Golden Dome: La nueva era militar de EE.UU. ¿Defensa o pretexto espacial?

El ambicioso sistema de defensa antimisiles de Donald Trump marca un antes y un después en la historia armamentística de EE.UU., pero también desata temores sobre la militarización del espacio

¿Qué es el programa Golden Dome?

Golden Dome es el nombre del nuevo concepto de defensa antimisiles impulsado por el expresidente Donald Trump. Se trata de un programa que combina capacidades terrestres y espaciales con el objetivo de interceptar misiles enemigos en todas sus fases —desde su lanzamiento hasta su impacto— y representa, de materializarse, una transformación radical en la estrategia militar de Estados Unidos.

Con una inversión estimada entre $30.000 millones y $100.000 millones para su versión inicial (clasificada por el Pentágono como de “alto coste”), Golden Dome incluiría los primeros interceptores con capacidad ofensiva situados en el espacio, diseñados para destruir amenazas en vuelo. Esta idea no sólo plantea desafíos técnicos y económicos enormes, sino que también abre una discusión geopolítica de alto voltaje: ¿estamos ante el inicio de una era de armamento espacial?

El plan espacial de EE.UU.: ¿ciencia ficción o realidad inminente?

Según el jefe de la Fuerza Espacial de EE.UU., general Chance Saltzman, el sistema contempla enfrentar amenazas que “jamás antes han sido ejecutadas” por fuerzas militares en el entorno espacial. El concepto es ambicioso: detectar e interceptar misiles en cualquiera de las cuatro etapas del ataque —previo al lanzamiento, en la fase de impulso, durante su vuelo medio y antes del impacto final.

Sin embargo, aún se encuentra en lo que se denomina “fase conceptual”, y tanto el Pentágono como el Comando Norte (NORTHCOM) están apenas elaborando los requisitos iniciales. A pesar de ello, Trump ya seleccionó la versión del programa que quiere implementar y solicitó un presupuesto inicial de $25.000 millones dentro de su propuesta fiscal ante el Congreso.

Una estrategia sin precedentes militares

La decisión de Trump de optar por Golden Dome sin que se hubieran terminado de definir sus requerimientos técnicos va en contra de los protocolos comunes del desarrollo armamentístico. Según el secretario de la Fuerza Aérea, Troy Meink, lo usual es que los requerimientos se definan primero antes de aprobar un programa de esta magnitud.

El Congresional Budget Office (CBO) ha estimado recientemente que sólo la parte espacial de este sistema podría alcanzar un costo de hasta $542.000 millones a lo largo de 20 años. Una cifra astronómica... literalmente.

La amenaza china y rusa acelera el programa

El argumento esgrimido por la administración Trump para justificar esta ambiciosa carrera espacial militar es el desarrollo de misiles hipersónicos y otras tecnologías avanzadas por parte de Rusia y China. Ambas potencias ya han desplegado dispositivos capaces de neutralizar o destruir satélites —como los satélites asesinos rusos o los ataques láser orbitales chinos— lo que representa una amenaza directa para los sistemas de vigilancia y navegación estadounidenses.

“China y Rusia ya han colocado armas ofensivas en el espacio”, explicó Saltzman ante el Congreso. “Nuestra respuesta debe estar a la altura del desafío, incluso si eso significa romper barreras previas en política espacial militar”.

El regreso de la Guerra de las Galaxias… versión 2025

Golden Dome recuerda inevitablemente a la Iniciativa de Defensa Estratégica que impulsó Ronald Reagan en los años 80, conocida popularmente como la “Guerra de las Galaxias”. En aquella época, y en pleno apogeo de la Guerra Fría, Reagan propuso instalar misiles láser en el espacio para frenar un potencial ataque nuclear soviético. Aunque el proyecto se desmoronó por su inviabilidad tecnológica, dejó una huella ideológica que ahora regresa con Golden Dome.

¿Estamos asistiendo a un reciclado del viejo sueño tecnomilitar, adaptado al nuevo orden multipolar con rivales como Pekín y Moscú? Todo parece indicar que sí, con un matiz: ahora existe una mayor presión real por parte de otras potencias con capacidades espaciales hostiles.

