Jóvenes cristianos reinventan la fe: liderazgo, espiritualidad y misión más allá del púlpito
Con nuevas redes, programas locales y seminarios transformados, una nueva generación de creyentes encuentra su propósito fuera del ministerio pastoral tradicional
Una nueva espiritualidad en el corazón de Princeton
En los comedores ornamentados del Princeton Theological Seminary, una veintena de jóvenes adultos se levanta uno a uno para compartir historias personales cargadas de fe y propósito. No son seminaristas, pero sí líderes con profundas raíces cristianas: trabajadores sociales, consultores, artistas y emprendedores. Cada uno, con un micrófono en mano, redefine lo que significa vivir la fe en el siglo XXI.
Este encuentro forma parte de la Red de Liderazgo Juvenil Polaris, una iniciativa lanzada en 2023 con el apoyo de una subvención de 4 millones de dólares de la Lilly Endowment. Su objetivo: equilibrar la disminución del interés en el ministerio tradicional con nuevos caminos de liderazgo espiritual.
“Líderes cristianos, no denominacionales”
“Estamos formando líderes cristianos. No católicos, ni presbiterianos, ni episcopales, sino líderes cristianos”, enfatiza Betty Freymann, consultora tecnológica y católica practicante que también produce un podcast en español para católicos latinos. Su presencia en el evento, y la diversidad ideológica de los asistentes, resalta una verdad cada vez más palpable: el cristianismo joven está migrando hacia espacios no convencionales.
Esta tendencia es evidente entre los estudiantes que buscan educación teológica sin planes de ordenarse. Según el Rev. Kenda Creasy Dean, directora del programa Polaris, el interés por el Master of Divinity —grado común para líderes ordenados— ha disminuido en Princeton: de 245 alumnos en 2020-2021 a 155 en 2024-2025. Sin embargo, sus programas en teología y sostenibilidad y justicia social han crecido consistentemente desde su inicio en 2023.
Seminarios frente al reto generacional
Durante años, los seminarios teológicos de EE.UU. han enfrentado lo que algunos llaman una “crisis de propósito”. La pandemia de COVID-19, el aumento del secularismo y la apatía hacia las religiones organizadas, especialmente entre la Generación Z, han presionado a las instituciones a reinventarse. Muchas se han volcado hacia modelos híbridos, programas de certificación y opciones en línea para llegar a públicos más diversos.
Según datos de la Association of Theological Schools (ATS), la inscripción al Master of Divinity cayó un 14% desde 2020, pero ha sido compensada con un aumento en maestrías más breves y personalizadas. El resultado: desde 2020, la matrícula total en las 270 escuelas afiliadas a ATS ha aumentado un 1.8%.
Una red desde abajo: el caso de Mosaic Ministries
Mientras Princeton trabaja desde la academia, Trinity Evangelical Divinity School en Illinois ha inspirado cambios desde la base. Con el programa Mosaic Ministries, iniciado informalmente en 2010 y formalizado en 2017, se ha generado un pequeño “avivamiento” intergeneracional entre 12 iglesias en la ciudad de Waukegan.
“Nuestros jóvenes no querían solo barbacoa. Pedían espacios para preguntas difíciles y compartir vida juntos”, relata el Rev. Daniel Hartman, codirector del programa. Gracias a esta escucha activa, muchas congregaciones comenzaron a reformular su forma de ministerio, dando lugar en 2022 a Refined, una experiencia de 18 meses con mentoría, retiros y servicio comunitario.
Adi Camacho, participante de Refined, comenta: “Era mi primera vez compartiendo corazón con hermanos de otras iglesias. Fue una bendición. Pudimos romper barreras entre congregaciones”.
Espiritualidad para los curiosos en Austin
En Texas, el seminario Austin Presbyterian Theological Seminary ha optado por abrir espacio incluso para quienes exploran la fe sin compromiso eclesial. Su 787 Initiative, también financiada por Lilly Endowment, produce espacios para la interacción entre jóvenes cristianos y “curiosos de Cristo”, aquellos que sienten una inquietud espiritual, pero desconfían de las estructuras religiosas tradicionales.
Melissa Wiginton, vicepresidenta del seminario, afirma: “Hay un anhelo por algo que sea lo suficientemente sólido como para sostenerte, pero sin ser tan rígido que te encierre”. Mercedes Collins, miembro del consejo asesor del 787 e impulsora de una comunidad recreativa para afroamericanos en Austin, resalta: “La comunidad también es espiritual. No estamos hechos para estar solos”.
Historias que transforman: el proyecto Austin Story
Como expansión del 787 Initiative, el Austin Story Project se lanzó en 2025 con un enfoque en narrativa personal y peregrinajes espirituales. El primero será sobre la no violencia y llevará a los participantes a sitios históricos relacionados con la producción nuclear en el norte del Pacífico, acompañados por una sobreviviente del bombardeo de Hiroshima.
¿El objetivo? Crear ocasiones donde los jóvenes adultos vivan una fe encarnada, engagée, coherente con los desafíos actuales y con un testimonio espiritual que trascienda muros religiosos.
El valor de experimentar
“Todos estamos en una etapa de experimentación radical”, dice la Rev. Kenda Dean de Princeton. “La desesperación es un don espiritual. Nos fuerza a intentar lo que hace diez años era impensable”.
Este espíritu experimental ha permitido que los seminarios no solo sobrevivan, sino que comiencen a responder a las verdaderas preguntas de su tiempo: ¿cómo ser cristiano en un mundo que valora la autenticidad sobre la institucionalidad?, ¿cómo guiar con fe desde el mundo corporativo, el arte o la política?, ¿cómo sostener una comunidad después del culto?
Mientras el interés por la religión organizada parece diluirse, la espiritualidad personal y comunitaria sigue viva, creciendo en rincones inesperados: desde el escenario de un comedor en Princeton, un estudio de podcast en Dallas, un centro comunitario renovado en Waukegan o una sala de debates en Austin.
Como dijo Ray’Chel Wilson en el Polaris Summit: “¿Cómo permanecemos inquisitivos en un mundo donde la excelencia es esperada y la asimilación recompensada? Yo llevo mis preguntas a Dios”. En esa frase se refleja el sentir de toda una generación: no se trata de abandonar la fe, sino de reinventarla para los nuevos tiempos.