Edan Alexander: El Regreso de un Hijo, la Esperanza de Una Nación

Tras 584 días como rehén de Hamas, un joven israelí-estadounidense vuelve a casa y simboliza la lucha por los que aún siguen cautivos

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Una llamada el Día de la Madre

La familia Alexander acababa de terminar una tranquila celebración del Día de la Madre en su hogar de Nueva Jersey cuando Adi Alexander notó las llamadas perdidas. Había ocho notificaciones en su teléfono, todas del enviado especial de Donald Trump para Medio Oriente, Steve Witkoff. Lo que escuchó lo dejó sin aliento: su hijo Edan, secuestrado hace más de un año y medio en Gaza, estaba a punto de ser liberado.

“Tuvimos que encender la televisión de inmediato”, relató Adi. La familia estalló en emoción y se apresuró a reservar vuelos a Israel. Yael Alexander, la madre de Edan, viajó junto con el negociador de rehenes estadounidense Adam Boehler, mientras que Adi y los otros dos hijos de la familia llegaron justo antes de que Edan cruzara la frontera de Gaza a Israel en manos de la Cruz Roja.

El secuestro y días de oscuridad

Edan Alexander era uno de los 251 personas secuestradas por Hamas en su ataque del 7 de octubre de 2023 a Israel, un asalto que causó la muerte de más de 1.200 personas, en su mayoría civiles. Aquel día cambió para siempre la vida de miles, incluida la de los Alexander.

Durante 584 días de cautiverio, Edan fue trasladado constantemente entre túneles subterráneos, mantenido bajo tierra casi sin luz solar y con escasos alimentos. En los primeros meses estuvo esposado, interrogado y, a veces, con una bolsa cubriendo su cabeza. Su peso descendió de 80 a 60 kilogramos.

“Su mayor temor era ser el único rehén”, relató su padre, recordando al soldado israelí Gilad Shalit, capturado en 2006 y liberado solo cinco años más tarde tras un intercambio con más de 1.000 prisioneros palestinos.

Una hamburguesa... y la vida vuelve a comenzar

Durante dos días tras su liberación, Edan no tenía apetito. El trauma lo mantenía sin deseos de probar bocado, incluso después de padecer hambre en cautiverio. Pero todo cambió cuando su madre le sirvió una hamburguesa con papas fritas.

“Se lanzó sobre la comida”, recuerda Yael. Esa imagen, tan cotidiana como poderosa, significaba que su hijo estaba de regreso, no solo físicamente, sino emocionalmente.

Volvió a su antigua habitación, en el apartamento de su abuela en Tel Aviv, donde solía descansar entre turnos del ejército. Ahí, poco a poco, Edan ha comenzado a reconstruir lo que le arrebataron: visitas al médico, encuentros con amigos de Nueva Jersey y del ejército, y hasta una cerveza en la azotea del hospital junto a su hermana, celebrando su mayoría de edad atrasada; cumplió 21 años durante su cautiverio.

Una guerra sin fin y rehenes olvidados

La liberación de Edan fue anunciada por Hamas como un gesto hacia el entonces presidente Donald Trump, antes de su gira por Medio Oriente. Para la organización, era una jugada política para relanzar negociaciones de alto el fuego. Pero el resultado fue otro: Israel reinició su ofensiva militar sobre Gaza pocos días después.

Actualmente, Hamas mantiene en su poder a 58 rehenes, de los cuales se estima que un tercio está con vida. Israel ha logrado rescatar a solo ocho personas con vida y ha recuperado más de 40 cuerpos.

La guerra ha cobrado un precio aún mayor en Gaza. Según el Ministerio de Salud Gazatí, más de 53.000 palestinos han muerto, la mayoría mujeres y niños. Y alrededor del 90% de la población ha sido desplazada a raíz de los bombardeos israelíes.

¿Quién gana cuando todos pierden?

“No se puede tratar la agonía con más agonía. Ya es suficiente”, declaró Adi Alexander, claramente conmocionado. Urgió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a que ponga la vida humana por encima de cualquier interés político.

La voz de los Alexander se une a la de muchas otras familias que siguen peleando por una resolución que permita el regreso de sus seres queridos aún cautivos. El día después del rescate, Boehler y Witkoff visitaron la ya reconocida ‘Plaza de los Rehenes’ en Tel Aviv, donde se reúnen familias y activistas para exigir presión internacional.

Pero las esperanzas se desvanecieron rápidamente. Tras una gira de Trump por varios países del Golfo, no hubo nuevos anuncios de liberaciones. El conflicto se intensificó de nuevo y las familias ven cómo sus posibilidades merman con cada bomba que cae sobre Gaza.

Una familia que se niega a rendirse

La historia de los Alexander se ha vuelto un símbolo. Desde los primeros días del secuestro de su hijo, se volcaron a los medios, a congresistas, a cualquier persona con poder de decisión. Viajaron sin descanso entre Washington, Nueva Jersey e Israel. Sumaron su voz a la causa común de cientos de familias israelíes y estadounidenses, hasta que entre lágrimas y abrazos -y hamburguesas- lograron lo impensado: traer a Edan de vuelta.

Pero ellos mismos lo dicen: esto no ha terminado.

Yael Alexander recordó un momento desgarrador: su tía, enferma terminal, logró resistir solo hasta que escuchó que Edan estaba con la Cruz Roja. Minutos después, cerró los ojos para siempre. La tensión, la espera, se había llevado a otra miembro de su familia.

¿Y ahora qué?

Hoy, Edan Alexander intenta ser simplemente un joven de 21 años que recupera el tiempo perdido. Escucha música en Spotify, visita a amigos, abraza a su madre. Pero su mirada —como la de muchos— no puede despegarse de los otros 58 rehenes. Su historia no es el punto final; es un llamado urgente a la acción.

“Hay que terminar con esta pesadilla”, dijo recientemente el Ministro de Relaciones Exteriores griego Giorgos Gerapetritis, quien también ha pedido más mediación por parte de Europa y una solución duradera basada en dos Estados para israelíes y palestinos. “No se trata de quién media, sino de cómo detener el horror.”

Porque si bien la historia de Edan es una luz entre ruinas, también recuerda cuán profunda sigue siendo la oscuridad para muchos otros.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press