La gran huelga de New Jersey Transit: Más que un paro, un grito por justicia laboral

Tras más de cuatro décadas sin protestas, los ingenieros de locomotoras exponen un dilema salarial que refleja una crisis estructural en el transporte público estadounidense

Por tres días, uno de los pilares del transporte público de la región noreste de Estados Unidos quedó paralizado. La huelga de ingenieros de locomotoras de New Jersey Transit (NJT), iniciada el viernes 16 de mayo de 2025, no solo interrumpió la movilidad de decenas de miles de pasajeros, sino que también resucitó un debate vital, con décadas de antigüedad, sobre las condiciones laborales en el sector ferroviario.

El paro que paralizó un sistema

Cerca de 350,000 pasajeros diarios se vieron afectados por el paro de actividades de los miembros del sindicato Brotherhood of Locomotive Engineers and Trainmen (BLET). Esta acción, que duró tres días, forzó a muchos trabajadores a optar por rutas alternativas como autobuses, taxis, automóviles o incluso transbordadores, generando congestión y descontento en uno de los corredores de transporte más transitados del país.

Sus implicaciones se sintieron particularmente en lugares clave como el aeropuerto de Newark y la ruta que conecta Nueva Jersey con la estación Penn de Nueva York. La última vez que NJ Transit enfrentó una huelga de esta magnitud fue hace más de 40 años, lo que contextualiza la gravedad del suceso.

La raíz del conflicto: los salarios

El eje central de esta huelga fue, sin lugar a dudas, la remuneración. De acuerdo con el sindicato, los ingenieros han estado percibiendo un ingreso promedio de $113,000 anuales, cifra que consideran desfasada en comparación con otras empresas del sector como Amtrak y Long Island Railroad.

“Muchos de nuestros mejores ingenieros están siendo captados por otras compañías debido a los mejores salarios que ofrecen”, aseguró Mark Wallace, presidente nacional del sindicato.

La petición era clara: elevar el salario promedio a $170,000. Sin embargo, NJ Transit argumentó que los ingresos reales, incluyendo horas extra y bonificaciones, rondaban los $135,000, y que algunos llegaban a superar los $200,000 anuales. A pesar de estas afirmaciones, la falta de transparencia sobre cómo se calculaban esos montos creó una brecha de desconfianza entre las partes.

¿Qué se logró con el acuerdo?

Luego de intensas negociaciones, ambas partes llegaron a un acuerdo preliminar el domingo 18 de mayo, que permitió poner fin al paro. Aunque los detalles aún no son públicos, Tom Haas, presidente del comité general del sindicato en NJT, declaró:

“Logramos mejorar la propuesta salarial previa, sin necesidad de un aumento en las tarifas ni generar un déficit presupuestario extremo.”

El acuerdo será sometido a votación por los más de 450 miembros del sindicato que trabajan como ingenieros o aprendices, y también deberá ser ratificado por el consejo directivo de NJ Transit, cuya próxima reunión está programada para el 11 de junio.

Paralización ferroviaria: ¿efecto dominó?

La huelga no solo afectó a los viajeros, sino también reveló la fragilidad de la infraestructura urbana y el impacto que puede tener un paro laboral en el tercer sistema de transporte público más grande del país. Para ponerlo en perspectiva, NJ Transit llega a operar casi un millón de viajes diarios entre autobuses, trenes y tren ligero.

Durante esos días, las autoridades recomendaron el teletrabajo a todos los empleados que pudieran implementarlo, y muchas empresas de Manhattan y Nueva Jersey debieron adaptarse rápidamente a este nuevo escenario, algo que recuerda las prácticas impuestas durante la pandemia de COVID-19.

Lecciones de la historia: el valor de los trabajadores ferroviarios

Esta huelga remite a una rica y compleja tradición de luchas obreras en el sistema ferroviario estadounidense. Durante el siglo XIX y buena parte del XX, los trabajadores del ferrocarril fueron pioneros en la organización sindical. En 1926, se promulgó la Railway Labor Act, una de las primeras leyes en proteger los derechos de los trabajadores de transporte colectivo.

No obstante, los desafíos actuales son distintos. En la era digital, con transporte cada vez más automatizado y reducción de mano de obra, estos empleados enfrentan no solo presión económica, sino también una desvalorización progresiva del papel que cumplen.

Impacto económico y social del paro

En términos económicos, los analistas calculan que una huelga total de NJ Transit por una semana podría causar pérdidas cercanas a los $50 millones, considerando desde ingresos perdidos en billetes hasta el impacto en productividad empresarial. Esta huelga de tres días, aunque corta, expuso los límites de un sistema presionado económicamente.

Pero hay una faceta aún más sensible: la del transporte como derecho y no privilegio. Para muchos residentes de Nueva Jersey, especialmente de zonas periféricas, NJ Transit es la única vía realista para encontrar empleo en Nueva York. El paro encendió un debate sobre cuán sostenible es un modelo que, durante años, ha sobrevivido con subsidios mínimos y decisiones políticas que priorizan el corto plazo.

Crisis estructural sin resolver

A pesar de la solución temporal, la huelga expone problemas estructurales de mayor profundidad. Según un informe 2023 del American Public Transportation Association, más del 60% de las agencias de transporte en EE.UU. presentan déficit de operadores calificados. Además, el envejecimiento de la infraestructura y la lenta adaptación tecnológica agravan el panorama.

El futuro exige reformas: desde estrategias de retención del talento humano hasta nuevas fórmulas de financiamiento público. No se trata simplemente de resolver disputas salariales. El verdadero reto es replantear un sistema de movilidad que priorice la dignidad laboral, la eficiencia ecológica y el acceso justo.

Un símbolo más allá de Nueva Jersey

Esta huelga también debe entenderse como parte de la ola de renovado activismo sindical en sectores clave de la economía estadounidense. Desde los trabajadores de Amazon y Starbucks, hasta empleados de fábricas automotrices como Ford y General Motors, las demandas laborales están tomando nuevamente el centro del escenario político.

No es casualidad que se produzcan durante un año electoral. El gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, y otras figuras estatales y federales estuvieron directamente involucradas en el proceso de mediación, conscientes del impacto político que generan estos conflictos en la opinión pública.

¿Y ahora qué?

Es probable que la votación del acuerdo por parte del sindicato y el consejo directivo se conviertan en meros formalismos. Pero lo esencial es que este paro dejó claro el papel central que juega el transporte público en el tejido social y económico de las ciudades.

De este conflicto quedan muchas lecciones: la necesidad de mejorar la comunicación entre sindicatos y administraciones públicas, la urgencia de trazar planes de contingencia más eficaces para futuras incidencias, y sobre todo, la importancia de no subestimar a los trabajadores que mantienen literalmente en marcha nuestras ciudades.

Como dijo un pasajero afectado que tuvo que tomar un taxi compartido hasta Mid-Town Manhattan: “Uno no valora el tren... hasta que lo pierde por completo.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press