Puerto Rico entre la Energía Solar y la Realidad: ¿Una Apuesta Perdida o un Paso Necesario?
El cambio de rumbo del Departamento de Energía de EE. UU. desata la polémica en medio de una temporada ciclónica inminente y una red eléctrica en ruinas
Un giro inesperado: fondos para energía solar redirigidos
Cuando Puerto Rico se preparaba para una nueva temporada ciclónica, el Departamento de Energía de Estados Unidos tomó una decisión que ha generado un intenso debate en la isla y fuera de ella: redirigir los $365 millones destinados originalmente a proyectos de energía solar hacia mejoras en la deteriorada red eléctrica convencional.
La medida ha sido criticada por organizaciones comunitarias, expertos en energías renovables e incluso legisladores, quienes advierten sobre las consecuencias de este viraje en medio de una infraestructura energética frágil y una población históricamente vulnerable a desastres naturales.
Una promesa con nombre: Biden y la apuesta solar
Durante la administración del expresidente Joe Biden, se trazó una agenda ambiciosa de justicia energética para Puerto Rico. Parte de esa visión incluía una inversión de $1,000 millones para sistemas solares con baterías, especialmente en comunidades rurales y sectores con necesidades médicas críticas.
Los $365 millones ahora redirigidos formaban parte de ese paquete inicial. El plan contemplaba su uso en la instalación de sistemas solares y de almacenamiento energético en clínicas comunitarias, residenciales públicos y hogares con pacientes en diálisis.
Javier Rúa Jovet, director de políticas públicas de la Asociación de Energía Solar y Almacenamiento de Puerto Rico (SESA, por sus siglas en inglés), declaró que la decisión es "un paso atrás en una transición energética justa" y alertó sobre la dependencia continuada de un sistema centralizado e inestable.
¿Reparar lo viejo o invertir en el futuro?
El gobierno federal justifica la reorientación de los fondos con el argumento de que fortalecerá el sistema para afrontar crisis energéticas inmediatas. Se prioriza, según el Departamento de Energía, la "flexibilidad, seguridad y confiabilidad" del sistema eléctrico a través de iniciativas como:
- Reacondicionamiento de infraestructura antigua.
- Limpieza de líneas de transmisión amenazadas por vegetación.
- Mejora en la capacidad de respuesta ante eventos extremos.
El secretario de Energía, Chris Wright, destacó que la redirección garantizará “beneficios más rápidos y extensivos para todos los residentes”, un mensaje que fue respaldado por la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González.
“Puerto Rico enfrenta una emergencia energética que exige acción inmediata. No podemos esperar años ni depender de proyectos con resultados limitados”, declaró González.
Una crisis energética con raíces profundas
El debate no puede entenderse sin el contexto histórico que ha marcado a Puerto Rico. Desde antes del paso del devastador huracán María en 2017 —que causó un colapso total de la red eléctrica—, la isla arrastraba años de abandono estructural, mala gestión e inversión insuficiente en su sistema energético.
A esto se suma que el 98% de la red de distribución depende de combustibles fósiles importados, como el petróleo y el gas natural. Según la Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA):
- 61% de la electricidad en Puerto Rico proviene del petróleo.
- 24% de gas natural.
- 8% de carbón.
- Solo un 7% se genera con energías renovables.
Lo más alarmante es que, pese a las inversiones anunciadas, el sistema continúa fallando. En lo que va de año, la isla ha sufrido dos apagones masivos, uno en la víspera de Año Nuevo y otro el 16 de abril. La preocupación crece con pronósticos de hasta nueve huracanes esta temporada, cuatro de gran intensidad.
La paradoja de los fondos sin usar
“Hay más de $16 mil millones sin usarse del dinero asignado por FEMA”, asegura Rúa Jovet, refiriéndose a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. Para muchos expertos, esto pone en duda la necesidad de redirigir fondos que ya tenían un destino claro e innovación incorporada: las baterías solares.
Rúa enfatiza que los sistemas solares descentralizados pueden montarse en semanas y ofrecer energía estable aún cuando colapse la red centralizada. “No hay nada más rápido y resiliente que la energía solar con almacenamiento”, concluye.
LUMA Energy y Genera PR, bajo la lupa
Las empresas privadas LUMA Energy (encargada de la distribución y transmisión) y Genera PR (responsable de la generación) no han escapado de las críticas. Ambas fueron contratadas tras la quiebra de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE), que enfrentaba una deuda de más de $9 mil millones. Sin embargo, sus resultados hasta ahora son, según analistas locales, "desiguales e insuficientes".
Los problemas incluyen desde retrasos en trabajos de mantenimiento hasta la ausencia de planes concretos para aumentar la generación con fuentes limpias.
Pobreza energética: la realidad del puertorriqueño común
Pese a ser un territorio estadounidense, el 43.5% de la población puertorriqueña vive por debajo de la línea de pobreza, según datos del Censo de EE. UU. Esta precariedad acentúa los efectos de cualquier apagón: desde la interrupción del acceso al agua potable hasta la pérdida de medicamentos refrigerados.
La Federación Hispana, una de las entidades beneficiarias de los fondos ahora redirigidos, había presentado evidencia del impacto positivo de los proyectos solares en comunidades vulnerables. Entre sus beneficiarios estaban cientos de personas bajo tratamiento médico que requiere energía 24/7.
Pero, ¿y las elecciones?
Todo esto ocurre en un año preelectoral para Estados Unidos. Y como mencionó Javier Rúa Jovet: “Las elecciones tienen consecuencias”. La actual administración, encabezada por Donald Trump, ha marcado un giro radical en política energética, priorizando infraestructura fósil y cuestionando los objetivos renovables del mandato anterior.
De los $1,000 millones aprobados bajo Biden, solo unos $450 millones han sido desembolsados hasta ahora. Con la nueva decisión, los proyectos solares más amplios no estarían en ejecución sino hasta 2026, si es que reciben luz verde nuevamente.
¿Cambiar el enfoque o ceder a la presión?
Mientras tanto, la administración González insiste en que la decisión ayudará a acelerar soluciones. Pero la pregunta que flota es si esta decisión es una respuesta pragmática o una claudicación política ante presiones partidistas nacionales y del sector energético tradicional.
Lo cierto es que, mientras se debate y se diseñan estrategias, los apagones continúan, las comunidades más vulnerables esperan y la promesa de un sistema eléctrico moderno, limpio y accesible parece, una vez más, postergarse.
La oportunidad que aún existe
Aunque la redirección de estos fondos representa un revés, expertos y defensores ambientales insisten en que la ventana para una transformación energética justa en Puerto Rico sigue abierta. Los retos son enormes, pero también lo es el potencial: la radiación solar en la isla está entre las más altas del Caribe y América.
Con voluntad política, cooperación interagencial y presión ciudadana, proyectos comunitarios podrían seguir avanzando. Y más aún, convertirse en ejemplos de resiliencia climática en el contexto del cambio climático.
El tiempo dirá si esta redirección es solo una pausa estratégica o el comienzo de una nueva dependencia del viejo modelo fósil. Pero mientras tanto, la temporada de huracanes comienza… y Puerto Rico sigue teniendo el corazón a oscuras.