Springsteen vs. Trump: Cuando el rock desafía al poder

El eterno conflicto entre arte y política revive con el enfrentamiento entre Bruce Springsteen y Donald Trump

El encuentro de dos jefes muy distintos

Bruce Springsteen y Donald Trump tienen más en común de lo que uno podría imaginar al principio: ambos son septuagenarios, comparten raíces en Nueva Jersey y gozan de una considerable popularidad entre hombres blancos de mediana edad. Pero hasta ahí llegan las similitudes. Mientras uno se ha forjado una carrera desde la música y el compromiso social, el otro lo ha hecho desde los negocios y la política más polémica.

Durante años, Springsteen ha sido un crítico abierto de la política conservadora, y especialmente del expresidente Trump. Pero la más reciente disputa entre ambos ha subido de tono e intensidad, con insultos públicos, acusaciones de ilegalidad y un debate que expone las profundas divisiones culturales de Estados Unidos.

Un inicio de gira con mensajes potentes

El pasado jueves, durante el inicio de su nueva gira en Manchester, Inglaterra, Springsteen no se limitó a cantar sus clásicos. Se dirigió a su audiencia con palabras claras y apasionadas contra la actual administración estadounidense:

“El Estados Unidos que amo, el que he retratado en mis canciones como un faro de esperanza y libertad durante 250 años, está ahora en manos de un gobierno corrupto, incompetente y traidor.”

No es la primera vez que el llamado “The Boss” utiliza su plataforma para expresar posturas críticas. A lo largo de su carrera —especialmente en álbumes como Born in the U.S.A. (1984) o The Ghost of Tom Joad (1995)— Springsteen ha dado voz a los marginados, a los desencantados del sistema y a aquellos que se sienten abandonados por los líderes políticos.

Trump responde con insultos y teorías

La respuesta de Trump no se hizo esperar. Desde su red Truth Social, calificó a Springsteen como un "ciruelo reseco del rock" y acusó directamente tanto a él como a Beyoncé de haber realizado "donaciones ilegales" al participar en eventos de campaña en favor de la vicepresidenta Kamala Harris el año pasado.

“Nunca me gustó, nunca me gustó su música ni su política radical de izquierda,” escribió Trump. “Y lo más importante: no es un tipo talentoso. Solo es un majadero molesto.”

Los ataques de Trump no se limitaron a Springsteen. También se lanzó contra Beyoncé y Taylor Swift, superestrellas cuyos apoyos demócratas han irritado a Trump en otras ocasiones. Sin embargo, sus seguidores suelen provenir de bases demográficas distintas, por lo que el impacto político de esos desacuerdos podría ser menor.

Antecedentes del activismo de Springsteen

Esta no es una postura nueva para Springsteen. En 1984, durante el auge de Born in the U.S.A., el presidente Ronald Reagan mencionó elogiosamente su “mensaje de esperanza”, sin comprender que la canción es, en realidad, una crítica feroz a las promesas incumplidas del sueño americano. Springsteen entonces expresó dudas claras de si Reagan había entendido realmente su música.

Desde ese entonces, el músico se ha convertido en una voz influyente en temas sociales y políticos. En 2001, su canción “American Skin (41 Shots)” criticó el asesinato del inmigrante guineano Amadou Diallo a manos de la policía de Nueva York, lo que generó controversia incluso entre parte de su público más conservador.

También en 2020 afirmó rotundo: “Una buena parte de nuestro país ha sido hipnotizado, lavado el cerebro por un estafador de Queens.” Sin duda, una referencia punzante a Trump, quien construyó su imagen en Manhattan a pesar de haber nacido en Queens.

El peso cultural del enfrentamiento

Para el analista musical Alan Light, autor del próximo libro “Don’t Stop: Why We (Still) Love Fleetwood Mac’s Rumours”, la postura vocal de Springsteen es consistente con toda su trayectoria:

“Springsteen ha sido siempre un artista con conciencia. Su música y sus acciones lo han situado como una figura que no teme hablar cuando muchos prefieren callar.”

El comentarista también enfatiza que, pese a estas posturas, Springsteen sigue teniendo numerosos seguidores conservadores, algunos de los cuales preferirían que separara la música de la política. Sin embargo, la naturaleza de su obra lo hace casi imposible.

Un Trump reactivo frente a íconos culturales

Donald Trump ha demostrado una y otra vez que no teme enfrentarse a figuras de relevancia popular. Ya lo hizo en 2018 con LeBron James y más recientemente con Taylor Swift. Sin embargo, estos conflictos también apuntan a una estrategia predecible: avivar el fuego cultural para fortalecer su base electoral.

Springsteen, fiel al estilo protestatario que ha marcado buena parte del rock estadounidense, no se retracta. En su siguiente concierto en Manchester reiteró sus palabras, con un llamado firme a no ceder ante la amenaza del autoritarismo.

Un legado musical y político difícil de ignorar

Además de su peso como figura cultural, Bruce Springsteen ha sido un constante embajador del humanismo y la justicia social. Su álbum The Ghost of Tom Joad (1995) se inspiró directamente en las novelas migratorias de John Steinbeck y aborda con crudeza las luchas de inmigrantes mexicanos, vietnamitas y otros desplazados por las desigualdades estructurales.

El periodista David Bauder, especializado en la intersección entre medios y entretenimiento, señaló que la gira más reciente de Springsteen se ha centrado más en la muerte y la nostalgia, aunque ahora ha incidido nuevamente en lo político debido al contexto electoral estadounidense.

La batalla por el alma del rock americano

Springsteen ha llegado a personificar una versión del “sueño americano” arraigada en la clase trabajadora, la justicia y la resistencia. Trump, por otro lado, representa una visión más empresarial y jerárquica del mismo sueño. No es de extrañar, entonces, que ambos colisionen pública y violentamente en momentos álgidos.

El gran peligro no está en que una estrella de rock critique a un político, o viceversa. Lo grave es que el enfrentamiento termina sirviendo como símbolo de una nación partida en dos: entre los que creen que la música debe reflejar la realidad social y aquellos que quieren que solo sea entretenimiento.

Mientras tanto, Springsteen continúa su gira europea, sin fechas anunciadas en Estados Unidos, pero con una certeza incuestionable: su voz seguirá resonando, tanto en tarimas como en plazas públicas, contra lo que él percibe como una amenaza contra el alma misma de su país.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press