¿Parias por dentro y por fuera? El estremecedor grito de Yair Golan y el silencio sobre Gaza en Israel
Las palabras del exgeneral sacuden a una sociedad atrincherada entre el trauma del 7 de octubre, la fe en su ejército y las profundas heridas de una guerra que ya ha cobrado más de 53 mil vidas en Gaza
“Un país sensato no lucha contra civiles, no mata bebés como pasatiempo, ni se propone expulsar a toda una población.”
Estas duras palabras no fueron pronunciadas por un funcionario de Naciones Unidas, ni por un líder palestino oponente a la ocupación israelí, sino por Yair Golan, legislador del partido Meretz y exgeneral del ejército israelí. Lo dijo en una entrevista para la radio pública Reshet Bet, y desencadenó una tormenta política y mediática en el propio corazón del Estado de Israel.
En este artículo, realizamos un análisis que busca ir más allá de las frases que incendiaron el tablero público. Exploramos el por qué estas palabras, enfocadas en el sufrimiento de los civiles palestinos, son tan inusuales dentro del discurso israelí actual, y qué consecuencias están teniendo en la esfera política y social del país.
Un grito raro pero atronador en la esfera pública israelí
Aunque es común que políticos de oposición critiquen la estrategia de guerra del primer ministro Benjamin Netanyahu —especialmente por su fracaso en liberar a los rehenes aún retenidos por Hamás—, las palabras de Golan sobresalieron por su enfoque distinto: la crisis humanitaria en Gaza.
Más que una crítica a la eficiencia militar o a los cálculos políticos de Netanyahu, Golan apuntó contra el daño a la población civil palestina, describiendo la guerra como un conflicto donde “Israel se está convirtiendo en un Estado paria”. Esta no es una perspectiva frecuentemente pronunciada en voz alta desde las élites israelíes.
Las reacciones no se hicieron esperar. Netanyahu dijo que sus palabras equivalían a una calumnia antisemita. Benny Gantz, otro líder opositor, lo acusó de exagerar y difundió que debía disculparse. Pero Golan no se retractó.
¿Por qué son tan raros estos discursos?
Para comprender el estruendo causado por las palabras de Golan dentro de Israel, hay que tener en cuenta algunos elementos centrales del contexto nacional:
- El trauma del 7 de octubre de 2023: En ese ataque de Hamás fallecieron 1.200 personas y 251 fueron tomadas como rehenes. Este fue el peor ataque en la historia de Israel, y consolidó una postura defensiva y emocional en la sociedad israelí.
- La fe en las FDI: Muchos israelíes no pueden ni imaginar que sus hijos —quienes deben hacer el servicio militar obligatorio— puedan cometer crímenes de guerra.
- La narrativa existencial: Predomina entre judíos israelíes la convicción de que esta es una guerra por la supervivencia del Estado, lo cual minimiza las preocupaciones humanitarias sobre el enemigo.
Como dijo Shmuel Rosner, investigador del Jerusalem People Policy Institute: “Cuando se lucha una guerra de existencia, no se piensa demasiado en el sufrimiento del enemigo.”
Más de 53.000 muertos en Gaza y un hambre devastadora
Las consecuencias para los civiles palestinos son catastróficas. Según las autoridades sanitarias de Gaza, más de 53.000 personas han muerto, la mayoría mujeres y niños. Aunque no diferencian públicamente entre combatientes y no combatientes, las cifras reflejan una masacre sin precedentes.
Además, el 90% de los 2 millones de habitantes de Gaza han sido desplazados de sus hogares, obligados a vivir en condiciones extremas, bajo el fuego, en refugios improvisados o crueldad minera. A esto se suma una crisis de hambre sin precedentes y la destrucción casi total urbana de numerosas ciudades y vecindarios.
¿Un cambio en la narrativa interna?
Según Ehud Olmert, ex primer ministro y también crítico de Netanyahu, “La opinión pública todavía está atrapada en la conmoción inicial del ataque del 7 de octubre, pero eso está cambiando.”
De hecho, las encuestas de opinión revelan que la mayoría de los israelíes apoyaría un alto al fuego si eso significara la liberación inmediata de los rehenes restantes (se estima que al menos un tercio de ellos aún están vivos). Esto sugiere un debilitamiento del apoyo interno al prolongamiento indefinido del conflicto.
Pero no todo es tan claro. Pese a las crecientes críticas hacia Netanyahu, la narrativa que justifica la guerra se mantiene sólida en diversos sectores —sobre todo los vinculados a la coalición de gobierno—, donde se sigue culpando exclusivamente a Hamás por la muerte de civiles palestinos.
Imágenes del dolor invisible
Mientras en Occidente circulan crudezas diarias desde Gaza (heridos, funerales, niños mutilados), la televisión israelí evita difundir estas imágenes. Y para muchos, la racionalización de estas muertes en el marco de una guerra contra el “terror” sigue teniendo potencia política.
No obstante, existe una creciente protesta desde la sociedad civil. Alma Beck, activista del movimiento anti guerra, comenzó en marzo junto a otras 20 personas a mostrar fotos de niños palestinos muertos en protestas callejeras. Hoy ya son 600. Aún una minoría, pero desafían el tabú del silencio.
“Creo que hay un cambio. La gente empieza a conectar los puntos,” dice Beck. “Aún no es la mayoría, pero espero que siga creciendo.”
Golan y el riesgo de hablar en voz alta
Yair Golan está acostumbrado a nadar contra la corriente. En 2016, en pleno acto de conmemoración del Holocausto, comparó el ambiente iliberal en Israel con el de la Alemania nazi de los años 30. En 2023, cuando ocurrió el ataque de Hamás, vistió su uniforme militar antiguo y combatió personalmente a los milicianos.
Este historial da peso a sus palabras. No es un activista externo. Es uno de los suyos, “uno de los más grandes guerreros de Israel”, según Olmert.
Es por eso que sus críticas impactan distinto. No se le puede tachar de traidor con tanta facilidad. Y aunque la respuesta institucional fue unánime en apartarse de sus declaraciones, el núcleo de lo dicho por Golan comienza a encontrar eco en una sociedad que, lentamente, va acumulando preguntas sobre el costo de la guerra.
¿Un nuevo ciclo de protesta política?
La figura de Golan podría convertirse en un nuevo catalizador de un cambio discursivo. En un país donde la política está cortada por el trauma y la seguridad nacional, su insistencia en mirar el sufrimiento del Otro podría ser la semilla de una nueva fase política. O al menos abrir una ventana.
¿Será finalmente escuchado? ¿O volverá a ser marginado del debate principal, atrapado en el eterno dilema de seguridad versus humanidad?
En medio de la polarización y la furia, una cosa es segura: las palabras de Golan han sacudido algo —y no solo en la oposición, sino en el alma misma de un país en guerra.
“No se nos puede pedir que dejemos de pensar,” dijo en la radio. “Cuando lo que está en juego es nuestra decencia básica, siempre hay que hablar.”