Trump, Walmart y las tarifas: ¿quién debe pagar el costo real de la guerra comercial?

Una mirada crítica a la presión política sobre las grandes corporaciones y sus consecuencias para los consumidores y la economía de EE.UU.

Trump vs Walmart: una batalla poco convencional

En medio de crecientes tensiones económicas, Donald Trump ha apuntado su artillería retórica hacia uno de los pilares del comercio minorista estadounidense: Walmart. En una publicación reciente en Truth Social, el expresidente exigió que la compañía "se trague" los costos adicionales generados por sus políticas arancelarias, acusándola de usar estas tarifas como excusa para aumentar los precios al consumidor.

Walmart debería DEJAR de culpar a los aranceles por el aumento de precios a lo largo de su cadena”, escribió Trump. “Ganaron MILES DE MILLONES el año pasado. ¡Entre Walmart y China deberían literalmente 'comerse' las tarifas sin trasladarlas a los clientes!

¿Quién realmente paga las tarifas?

Las políticas de Trump han incluido un amplio régimen de aranceles a productos importados desde China —y en ciertos casos, también desde México y Canadá— con el argumento de proteger a los trabajadores norteamericanos y fomentar la producción interna. En teoría, según Trump, “ellos” (los países exportadores) pagarían la cuenta. Pero la realidad es mucho más compleja.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER), más del 90% de los costos asociados a estos aranceles terminan siendo absorbidos por importadores y consumidores estadounidenses. Y la inflación resultante impacta directamente al ciudadano promedio con precios más altos en bienes cotidianos como alimentos, ropa o incluso asientos para niños.

Walmart, la empresa privada más grande de EE.UU. con más de 1,6 millones de empleados, ha señalado que los productos afectados por los aranceles, como sillas de auto fabricadas en China, verán incrementos de hasta 29% en sus precios. “Estamos diseñados para mantener los precios bajos, pero hay un límite a lo que podemos soportar”, dijo John David Rainey, CFO de Walmart.

¿Qué buscan las tarifas de Trump?

Desde su ascenso al poder, Trump impuso tarifas de hasta 145% a productos chinos, posteriormente reducidas al 30% por un período de 90 días. También colocó aranceles del 25% a productos provenientes de México y Canadá, argumentando razones de inmigración y narcotráfico, lo cual dañó relaciones con los socios comerciales más importantes de EE.UU.

Trump defiende estos aranceles como una herramienta proteccionista clave para fomentar la reindustrialización estadounidense. “Este es un camino hacia empleos domésticos en la manufactura”, ha repetido en varias ocasiones. A pesar de ello, los datos muestran un panorama matizado: aunque ha habido algunas repatriaciones fabriles, la incertidumbre provocada por la constante amenaza de nuevos impuestos ha tenido consecuencias negativas evidentes para la economía general.

Impacto en la economía y la percepción pública

El índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan cayó a su segundo nivel más bajo en registros recientes, y un sorprendente 75% de los encuestados mencionó espontáneamente las tarifas como principal fuente de preocupación frente a la inflación.

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, expresó en múltiples ocasiones que los aranceles pueden frenar el crecimiento económico y generar inflación. Sin embargo, esto no ha disuadido a Trump, quien ha seguido presionando al Banco Central para que baje las tasas de interés, incluso acusando a Powell de actuar con retraso.

Too Late Powell, legendario por llegar tarde..., probablemente vuelva a equivocarse”, escribió Trump en sus redes tras insistir en la reducción de tasas.

Walmart: ¿enemigo o aliado?

Contrario a lo que se podría esperar de un gobierno republicano que usualmente defiende las corporaciones, Trump ha adoptado un enfoque de confrontación directa con múltiples empresas, desde Amazon hasta Apple y ahora Walmart. La lógica detrás de este paso parece ser política: trasladar la culpa inflacionaria a las grandes compañías y no a las decisiones gubernamentales.

