La pesadilla invisible del estudiante internacional en EE.UU.: vida en pausa por una política migratoria errática
Cientos de estudiantes extranjeros vieron cómo su estatus legal fue revocado abruptamente, sumiéndolos en el limbo legal, la desesperanza y el miedo. Aunque algunos han sido restituidos, las secuelas emocionales y administrativas persisten.
El colapso de un sueño académico
A inicios de la primavera de 2025, más de 4,700 estudiantes internacionales se despertaron con una noticia devastadora: su estatus legal para permanecer en Estados Unidos había sido cancelado sin explicación clara. Lo que comenzó como una jugada represiva bajo la administración de Trump, pronto escaló a un problema estructural que dejó a miles de jóvenes talentosos atrapados entre fronteras, sin visado y sin futuro claro.
Uno de esos casos es el de un estudiante de Asia Meridional, quien había estado trabajando en un laboratorio en Houston como parte del programa OPT (Entrenamiento Práctico Opcional), diseñado para permitir que estudiantes extranjeros permanezcan y trabajen en EE.UU. por hasta tres años después de completar sus estudios. Sin previo aviso, su estatus fue revocado, su visa anulada, y su vida en EE.UU. desmantelada en menos de una semana.
El error de 2021 que selló su destino
En medio de la abrumadora incertidumbre, el estudiante señala que su cancelación podría estar relacionada con un caso de fraude archivado en 2021. Sin antecedentes penales vigentes ni cargos activos, fue igualmente incluido en una base de datos del FBI que contiene antecedentes de personas arrestadas, acusadas o incluso liberadas sin cargos.
La base de datos en cuestión fue utilizada por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) para realizar barridos generales que resultaron en la cancelación masiva de registros en SEVIS (Sistema de Información de Estudiantes y Visitantes de Intercambio). Aunque el gobierno luego trató de rectificar esta decisión enviando cartas de reactivación, muchos estudiantes ya habían abandonado el país, y otros quedaron sumidos en traumas emocionales profundos.
Visas revocadas: el muro invisible
Una carta de reactivación es inútil sin una visa válida. Sencillamente, no permite regresar. Este estudiante, hoy en su país de origen, enfrenta una espera de más de un año para una nueva entrevista de visa. A ello se suma una cadena de deudas en EE.UU. (préstamos de coche, tarjetas de crédito), y una calificación crediticia estropeada que obstaculiza su futuro retorno.
“Revocar un estatus SEVIS no solo interrumpe la educación, rompe toda una vida: social, financiera, emocional”, afirma el estudiante.
Secuelas psicológicas e incertidumbre total
Además de enfrentar obstáculos administrativos, los estudiantes han sido arrojados a una montaña rusa emocional. Uno de ellos, alumno de doctorado en la Universidad Estatal de Iowa, dice haber tocado fondo durante su período de cancelación. Había reservado un vuelo a Bangladesh, dejó de salir y empezó a creer que lo seguían. El motivo aparente: una acusación por posesión de marihuana que aún no se resolvía.
Sólo después de la reinstalación de su estatus pudo volver a su trabajo como asistente docente, teniendo que recuperar tres semanas de trabajos y clases. Sin embargo, ya ha tomado la decisión de abandonar EE.UU. a finales de año, con destino a Europa o su país natal.
La fragilidad del sueño americano para los estudiantes internacionales
Otra víctima fue un programador nepalí en Texas, cuyo error del pasado lo alcanzó años después. Fue arrestado por conducir ebrio hace cuatro años, cumplió su condena, pagó multas y realizó servicio comunitario. Incluso el juez prometió que su historial sería sellado, pero aparentemente esto no impidió que su nombre apareciera en la base del FBI.
“Cumplí con todo. Si van a quitármelo todo, al menos denme el debido proceso”, reclama. Hoy ha retomado su trabajo en el marco del OPT, pero su confianza en el sistema está hecha añicos. Ya piensa en moverse a Canadá o Nueva Zelanda si surge una buena oportunidad.
Posiciones divergentes: el ICE y sus razones
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) argumentó que no era necesaria una orden judicial para proteger a los estudiantes porque ya estaba enviando cartas de reactivación. Pero los abogados que representan a los alumnos aseguran que dichas cartas no son suficientes. Afirman que ICE actúa con total discrecionalidad, y no hay garantía de que no vuelva a hacerlo.
Además, destacan que no existe ningún procedimiento por el cual se haya indicado al Departamento de Estado que restaure las visas previamente revocadas, lo que deja a los estudiantes que salieron literalmente “encerrados afuera”.
Números y contexto
- +4,700: número de estudiantes internacionales afectados por la cancelación de su estatus en EE.UU. en 2025.
- 3 años: tiempo máximo permitido para trabajar bajo el programa OPT tras graduarse en EE.UU.
- ~1 año: tiempo promedio de espera para una nueva visa de estudiante en muchos países asiáticos.
La repentina aplicación de estas medidas refleja una visión más amplia de cómo EE.UU. ha manejado las políticas migratorias en los últimos años, en especial bajo administraciones que priorizan la vigilancia estricta por encima del bienestar de quienes ingresan legalmente al país.
Golpe a la imagen de EE.UU. como centro académico
Estadísticas del Institute of International Education indican que EE.UU. es tradicionalmente el principal destino universitario para estudiantes internacionales, con más de 1 millón en años recientes. Pero episodios como estos erosionan esa reputación.
“Muchos jóvenes vienen aquí dejando todo. Cuando ven que su esfuerzo puede ser arruinado por un clic en una base de datos, el mensaje es claro: tu futuro depende del capricho del sistema”, comenta Ben Loveman, abogado de inmigración.
¿Riesgo calculado o promesa rota?
A pesar del prestigio académico y las oportunidades laborales, cada vez más estudiantes están reevaluando sus planes. Canadá, Australia y países escandinavos se han beneficiado del éxodo silencioso motivado por políticas hostiles y burocracias opacas en EE.UU.
En palabras de otro estudiante afectado: “¿Cuánto debo sufrir para continuar aquí?”. Una frase que hoy resuena entre miles con historias similares, preguntándose si el precio del llamado ‘sueño americano’ vale tanto sacrificio.