Gaza bajo cerco: la crisis humanitaria que desafía al mundo

La ayuda comienza a entrar tímidamente tras un bloqueo total de casi tres meses. ¿Puede el mundo seguir mirando hacia otro lado?

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Una ventana entre escombros: el inicio de una ayuda insuficiente

Durante más de dos meses y medio, la Franja de Gaza permaneció sellada, sin recibir alimentos ni medicinas. Casi dos millones de palestinos quedaron completamente aislados, atrapados en un conflicto que parece no tener fin. Esta semana, bajo creciente presión internacional, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu accedió a permitir el ingreso de un insignificante flujo de ayuda humanitaria. Desde el lunes, solo cinco camiones han cruzado hacia el territorio —muy lejos de los aproximadamente 600 que lo hacían diariamente durante la tregua de principios de año, según las Naciones Unidas.

Esta medida llega tras críticas de aliados clave como Reino Unido, Francia y Canadá, quienes calificaron la ayuda de "totalmente inadecuada" y advirtieron sobre posibles sanciones si no se mejora la situación en Gaza. Aunque representa un cambio, la mínima cantidad de ayuda sugiere más una maniobra política que una respuesta humanitaria genuina.

El hambre como arma: ¿Política de guerra o negligencia intencional?

Israel impuso un bloqueo total a Gaza el 2 de marzo, argumentando que era una táctica para presionar a Hamas a aceptar términos de alto el fuego favorables a Israel. Según Tel Aviv, Hamas desvía parte de la ayuda para fines militares, aunque no ha presentado pruebas concluyentes. Por su parte, la ONU niega estas acusaciones y sostiene que existen mecanismos para garantizar la distribución adecuada de ayuda.

Lo cierto es que este cerco ha empujado a Gaza a una catástrofe humanitaria sin precedentes desde que comenzó la guerra, en octubre de 2023. De acuerdo con el análisis del IPC (Integrated Food Security Phase Classification), cerca de 500.000 palestinos enfrentan hambre catastrófica mientras más de un millón apenas logran sobrevivir con lo justo.

“El hambre se ha convertido en otra arma del conflicto”, afirmó Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados.

Cifras que estremecen

  • 53,000 palestinos muertos desde octubre de 2023, según el Ministerio de Salud de Gaza.
  • Unos 9,000 niños tratados por malnutrición en lo que va del año (UNICEF).
  • 20% de embarazadas están malnutridas.
  • Al menos el 50% de los nacimientos recientes son de alto riesgo o prematuros.

Un gran número de las víctimas mortales son mujeres y niños, aunque las cifras no distinguen entre civiles o combatientes. La infraestructura hospitalaria, bajo fuego constante, ya no puede responder a la emergencia. Los bancos de sangre empiezan a agotarse, los quirófanos funcionan a oscuras y la morfina, para muchos pacientes, es solo un recuerdo doloroso.

¿Una solución humanitaria o un nuevo modelo de control?

La nueva propuesta de Netanyahu para distribuir ayuda a través de la Fundación Humanitaria Gaza —apoyada por Estados Unidos e integrada por exmilitares y contratistas privados— ha sido rechazada por organizaciones humanitarias. El plan contempla la creación de cuatro centros de distribución, custodiados por empresas privadas de seguridad, cada uno destinado a atender a 300,000 personas. Es decir, la ayuda solo cubriría al 50% de la población.

Las ONG denuncian que esta medida viola principios humanitarios fundamentales y convertiría a la ayuda en un instrumento político. Para recibir comida, las personas deberían desplazarse a estos centros, creando nuevos flujos de desplazamiento forzado dentro de un territorio ya devastado.

“Hay suficiente ayuda en la frontera. Solo necesitamos que Israel nos permita distribuirla”, afirmó Samer Abdeljaber, jefe de operaciones del Programa Mundial de Alimentos en Palestina.

El costo humano de la política

Desde el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023 —que dejó 1,200 israelíes muertos y 251 rehenes capturados—, Israel intensificó su ofensiva militar como no se había visto en décadas. La respuesta armada ha sido implacable: ataques aéreos diarios, destrucción de centros médicos, escuelas, mercados e incluso instalaciones de la ONU. Las cifras hablan del bombardeo más intenso de la última década en Medio Oriente.

Netanyahu ha declarado públicamente que no negociará con Hamas hasta liberar a los rehenes restantes (58 personas, de las cuales sólo un tercio siguen con vida, según informes). Además, ha idolatrado la noción de que Gaza esté bajo control israelí permanente e incluso ha esbozado ideas para promover “la emigración voluntaria” de una gran cantidad de palestinos. Para la comunidad internacional, esta retórica se acerque peligrosamente a un intento de limpieza étnica.

¿Una Gaza sin palestinos?

Analistas y expertos en derechos humanos han advertido que los planes de Netanyahu para "reorganizar" Gaza tras la guerra podrían violar gravemente el derecho internacional.

“Desplazar forzadamente a la población o promover un éxodo que derive en vaciamiento del territorio es una clara vulneración del Estatuto de Roma”, dijo Zeid Ra’ad Al Hussein, ex Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Los palestinos, por su parte, han reiterado que cualquier intento de reconfigurar Gaza mientras continúe la ocupación es inaceptable. “Gaza pertenece a los palestinos. No vamos a aceptar caridades como sustitutos de nuestros derechos”, manifestó en una rueda de prensa Khalil al-Hayya, representante de Hamas durante las negociaciones de alto el fuego.

La comunidad internacional: entre el discurso y la inacción

Mientras tanto, las potencias occidentales continúan enviando mensajes contradictorios. Por un lado, denuncian públicamente la situación en Gaza, calificándola de “crisis humanitaria sin precedentes”. Por el otro, muchos de estos mismos gobiernos —como Estados Unidos— siguen suministrando armas y apoyo militar a Israel.

Ante esto, activistas y ciudadanos movilizados en distintas partes del mundo han presionado a sus gobiernos para adoptar sanciones concretas como condición para detener la masacre. Organizaciones como Amnistía Internacional han llamado a implementar un embargo de armas y a apoyar una investigación en la Corte Penal Internacional por posibles crímenes de guerra.

¿Qué sigue para Gaza?

La pregunta que se impone es: ¿hasta cuándo se podrá sostener esta realidad? La situación en Gaza no es solo un asunto local ni regional; es una prueba de fuego para el sistema internacional de derechos humanos. Permitir que más de dos millones de personas sean empujadas al borde del abismo con plena conciencia y sin consecuencias es más que una tragedia. Es un hito en la historia contemporánea del cinismo global.

Gaza no pide caridad, pide humanidad. Y mientras los líderes del mundo siguen calculando riesgos y beneficios, cada día más madres entierran a sus hijos bajo los escombros. El tiempo se agota.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press