El Arca de Kentucky, el Juicio de Scopes y la batalla interminable entre la evolución y el creacionismo
Cien años después del juicio que dividió a EE. UU., el debate entre ciencia y fe sigue tan vigente como entonces: ¿es posible que la Biblia tenga razón y la evolución esté equivocada?
Entre la ciencia y la fe: el eterno conflicto
En Williamstown, Kentucky, un gigantesco artefacto atrae la atención de miles de visitantes al año. Se trata de una réplica a escala del Arca de Noé, construida por la organización Answers in Genesis (Respuestas en el Génesis), dirigida por el controversial defensor del creacionismo Ken Ham. Con 155 metros de largo, 26 metros de ancho y 16 metros de alto, el arca es la estructura con armazón de madera independiente más grande del mundo y el punto central del parque temático Ark Encounter.
Lejos de ser solo una atracción turística, este arca promueve la idea de que la historia bíblica del diluvio y la creación del mundo debe interpretarse como un hecho literal. Y con ello, plantea un desafío directo a la comunidad científica y educativa que defiende la evolución como hecho comprobado.
La herencia del Juicio de Scopes
Este movimiento creacionista no es nuevo. De hecho, revive un debate que conmocionó a Estados Unidos hace un siglo: el Juicio de Scopes de 1925, también conocido como el Juicio del mono. En esa histórica disputa legal, John Scopes, un profesor de secundaria en Tennessee, fue juzgado por enseñar evolución en contra de la ley estatal.
Aunque técnicamente el creacionismo ganó —Scopes fue condenado—, la batalla cultural la perdió el fundamentalismo. William Jennings Bryan, un político populista y defensor del creacionismo, fue ridiculizado por sus pobres respuestas cuando tuvo que explicar literalmente los milagros bíblicos durante el juicio. La aparición del abogado Clarence Darrow en su contra fue legendaria, exponiendo la tensión entre fe y hecho científico.
El resurgir del creacionismo
Cien años después, el conflicto no ha terminado. Según una encuesta de Gallup en 2024, el 37% de los adultos estadounidenses cree que "Dios creó a los seres humanos prácticamente en su forma actual hace unos 10.000 años o menos". Si bien esa cifra ha disminuido desde los años 80, sigue representando a una porción significativa de la población.
Y es precisamente esa creencia la que impulsa a Ken Ham. Para él, el error de Bryan fue no haber defendido la Biblia como verdad literal. "Queremos mostrar que tenemos respuestas", afirma Ham con su característico acento australiano.
Arca y museo como trincheras ideológicas
Además del Arca, Answers in Genesis también administra el Museo de la Creación en Petersburg, Kentucky, donde se pueden ver escenas como niños jugando con dinosaurios en el Jardín del Edén, contradiciendo rotundamente la escala temporal propuesta por la ciencia moderna.
Ambos lugares reciben alrededor de 1.5 millones de visitas anuales, incluyendo visitas repetidas. Están diseñados no solo para entretener, sino para educar —o reeducar— bajo un paradigma bíblico. Según Ham, el mensaje central de ambos parques es: “La historia en la Biblia es verdadera. Y por eso, el evangelio basado en esa historia también es verdadero”.
¿Qué dice la ciencia?
El consenso científico es contundente: la Tierra tiene aproximadamente 4.540 millones de años, la vida evolucionó a partir de formas más simples hace más de 3.500 millones de años, y el ser humano moderno apareció hace unos 300.000 años en África.
La Academia Nacional de Ciencias describe la evolución como "uno de los hechos científicos mejor establecidos". La Sociedad Geológica de EE. UU. añade: “La evolución y el concepto relacionado de tiempo profundo son esenciales para los planes de estudio científicos”.
En contraposición, la visión creacionista considera que la Tierra tiene unos 6.000 años y que todas las formas de vida fueron creadas por Dios en seis días, tal como describe el libro del Génesis. Según esta visión, la catástrofe global del Diluvio explicaría fenómenos geológicos como el Gran Cañón.