¿Cuál es el papel del Congreso y del Pentágono?

El Congreso de EE.UU. aún no ha aprobado formalmente recursos para Golden Dome, aunque el clima político y la expansión del gasto militar post-2020 hacen que esta iniciativa tenga potencial para avanzar, especialmente bajo la influencia del partido republicano.

General Michael Guetlein, actual vicejefe de Operaciones Espaciales, será el encargado de liderar el desarrollo de Golden Dome. Él supervisará desde sistemas de satélites espía hasta plataformas armadas capaces de interceptar amenazas a miles de kilómetros de altitud.

Al margen de la viabilidad técnica, los expertos también temen por las repercusiones diplomáticas: “La militarización del espacio fue siempre una línea roja”, explica Joan Johnson-Freese, profesora de defensa espacial en la U.S. Naval War College. “Si cruzamos esa línea, el enfoque cambiará de defensa a carrera de armamentos inevitable”.

¿Qué opinan las potencias rivales?

China advirtió en 2022 sobre el uso de armas espaciales “como herramienta de supremacía geoestratégica” e insinuó que respondería con medidas similares si EE.UU. instalaba armamento en órbita. Rusia ha sido aún más tajante. El canciller Serguéi Lavrov declaró que “cualquier intento de instalar sistemas armados en el espacio será considerado como un acto de agresión que requiere respuesta proporcional”.

Ambas naciones han abogado repetidamente en la ONU por tratados que prohíban las armas espaciales, aunque estos esfuerzos han encontrado resistencia por parte de Washington y sus aliados.

Tecnología sin control: el lado B de la ecuación

Más allá del debate internacional, existen preocupaciones internas. La rápida evolución de armas autónomas y satélites con inteligencia artificial plantea el riesgo de decisiones letales sin intervención humana. En un sistema como Golden Dome, el margen de error es casi nulo. Un fallo de cálculo, una falsa alarma o una confusión entre satélites civiles y militares podría desencadenar un conflicto de consecuencias imprevisibles.

Además, el impacto ambiental de colocar miles de satélites e interceptores en órbita baja comienza a alzar voces: los expertos preocupados por el fenómeno de contaminación orbital —la acumulación de basura espacial que puede dañar otros satélites o estaciones espaciales— alertan que esta guerra silenciosa puede costarle caro a la humanidad entera.

¿A dónde va el dinero?

En 2023, el presupuesto del Pentágono alcanzó los $858.000 millones, el mayor en la historia de EE.UU. Una porción significativa está siendo destinada a modernizar su sistema antimisiles y reforzar la Fuerza Espacial (creada por Trump en 2019). Golden Dome no es una idea aislada, sino el paso siguiente en una cadena de apuestas estratégicas hacia la dominación aeroespacial.

Pero mientras se destina dinero a satélites y sistemas orbitales, el país enfrenta problemas graves en áreas como infraestructura, salud pública, educación o vivienda. Los detractores de esta política afirman que la seguridad nacional no puede construirse solamente con misiles y sensores, sino también con cohesión social.

Golden Dome: ¿casco dorado o ilusión peligrosa?

Golden Dome se presenta como un escudo tecnológico capaz de proteger a EE.UU. del mundo exterior, pero también puede convertirse en una arma de doble filo. Su despliegue no sólo costará cientos de miles de millones, sino que puede erosionar décadas de acuerdos internacionales orientados a mantener el espacio como un ‘bien común’ de la humanidad.

En un momento donde los desafíos globales —desde la crisis climática hasta pandemias o gobernabilidad digital— requieren cooperación internacional y no confrontación, la militarización del espacio puede acentuar aún más las tensiones que ya dividen al planeta.

Golden Dome es, en definitiva, mucho más que un sistema de defensa: es un símbolo. Un símbolo del rumbo que puede tomar la humanidad si opta por la disuasión en vez del diálogo, por la dominación en lugar de coexistencia y por la carrera armamentista en vez de la innovación pacífica.

Y tú, ¿crees que el futuro debe escribirse desde el espacio armado o desde la diplomacia terrestre?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press