La gran fuga de Nueva Orleans: caos, negligencia y sospechas en uno de los mayores escapes carcelarios de EE. UU.
Diez reclusos, un agujero tras un inodoro, ayuda interna y muchas preguntas abiertas sobre cómo pudo ocurrir una huida como esta en pleno siglo XXI
Una fuga que dejó boquiabiertos a todos
El pasado 15 de mayo de 2025, el sistema penitenciario de Estados Unidos se enfrentó a uno de los mayores bochornos en su historia reciente: diez reclusos escaparon del centro de detención de Nueva Orleans, creando una tormenta política, institucional y social. Lo más preocupante, y a la vez intrigante, es cómo lograron semejante hazaña: sacando un inodoro, trepando por un agujero detrás del lavabo y escalando una cerca mientras las autoridades permanecían, increíblemente, ajenas a lo que sucedía.
¿Cómo es posible que en una prisión moderna, en una era de vigilancia masiva y sensores en cada esquina, diez hombres puedan desaparecer sin que nadie lo note durante horas? La situación ha activado alarmas en todo el país, generando comparaciones con fugas legendarias de cárceles como la de Alcatraz o incluso guiones de Hollywood.
¿Qué ocurrió exactamente esa noche?
Todo comenzó la noche del 15 de mayo a las 10:30 p.m., cuando el penal entró en su rutina de encierro nocturno. Apenas dos horas más tarde, los reos aprovecharon la ausencia de un guardia (que supuestamente había salido a buscar comida) para forzar la puerta de su celda. Posteriormente, accedieron al hueco detrás del lavabo/inodoro y comenzaron su fuga. A las 1:01 a.m., la cámara de seguridad los captó corriendo por el patio, cubriendo con mantas una cerca con alambre de púas y escalándola para desaparecer en la noche de Nueva Orleans.
Hasta aquí, ya parece una escena sacada de Prison Break. Sin embargo, lo más desconcertante vino después: no fue sino hasta las 8:45 a.m. que se decretó el confinamiento de la prisión, y recién a las 9:30 a.m. se notificó oficialmente la fuga a las autoridades. En total, pasaron más de ocho horas desde el escape hasta un reporte formal.
Una cadena de errores humanos
Las autoridades sospechan que la fuga no fue simplemente producto de ingenio criminal ni de una debilidad estructural fortuita. El hecho de que un empleado del penal, identificado como Sterling Williams, haya sido arrestado por su presunta complicidad —entre otras cosas, por haber desconectado el agua en la celda clave— corrobora las sospechas de que hubo ayuda interna.
Williams enfrenta ahora diez cargos de facilitación de fuga simple y uno de malversación en el ejercicio de funciones públicas. Según su testimonio, accedió a colaborar tras ser amenazado con ser apuñalado por uno de los reos. Su abogado ha declarado que planean declararse “no culpables”, pero el daño ya está hecho.
Un historial desconcertante
El penal de Orleans Parish, donde ocurrió el escape, ya cargaba con un historial polémico. Desde problemáticas por malas condiciones, déficit de personal, hasta acusaciones por malas prácticas, este centro ha sido objeto de repetidas críticas por parte de organizaciones defensoras de derechos humanos como el Southern Poverty Law Center. Sin embargo, este escándalo supera con creces cualquier incidente anterior.
Resulta llamativo que incluso después de la fuga, el proceso de verificación haya sido tan lento. La jefa del sistema carcelario, Susan Hutson, se ha visto obligada a suspender temporalmente su campaña de reelección para enfocarse en lo que ella misma definió como una “prioridad de seguridad y responsabilidad pública”.
Quiénes son los fugitivos involucrados
Entre los diez fugados hay una variedad de perfiles, desde cargos menores hasta delitos graves como asesinato en primer y segundo grado, robo a mano armada, asaltos agravados y portación ilegal de armas con narcóticos.
- Kendall Myles, 20 años: acusado de intento de homicidio en segundo grado y robo.
- Robert Moody, 21 años: imputado por portación de arma con fines delictivos, agresión y obstrucción.
- Dkenan Dennis, 24 años: con delitos relacionados a robo armado y violencia con armas.
- Gary C. Price, 21 años: acusado de asesinato en primer grado y violencia doméstica.
- Corey Boyd, 19 años: otro caso de asesinato en segundo grado.
A la fecha, cinco de los diez reos han sido recapturados. Las labores para encontrar a los cinco restantes continúan, con recompensas públicas y alertas emitidas a nivel estatal y federal.
Una fuga que refleja un sistema roto
Más allá de las anécdotas de la fuga, este caso pone al desnudo los fallos estructurales del sistema carcelario estadounidense. Según datos del Bureau of Justice Statistics, en 2022 existieron más de 2,118 fugas reportadas a nivel nacional. Aunque muchas son detenidas rápidamente, el hecho de que existan aún es reflejo de problemas de vigilancia, entrenamiento de personal, condiciones laborales e infraestructura.
Organizaciones como Prison Policy Initiative han advertido desde hace años sobre las condiciones precarias en muchas cárceles del país. En Nueva Orleans, la cárcel operaba con menos del 80% del personal necesario, según informes del Departamento de Justicia en 2023. Además, los recortes presupuestarios han afectado los programas de mantenimiento, supervisión y revisión de sistemas de seguridad.
¿Y ahora qué?
La administración de Susan Hutson enfrenta una presión sin precedentes. Con elecciones a la vuelta de la esquina, esta crisis puede ser determinante. Hutson ha prometido una auditoría completa, pero aún quedan sin respuesta muchas preguntas básicas: ¿cómo consiguieron las herramientas los presos?, ¿quién más sabía de la fuga?, ¿por qué se tardó tanto en activar los protocolos de emergencia?
Más allá de culpables específicos, la fuga parece ser producto de un ecosistema institucional con fisuras en todos sus niveles. Un entorno donde el control, la eficiencia y la rendición de cuentas escasean, y donde la seguridad ciudadana queda relegada. Es una alerta que va más allá de Nueva Orleans; es una llamada de atención nacional.
El factor político en el ojo del huracán
Este caso también ha adquirido una lectura política relevante. Mientras algunos sectores han intentado señalar que se trata de un problema aislado, otros sostienen que es síntoma de una política criminal fallida, más centrada en castigar que en reformar. Lo cierto es que este tipo de sucesos generan recelo social y presión política para endurecer leyes de vigilancia, lo que abre otro debate sobre libertades civiles y medidas extraordinarias.
Mientras tanto, la cacería de los cinco reclusos restantes sigue en marcha. El Departamento de Policía de Nueva Orleans, junto con el FBI y autoridades estatales, ha pedido a la población mantener la calma y reportar cualquier posible pista.
Una cosa es cierta: el país mira con atención, porque este no es simplemente un escape más. Este es un símbolo, una señal de que incluso en el siglo XXI, con toda la tecnología y vigilancia disponibles, la negligencia humana sigue siendo el eslabón más débil de la cadena.