Nestlé, Perrier y el escándalo que sacude la credibilidad del agua mineral en Francia
Un informe del Senado francés expone cómo el gobierno encubrió prácticas ilegales de tratamiento del agua por parte de Nestlé, violando regulaciones y mintiendo a los consumidores
Una verdad enterrada bajo capas de burbujas y burocracia
Francia, cuna del vino, del champagne y, curiosamente, patria de algunas de las aguas minerales más famosas del mundo, vive un terremoto institucional y comercial. El más reciente escándalo alimentario involucra a Nestlé Waters France, conocida por marcas globales como Perrier, Vittel, Contrex y Hépar. Un informe detallado presentado por una comisión investigadora del Senado francés ha revelado cómo durante años estas aguas fueron sometidas a tratamientos prohibidos por la normativa nacional y europea sobre aguas minerales naturales, mientras el gobierno del presidente Emmanuel Macron miraba hacia otro lado.
¿Qué dice exactamente el informe del Senado?
El reporte sostiene que Nestlé utilizó tratamientos para evitar contaminaciones bacterianas o químicas en sus aguas, manipulaciones que están estrictamente prohibidas bajo las leyes europeas que regulan las aguas minerales naturales. También denuncia que el Ejecutivo francés no solo estaba al tanto de estas prácticas, sino que las encubrió deliberadamente, negociando en la sombra cómo adaptarlas sin afectar la imagen comercial ni provocar un escándalo público.
Alexandre Ouizille, uno de los senadores a cargo de la investigación, fue tajante: “Además de la falta de transparencia de Nestlé Waters, también debe destacarse la falta de transparencia del gobierno francés”.
La gravedad es aún mayor cuando se conocen detalles como el uso de gabinetes deslizantes donde se realizaban tratamientos ilegales en las plantas de Nestlé, según descubrieron los legisladores al visitar las instalaciones.
¿Qué tipo de tratamientos se aplicaron?
Las marcas de Nestlé afectadas habrían utilizado técnicas inapropiadas para conservar energía bacteriológica, como microfiltración y otros procesos de descontaminación, que si bien podrían parecer inofensivos, alteran la alteridad natural del agua mineral, una cualidad exigida para ser comercializada con ese nombre en Europa.
Estas técnicas modifican las características naturales del agua y, por tanto, la convierten en algo más cercano a un agua tratada que a un producto mineral natural extraído directamente del subsuelo.
Multa de 2 millones de euros y una reputación quebrada
Ante la presión mediática y política, Nestlé reconoció el uso de estos tratamientos y aceptó el pago de una multa de 2 millones de euros para evitar una acción penal. Sin embargo, la sanción luce irrisoria ante la magnitud del fraude: el informe estima que el beneficio económico ilegal de estas prácticas asciende a más de 3.000 millones de euros.
Como remate, se afirma que Nestlé argumentó que, sin estos tratamientos, tendría que cerrar sus plantas, poniendo en peligro empleos. Esta justificación fue utilizada para influir en decisiones políticas y mantener el statu quo.
Una reacción tibia desde el Elíseo
La comisión investigadora intentó contactar a Alexis Kohler, entonces secretario general del Palacio del Elíseo, quien supuestamente tuvo múltiples reuniones con Nestlé. Kohler se negó a testificar. No obstante, el informe concluye que el Palacio del Elíseo conocía las prácticas desde al menos 2022.
Consultado en febrero de 2025 sobre el escándalo, Macron declaró: “No estaba al tanto... No hay colusión con nadie”. Una afirmación que ahora parece frágil a la luz de las revelaciones.
Las aguas minerales, ¿un lujo estafado?
El senador Ouizille agregó una reflexión incómoda: “El agua mineral natural se vende de 100 a 400 veces más cara que el agua del grifo”. Es decir, los consumidores pagaban una fortuna por un producto que, lejos de ser puro y natural como promete la etiqueta, podía haber sido manipulado clandestinamente para evitar contaminación, en procesos comparables a los aplicados al agua potable común.
En los lineales de los supermercados, una botella de Perrier parece vender frescura natural, pureza subterránea y una sofisticación burbujeante. Pero ahora el consumidor se enfrenta a una verdad amarga: fue engañado durante años, mientras el regulador dormía —o colaboraba— con el gigante suizo.
Perrier: burbujas de prestigio bajo asedio
La marca Perrier, ícono global desde que fue exportada por primera vez a Estados Unidos a principios del siglo XX, ha gozado siempre del aura de ser el champagne del agua mineral. De hecho, la fuente de Vergèze, en el sur de Francia, está catalogada como patrimonio ambiental. Pero ahora su imagen está siendo sometida a una rigurosa prueba.
Laurent Burgoa, presidente de la comisión senatorial, trató de tranquilizar al público asegurando que no se ha confirmado daño sanitario alguno: “Yo mismo he bebido Perrier… pero no sabía lo que estaba bebiendo, ahí está el problema.”
Las implicaciones para el consumidor francés y europeo
Más allá del caso Nestlé, este escándalo abre una interrogante más amplia sobre cómo se regula y fiscaliza la industria alimentaria y de bebidas en Europa. Los casos recientes —como el del arroz con residuos de pesticidas o las fresas contaminadas con norovirus— apuntan a una cadena de abastecimiento donde los controles muchas veces existen solo en el papel.
Marcas que llevan etiquetas como “natural”, “eco”, “bio” o “de manantial” se han convertido en armas de marketing más que garantías sanitarias. Y con gobiernos que ceden ante el lobby empresarial, la confianza en las instituciones parece evaporarse tanto como las burbujas del Perrier servido en una copa de cristal.
¿Qué debe cambiar ahora?
El informe del Senado incluye una batería de recomendaciones urgentes:
- Revisión sistemática de todos los permisos de comercialización de agua mineral en Francia;
- Obligación de transparencia sobre los tratamientos aplicados;
- Creación de una agencia independiente para fiscalizar la industria hídrica;
- Sanciones penales más severas en caso de fraudes alimentarios;
- Resarcimiento económico a consumidores perjudicados.
Y aunque el gobierno aún no ha dado señales claras sobre cómo actuará, la presión mediática y política ya es insostenible.
Un giro inesperado para Nestlé en Francia
Paradójicamente, Francia ha sido uno de los pilares históricos de Nestlé, que adquirió marcas francesas emblemáticas de agua y las convirtió en referentes globales. Ahora, ese mismo país podría convertirse en su principal talón de Aquiles. Si otras naciones europeas exigen respuestas o si los consumidores cambian sus hábitos, la marca suiza podría enfrentar un golpe comparable al escándalo de las papillas infantiles contaminadas con metales pesados en 2005 o la crisis por el uso de aceite de palma en alimentos infantiles en 2010.
Como dijera el célebre gastrónomo francés Brillat-Savarin, “Dime lo que bebes y te diré quién eres”. A la luz de este escándalo, muchos tal vez vuelvan a mirar con otros ojos esa botella de agua que parecía inofensiva, transparente y saludable.
¿Burbuja pinchará la confianza?
Hoy, el cóctel está servido con ingredientes amargos: agua, fraude, política e impunidad. Cómo reaccionará el consumidor, si optará por castigar a Nestlé en los estantes o si el furor se desinflará como una botella abierta después de una noche en el refrigerador, está aún por verse.
Pero de algo no hay duda: la verdad salió a flote, y ya no hay tapón que pueda hacerla desaparecer.