Israel, Gaza y el dilema moral de la ayuda humanitaria: ¿el hambre como herramienta de guerra?
La presión internacional obliga a Netanyahu a abrir el paso de ayuda humanitaria tras semanas de bloqueo, mientras la crisis humanitaria en Gaza alcanza niveles alarmantes
Un giro forzado en la política israelí ante Gaza
Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, anunció recientemente que su gobierno permitirá nuevamente la entrada de ayuda humanitaria básica a la Franja de Gaza, tras varias semanas de un bloqueo total. Esta decisión, que parece estar motivada principalmente por la presión internacional, revela un dilema profundo: ¿Es moralmente aceptable utilizar el hambre como herramienta de guerra?
“No podemos tolerar imágenes de hambre, de hambruna masiva”, habría dicho uno de los aliados de Israel, según Netanyahu. Si bien el mandatario no nombró específicamente a dichos países, se sabe que Estados Unidos y la Unión Europea han expresado su preocupación por la crisis humanitaria derivada de la ofensiva militar israelí en Gaza.
El bloqueo total: ¿una medida estratégica o una forma de castigo colectivo?
Desde inicios de marzo, Israel bloqueó completamente la entrada de bienes esenciales a Gaza —incluyendo combustible, comida y medicinas—argumentando que esto ejercerá presión sobre el grupo Hamas para forzar una negociación según los términos israelíes.
Sin embargo, esta política ha tenido consecuencias devastadoras. Organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han advertido sobre el riesgo inminente de hambruna en amplias zonas del enclave palestino. En palabras de Arif Husain, economista jefe del PMA:
“La situación en Gaza se está deteriorando rápidamente. Estamos viendo una crisis hecha por el hombre que puede evitarse si se actúa con rapidez.”
El dilema moral del uso del hambre en conflictos armados
Históricamente, el hambre ha sido utilizada como una herramienta bélica. Desde los asedios medievales hasta conflictos más recientes como en Yemen, privar a poblaciones civiles de recursos básicos para doblegar al enemigo ha sido un patrón recurrente. Sin embargo, el Convenio de Ginebra prohíbe expresamente el uso del hambre contra civiles como método de guerra.
La decisión israelí de frenar la ayuda humanitaria en Gaza durante semanas plantea preguntas incómodas sobre el uso ilimitado del poder militar en desmedro de la población civil. El hecho de que la ayuda sólo se reanude con carácter “mínimo” y por razón de imagen internacional pone aún más en evidencia la instrumentalización del sufrimiento humano para fines políticos.
La hambruna en Gaza en cifras
- 9 de cada 10 personas en Gaza están comiendo menos de una comida al día, según la organización Save The Children.
- Más de 500.000 personas (aproximadamente 22% de la población de Gaza) están en condición de “hambruna catastrófica”, según Integrated Food Security Phase Classification (IPC).
- 98% del agua potable en Gaza no es apta para el consumo humano.
El rol de la comunidad internacional
Los aliados de Israel parecen haber sido determinantes para forzar el cambio de postura. Estados Unidos, que históricamente ha sido uno de sus mayores apoyos diplomáticos y militares, ha tenido que equilibrar su respaldo con el creciente rechazo social y político a las imágenes de sufrimiento infantil y destrucción indiscriminada.
En la Unión Europea, sectores progresistas han pedido incluso una revisión de los acuerdos de cooperación con Israel por potenciales violaciones al derecho internacional humanitario.
La posición de Hamas y el cerco político
Hamas, por su parte, sigue controlando gran parte de Gaza y utiliza esta situación también como narrativa de agresión colonial. Aunque ha sido señalado por esconder arsenales y operar en zonas densamente pobladas, lo que pone en riesgo a los civiles, ello no exime a Israel de su responsabilidad bajo las leyes de la guerra, que obligan a reducir al mínimo el sufrimiento de la población no combatiente.
¿Una tregua en el horizonte o más sufrimiento?
Netanyahu ha planteado que el objetivo es “empujar” a Hamas a aceptar un acuerdo de alto al fuego. Sin embargo, mientras se mantienen las hostilidades, se planea incluso desplegar nuevas ofensivas y desplazar a cientos de miles de personas dentro de Gaza para "asegurar la distribución de ayuda".
Precisamente aquí surge la mayor contradicción: ¿cómo puede garantizarse la distribución efectiva de ayuda mientras se intensifican acciones militares que generan nuevos desplazamientos y destrucción?
Silencio y censura en otras partes del mundo
El uso de la censura en temas humanitarios no es exclusivo de zonas como Israel y Gaza. En China, por ejemplo, los informes acerca de violencia armada o disturbios son rápidamente eliminados de las redes sociales oficiales. Un reciente caso de violencia en Wuhan, que involucró una aparente arma de fuego en un restaurante, reavivó las críticas internacionales al sistema de censura chino. Este tipo de control también contribuye a que ciertos países proyecten una imagen de estabilidad a costa de ocultar realidades incómodas.
En contraste, el conflicto israelí-palestino está ampliamente documentado, pero también ha sido terreno fértil para la politización de la narrativa y la manipulación mediática.
¿Por qué es tan simbólico Gaza hoy en día?
Desde la retirada unilateral de Israel en 2005, Gaza ha sufrido múltiples ofensivas, bloqueos y una creciente dependencia de ayuda humanitaria. Su situación funcionalmente presenta características de un campo de concentración moderno —una zona de población confinada, sin libre tránsito, sin control sobre sus fronteras y con un sistema sanitario colapsado—.
Esta no es solo una tragedia humanitaria, sino una llamada de atención al mundo sobre los límites del realismo político y la necesidad de aplicar principios universales de humanidad, incluso frente a enemigos considerados terroristas.
El futuro es una incógnita
Por ahora, Netanyahu ha cedido parcialmente ante la presión, pero sin realmente comprometerse con una solución estable y sostenible para Gaza. La ayuda es “mínima” y sin fecha clara. Mientras tanto, la hambruna avanza, los desplazamientos aumentan y el trauma colectivo se amplía con cada día de conflicto.
El mundo observa. Las imágenes que tanto temen los aliados de Israel ya están circulando. Lo que falta ahora es voluntad política real para construir un camino hacia la paz, donde el sufrimiento de los civiles no sea una moneda de cambio en los tableros estratégicos.