políticos", comentó Patricia Marienne, líder de una organización chagosiana en Reino Unido.
Colonialismo en pleno siglo XXI
Mientras otras antiguas colonias británicas se independizaban a fines del siglo XX, Chagos se convirtió en una anomalía. La creación artificial del BIOT, nunca reconocido por Naciones Unidas, ha sido señalado por múltiples académicos como un ejemplo moderno de colonialismo residual.
En palabras del historiador británico Mark Curtis: “El Reino Unido utilizó la seguridad como excusa para cometer una de las más grandes injusticias coloniales de la posguerra”.
Mauricio, por su parte, ha insistido en que su reclamo no es solo legal, sino moral. Su primer ministro ha comparado el caso con Sudáfrica bajo el apartheid, afirmando que Chagos es "un lastre colonial que impide la reconciliación regional".
¿Qué sigue?
Se ha programado una nueva audiencia judicial, y todo indica que el proceso se prolongará durante varias semanas. Mientras tanto, el acuerdo sigue en pausa. En este contexto, la presión internacional será clave. Las Naciones Unidas y la Corte Africana de Derechos Humanos ya han expresado su solidaridad con Mauricio y los chagosianos.
Pero dado el valor estratégico, económico y militar de Diego García, es poco probable que la disputa se resuelva sin una importante dosis de pragmatismo, intereses cruzados y mucha diplomacia en la sombra.
La lucha por Chagos es más que un simple diferendo territorial. Es la encarnación de cómo los legados coloniales persisten en el presente, y cómo el poder todavía se impone, muchas veces, sobre el derecho y la humanidad.