Día Mundial de las Abejas: un llamado urgente para salvar a nuestros polinizadores
Cada 20 de mayo, el mundo gira su mirada hacia las abejas, fundamentales para la biodiversidad y la seguridad alimentaria, pero en peligro por nuestras acciones
Si hoy te has comido una ensalada, una fruta o incluso tomado una taza de café, probablemente deberías agradecerle a una abeja. Estos pequeños polinizadores son responsables de fecundar aproximadamente el 75% de los cultivos alimentarios del planeta. Sin embargo, su existencia está en riesgo y el Día Mundial de las Abejas, celebrado cada 20 de mayo, busca resaltar esta emergencia silenciosa que podría cambiar el mundo tal como lo conocemos.
El origen del Día Mundial de las Abejas
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció en 2018 el Día Mundial de las Abejas. La fecha no fue elegida al azar: 20 de mayo conmemora el nacimiento de Anton Janša (1734–1773), un innovador apicultor esloveno que se considera pionero en las técnicas modernas de la apicultura.
Desde su instauración, el evento ha servido como una plataforma para generar conciencia global sobre la función esencial de las abejas y otros polinizadores en el equilibrio del ecosistema y en la producción de alimentos, y también para instar a gobiernos, agricultores y ciudadanos a promover actividades que protejan a estas especies.
¿Por qué están desapareciendo las abejas?
El descenso de las poblaciones de abejas en las últimas décadas ha sido marcado e inquietante. En Alemania, se ha reportado una disminución del 75% de insectos voladores en ciertas áreas protegidas en tan solo 27 años, según un estudio realizado por la Universidad Técnica de Múnich.
Las razones de este descenso son múltiples:
- Uso de insecticidas agresivos como los neonicotinoides, que afectan el sistema nervioso de las abejas.
- Monocultivos que limitan la diversidad de alimento disponible.
- Cambio climático que altera los ciclos de floración y comportamiento de los enjambres.
- Enfermedades y parásitos como el ácaro Varroa destructor.
- Pérdida de hábitat debido a la urbanización indiscriminada.
El resultado ha sido devastador: numerosas especies de abejas silvestres están ahora en riesgo de extinción. Y es importante destacar que no solo las abejas melíferas (Apis mellifera) están afectadas. Las abejas solitarias, responsables también de una gran parte de la polinización, están aún más amenazadas.
¿Qué pasaría si desaparecen las abejas?
No se trata solo de perder la miel. Las abejas tienen un papel vital en la seguridad alimentaria global. Alrededor de uno de cada tres bocados de comida que consumimos existe gracias a la polinización. Sin abejas, perderíamos no solo frutas y vegetales, sino también ganado que se alimenta de plantas polinizadas.
El valor económico global que aporta la polinización realizada por insectos, principalmente abejas, se estima en 235.000 a 577.000 millones de dólares anuales, según datos de la FAO.
Alemania: ejemplo urbano de defensa de las abejas
En ciudades como Colonia, Alemania, iniciativas urbanas han florecido para proteger a las abejas. En esta localidad, cerca de 400.000 abejas ocupan colmenas en azoteas, contribuyendo a la polinización y producción local de miel.
Matthias Roth, presidente de la Asociación de Apicultores de Colonia, explicó recientemente que su organización ha implementado cajas de anidación para abejas solitarias. “Debemos cuidar la naturaleza”, dijo Roth. “Nos hemos alejado totalmente de ella, especialmente en las ciudades. Hay que velar por las abejas salvajes en particular.”
Pequeñas acciones con grandes beneficios
Aunque el problema es de escala global, cada persona puede aportar. Aquí algunas formas prácticas:
- Plantar jardines de polinizadores con flores autóctonas.
- No usar pesticidas o usar alternativas naturales o ecológicas.
- Comprar miel cruda de apicultores locales.
- Apoyar políticas medioambientales y exigir protección para zonas verdes.
- Fomentar la educación sobre biodiversidad en escuelas y comunidades.
La apicultura moderna y su evolución
Anton Janša revolucionó la apicultura en el siglo XVIII con la implementación de prácticas más respetuosas con el ciclo de vida de las abejas. Hoy en día, la apicultura se está viendo revalorizada no solo como industria económica, sino como herramienta estratégica en la lucha contra el colapso de la biodiversidad.
Muchos apicultores urbanos —como el caso de Berlín o París— instalan colmenas en azoteas de edificios públicos o escuelas. Esta tendencia ha crecido exponencialmente en la última década, convirtiéndose tanto en una necesidad ecológica como en un vínculo educativo entre las personas y la naturaleza.
¿Puede la tecnología ayudar a las abejas?
La respuesta es sí. Satélites climáticos han sido usados para predecir el comportamiento floral y adaptar rutas de polinización. También se han comenzado a usar sensores inteligentes dentro de colmenas para medir temperatura, humedad y la salud de la reina abeja, permitiendo a los apicultores reaccionar de forma proactiva.
No obstante, los drones polinizadores artificiales —si bien existen como prototipos en Japón y EE.UU.— están a años luz de sustituir el trabajo de una abeja viva. Y como dicen muchos expertos: ¡menos maquinaria y más respeto a la naturaleza!
La esperanza aún zumba
El hecho de que exista un día mundial dedicado a las abejas indica que la conciencia está aumentando. Campañas ciudadanas buscan educar, legislar y reforestar, mientras que agricultores integran soluciones de agricultura regenerativa que respetan el ciclo natural de los polinizadores.
Pero la cuenta atrás ha comenzado. Como dijo Albert Einstein (atribuido, aunque discutido): “Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, a la humanidad solo le quedarían cuatro años de vida.”
Este Día Mundial de las Abejas no debería ser solo una celebración. Debería ser una llamada de atención.