No obstante, este enfoque genera múltiples dilemas éticos y económicos. Obligar u obligar moralmente a empresas privadas a absorber costos que vienen de decisiones políticas puede interpretarse como intervencionismo disfrazado de populismo nacionalista. Incluso en sectores conservadores existe preocupación de que Trump esté socavando los principios básicos del libre mercado.

El caso de los aranceles y el consumidor promedio

Imaginemos una familia promedio en Texas que compra sus comestibles semanalmente en Walmart. Si cada producto de su canasta sube un 5% o 10% debido a tarifas impuestas a proveedores chinos, ese sobrecosto representa una reducción directa al poder adquisitivo. En palabras simples: menos comida en la mesa.

Y no se trata solo de alimentos. Productos electrónicos, juguetes, ropa, muebles: miles de artículos vendidos por el gigante minorista provienen o incluyen componentes importados. Según datos de la US Trade Commission, más del 40% de los productos vendidos en Walmart están vinculados parcial o totalmente a cadenas de suministro extranjeras.

¿Es posible “comerse las tarifas”?

Las grandes corporaciones, como Walmart, poseen márgenes operativos ajustados. Aunque ganan miles de millones, su estructura financiera está diseñada sobre enormes volúmenes de ventas y logística compleja. “Absorber” una tarifa no es trivial.

  • Un incremento del 25% sobre un producto que genera un 5% de margen puede eliminar totalmente la rentabilidad de esa línea.
  • Las presiones inflacionarias también afectan la contratación, el mantenimiento de tiendas y el capital de inversión.

Es decir, obligar a Walmart a sostener los aranceles puede llevar a consecuencias como despidos, cierre de sucursales o disminución en calidad del servicio.

La perspectiva política y sus ramificaciones

En medio de este debate económico, las consideraciones políticas aumentan el calor del debate. Trump desea seguir posicionándose como el defensor de los “trabajadores americanos olvidados”, mientras minimiza las consecuencias. Pero los ataques a empresas como Walmart contradicen ese mismo discurso, pues perjudica a trabajadores de bajos ingresos y a familias dependientes de precios bajos.

Mientras tanto, figuras como el gobernador demócrata Tim Walz han aprovechado esa contradicción para acusar a Trump de gobernar mediante el caos y una constante violación del estado de derecho. En una reciente graduación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Minnesota, Walz advirtió que el país vive una “emergencia nacional” y urgió a los nuevos abogados a defender los derechos civiles y constitucionales frente a lo que considera un liderazgo tiránico.

La presión creciente sobre las empresas estadounidenses

No sólo Walmart enfrenta el dilema. Los fabricantes de automóviles, como GM y Ford, también han recibido advertencias públicas de Trump para no trasladar los aumentos de costos al público. Pero sin alternativas claras a cadenas de suministro ya establecidas en China y otras economías emergentes, el cambio estructural toma años.

El hecho de que el presidente use su plataforma para amenazar públicamente a estas empresas genera inquietud sobre la estabilidad regulatoria en EE.UU., un factor determinante para la inversión extranjera y doméstica.

Reflexión final: ¿proteccionismo o populismo?

La batalla de Trump contra Walmart encapsula una tensión inherente dentro del nacionalismo económico contemporáneo: la promesa de proteger a los trabajadores choca frontalmente con la realidad globalizada de las industrias modernas. Mientras tanto, los consumidores y medianas empresas pagan la factura oculta de una guerra comercial promovida por decisiones unilaterales.

¿El comercio justo requiere sacrificios? Sin duda. Pero cuando ese sacrificio se impone mediáticamente a una empresa como Walmart, el análisis debe ir más allá del titular: estamos viendo los efectos de una política económica que, bajo la promesa de grandeza nacional, degrada los principios de eficiencia y libertad que alguna vez definieron al capitalismo estadounidense.

Como dijo recientemente Doug McMillon, CEO de Walmart: “Podemos ser eficientes, pero no somos inmunes”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press