Deportaciones voluntarias y política migratoria: el nuevo enfoque de Estados Unidos en Centroamérica
Un análisis sobre los recientes vuelos de retorno patrocinados por EE. UU. hacia Honduras y Colombia, y la estrategia migratoria de la administración Trump
El 19 de mayo de 2025 marcó un nuevo capítulo en la política migratoria de Estados Unidos: 68 migrantes procedentes de Honduras y Colombia fueron devueltos a sus países en el primer vuelo de lo que la administración de Donald Trump ha denominado como "deportaciones voluntarias".
El vuelo, promovido por el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., aterrizó en San Pedro Sula, Honduras, con 38 hondureños a bordo —entre ellos 19 menores de edad— y otros 26 migrantes colombianos. A diferencia de deportaciones tradicionales, quienes optaron por esta modalidad recibieron incentivos financieros y la promesa de eventualmente poder solicitar entrada legal al país norteamericano.
¿Qué son las deportaciones voluntarias patrocinadas?
Este novedoso programa, impulsado por el gobierno de Trump, se presenta como una estrategia para reducir el número de migrantes indocumentados en EE. UU. ofreciendo una salida controlada, con beneficios tangibles:
- Hasta $1,000 en tarjetas de débito para quienes opten por regresar por voluntad propia.
- Acceso al uso de una aplicación móvil —CBP Home— para agilizar el proceso.
- Oportunidad futura de aplicar por vías legales a la residencia o entrada al país.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, fue clara en su mensaje: “Si estás aquí ilegalmente, usa la aplicación CBP Home para tomar control de tu salida y recibir apoyo financiero. Si no lo haces, estarás sujeto a multas, arresto, deportación y no podrás regresar jamás.”
¿Una estrategia efectiva o una ilusión?
Expertos migratorios consideran que este tipo de programas suelen tener un alcance limitado. La mayoría de quienes migran de manera irregular lo hacen por razones estructurales como violencia, pobreza o reunificación familiar. Ofrecer dinero y una vía de retorno voluntario puede ser atractivo para un pequeño grupo, pero difícilmente resolverá lo que es, en esencia, una crisis humanitaria y estructural.
Kevin Antonio Posadas, un hondureño que residía en Houston desde hace tres años, ejemplifica a este perfil particular: había considerado regresar, quería ver a su madre y el programa le pareció una vía fácil. “El proceso fue fácil. Aplicas por la app y en tres días ya está. Te ahorras el vuelo y te ayudan al regresar,” aseguró.
¿Qué reciben los retornados?
La recepción en Honduras no se limita al aterrizaje:
- El gobierno de Honduras dispersa $100 en efectivo.
- Otros $200 en crédito para compras básicas en tiendas estatales.
- Acompañamiento para la reintegración social y familiar.
Antonio García, vicecanciller hondureño, recibió a los migrantes en el aeropuerto Ramón Villeda Morales. “Muchos expresaron que vivir en EE. UU. sin papeles ha sido cada vez más hostil. Algunos tienen miedo de ir a trabajar o vivir bajo condiciones indocumentadas,” explicó García.
Hallazgos y estadísticas migratorias actuales
El director de Migración de Honduras, Wilson Paz, indicó que aunque la iniciativa no generará un flujo masivo de retornos voluntarios, algunos migrantes sí optarán por aplicar. Hasta mediados de mayo de 2025:
- Se han deportado desde EE. UU. a 13,500 hondureños.
- En 2024, para estas fechas, la cifra superaba los 15,000.
“No creo que miles se sumen al programa,” señaló Paz. “Nuestra responsabilidad es asegurar un retorno ordenado y ofrecerles apoyo.”
Contexto político: endurecimiento migratorio
Esta acción no puede entenderse sin contextualizarla en el marco político más amplio de la administración Trump. Su campaña y retorno a la Casa Blanca se ha caracterizado por ampliar las medidas antiinmigrantes:
- Redadas públicas y deportaciones exprés en múltiples ciudades.
- Envío de migrantes venezolanos a cárceles de máxima seguridad en El Salvador como medida disuasoria.
- Propuestas para suspender el habeas corpus —derecho constitucional— en ciertos casos migratorios.
Infancia retornada: nacidos en EE. UU., criados en Honduras
Uno de los aspectos más sensibles del vuelo: al menos cuatro niños nacidos en Estados Unidos volaron rumbo a Honduras en compañía de sus padres. Si bien conservan la ciudadanía estadounidense, su realidad cotidiana será hondureña, planteando interrogantes sobre derechos, educación, pertenencia y futuro migratorio.
Implicaciones sociales y riesgos
Entre los riesgos que enfrentan los migrantes retornados:
- Estigmatización social en sus comunidades de origen.
- Falta de oportunidades laborales al regresar.
- Problemas de documentación para los hijos nacidos en el extranjero.
García enfatizó que el gobierno hondureño trabajará con instituciones para articular programas de reintegración, aunque los recursos, históricamente, han sido limitados.
El otro lado: Colombia y el retorno
El mismo vuelo llevó 26 colombianos, quienes regresaban bajo similares términos. Aunque no se ha revelado públicamente si el gobierno colombiano ofrecerá incentivos económicos, fuentes del Departamento de Seguridad Nacional aseguran que se están estableciendo futuros vuelos conjuntos con Guatemala, El Salvador y Ecuador.
Un precedente peligroso o una válvula de escape ordenada
Los vuelos de retorno voluntario pueden ser parte de una estrategia legítima y humanitaria, si se enfocan en garantizar derechos, reintegración y evitar deportaciones traumáticas. Sin embargo, si se utilizan como propaganda política o forma de presión para criminalizar a quienes buscan un mejor futuro, representan un riesgo a largo plazo para los derechos humanos regionales.
Este tipo de estrategias, al residir en una delgada línea entre la coerción y el voluntarismo, deben ser monitoreadas por organismos internacionales como la OEA, la ACNUR y la OIM.
¿Qué podemos esperar a futuro?
Con las elecciones presidenciales en EE. UU. acercándose nuevamente, la administración Trump ha endurecido su retórica migratoria. Las deportaciones voluntarias son solo una parte de una batería de medidas en juego:
- Designación de carteles mexicanos como organizaciones terroristas.
- Reducción de cupos de asilo o suspensión temporal.
- Vigilancia tecnológica aumentada en puntos fronterizos.
Mientras tanto, la realidad en el Triángulo Norte de Centroamérica —Honduras, El Salvador y Guatemala— sigue empujando a miles a migrar por inseguridad, desempleo y crisis centroamericana crónica.
Una política migratoria efectiva no puede cimentarse sobre amenazas ni deportaciones masivas. Requiere un enfoque multilateral, que trabaje de la mano con los países emisores y atienda las raíces profundas del fenómeno migratorio: pobreza, violencia estructural, cambio climático y falta de oportunidades.
Como sociedad hemisférica, la pregunta es si estamos preparados para soluciones sostenibles o seguiremos atrapados en circuitos de retorno, exclusión y desesperanza.