El impacto educativo: ¿adoctrinamiento o alternativa válida?
Uno de los aspectos que más preocupa a educadores y científicos es el intento de insertar el creacionismo en las aulas. Desde el Juicio de Scopes, la enseñanza de la evolución ha sido legislada y litigada múltiples veces:
- 1967: Tennessee deroga la ley anti-evolución.
- 1968: La Suprema Corte de EE. UU. declara inconstitucional una ley similar en Arkansas.
- 1987: Se revoca una ley de Luisiana que obligaba a enseñar creacionismo junto con evolución.
- 2005: Un tribunal federal prohíbe enseñar "diseño inteligente" como alternativa científica válida.
Pese a estas decisiones, aún hoy se proponen legislaciones ambiguas en estados como West Virginia o Dakota del Norte que podrían permitir la enseñanza del creacionismo bajo otro nombre.
¿Ciencia vs. religión? Una falsa dicotomía
Aunque muchos consideran este conflicto como binario —ciencia versus religión—, la realidad es más compleja. Muchos creyentes y líderes religiosos aceptan la evolución. Por ejemplo, la Iglesia Católica sostiene desde tiempos de Juan Pablo II que la evolución es más que una teoría y que puede coexistir con la fe, siempre y cuando se afirme que el alma humana es creación divina.
La misma encuesta de Gallup indica que, entre quienes creen en la evolución, un 34% cree que ocurrió guiada por Dios, mientras que el 24% piensa que fue sin intervención divina. Es decir, una gran parte ve una síntesis posible entre ciencia y fe.
¿Evangelismo o nacionalismo cristiano?
Para críticos como William Vance Trollinger Jr. y Susan Trollinger, coautores del libro Righting America at the Creation Museum, la agenda de Answers in Genesis va más allá del debate científico. Denuncian que el parque y museo son "un arsenal en la guerra cultural", promoviendo una visión conservadora del cristianismo, la familia, los roles de género y el rechazo a otros consensos científicos, como el cambio climático.
El estratega y abogado que defendió a Ken Ham en una disputa legal por subsidios fue nada menos que Mike Johnson, ahora presidente de la Cámara de Representantes de EE. UU. El cruce entre religión, política y pseudociencia parece más estrecho que nunca.
¿Una mirada divertida a una idea seria?
El comediante y divulgador científico Bill Nye, conocido por su programa “The Science Guy”, debatió públicamente con Ken Ham en 2014. Llamado informalmente “Scopes II”, el debate se viralizó rápidamente.
“Hay árboles más antiguos de lo que Ham cree que es la edad del mundo,” dijo Nye. “Enseñar que los humanos no están emparentados con chimpancés es ridículo. Pero lo más preocupante es cómo estas ideas se infiltran en la política científica, en cómo respondemos al cambio climático o a las pandemias.”
¿Qué motiva a los creyentes?
Un visitante del Arca, Todd Bigelow, resumía así su experiencia: “Ayuda a apreciar las oportunidades que Dios nos da para vivir una buena vida y arrepentirnos cuando sea necesario”. Como muchos otros, cree que Dios y la ciencia pueden coexistir.
Para familias como la de Louise van Niekerk, que viajó desde Ontario, Canadá a los Estados Unidos para recorrer ambos parques, se trata de ofrecer una alternativa formativa frente a lo que consideran una hegemonía educativa de la evolución.
Y mientras tanto… se expande el imperio del Arca
Ken Ham no se detiene. Ya planea nuevas atracciones creacionistas en Pigeon Forge (Tennessee) y Branson (Missouri). La intención es clara: ofrecer entretenimiento familiar con una fuerte carga ideológica, y así terminar el trabajo que, según él, William Jennings Bryan no supo defender hace un siglo.
Para quienes creen que la Tierra tiene solo seis mil años, el tiempo parece jugar en contra. Para otros, como Nye, el problema no es la fe, sino su uso para negar evidencia. Lo único cierto es que, cien años después del Juicio de Scopes, los ecos del conflicto siguen resonando.