El fútbol y el dilema de la inclusión: ¿Hasta dónde deben llegar los jugadores?
Entre campañas contra la homofobia y creencias personales, analizamos el choque entre convicciones individuales y compromisos colectivos en el fútbol europeo
Un debate que trasciende el terreno de juego
El reciente caso del delantero egipcio Mostafa Mohamed, jugador del FC Nantes en la Ligue 1, ha reabierto un viejo y tenso debate en el mundo del fútbol: ¿hasta qué punto los jugadores profesionales están obligados a participar en campañas que representan posturas sociales o políticas? La negativa del futbolista a usar una camiseta conmemorativa contra la homofobia, argumentando razones personales y culturales, pone sobre la mesa un dilema cada vez más recurrente en el deporte moderno: el equilibrio entre libertad individual y responsabilidad colectiva.Un acto repetido pero polémico
Mostafa Mohamed no es nuevo en esto. El delantero egipcio también se negó a participar en campañas anteriores contra la homofobia. Esta vez, el FC Nantes enfrentaba al Montpellier en la jornada de cierre del campeonato francés, y como en años anteriores, la Ligue 1 organizó una jornada especial para sensibilizar sobre el respeto a la comunidad LGBTQ+. Los equipos vistieron camisetas con un parche distintivo —una insignia donde la palabra “homofobia” aparece tachada— y otras acciones como difusión de mensajes por altavoces, colocación de pancartas en el terreno de juego y rediseño del emblema oficial de la liga en colores del arcoíris. Sin embargo, Mohamed hizo pública su decisión de no participar:“Creo en el respeto mutuo: el respeto que debemos a los demás, pero también el respeto que nos debemos a nosotros mismos y nuestras creencias”, escribió en sus redes sociales.
Entre sanciones y libertad religiosa
Su elección fue respetada por algunos, pero criticada a nivel institucional. La postura del club fue ambigua, y aunque no celebraron su actitud, tampoco mostraron un rechazo abierto. Mohamed probablemente será multado, como ocurrió en ocasiones anteriores. En Francia, negarse a cumplir con directrices federativas puede acarrear sanciones no solo económicas sino disciplinarias. La situación crea un terreno minado para los clubes: por un lado, deben alinearse con las políticas sociales impulsadas desde la federación y ser ejemplo de inclusión en un deporte que mueve multitudes; por otro, deben permitir que sus futbolistas ejerzan su libertad de religión y conciencia.Contexto legal: lo que dice la ley en Francia
Francia tiene leyes claras contra los discursos de odio y las agresiones discriminatorias. En este sentido, las expresiones homófobas están penadas con hasta un año de prisión y 45.000 euros de multa, siempre que se realicen en espacios públicos. Esto incluye los estadios, donde muchas veces se entonan cánticos ofensivos sin consecuencias inmediatas. Por eso, la Ligue de Football Professionnel (LFP) ha endurecido sus mecanismos. Esta temporada, se han producido 107 sanciones económicas por un total de 229.000 euros, y al menos tres cierres de gradas o estadios se han dictado por cánticos u ofensas discriminatorias.Un esfuerzo institucional y visible
La iniciativa “Homofobia, no en mi estadio” busca no solo concienciar, sino también educar. A diferencia de otras ligas europeas, la LFP ha llevado este esfuerzo al plano simbólico, utilizando la visibilidad del fútbol para promover el respeto. En cada campaña anual se preparan iniciativas como:- Uniformes conmemorativos en los 40 equipos de Ligue 1 y Ligue 2
- Pancartas gigantes en el círculo central del campo
- Anuncios públicos antes y durante los partidos
- Rediseño del logotipo oficial con colores arcoíris
El caso Idrissa Gueye: un precedente polémico en PSG
En mayo de 2022, Idrissa Gueye, entonces jugador del PSG, protagonizó una situación similar. El mediocampista senegalés decidió no jugar un partido durante otro fin de semana dedicado a la lucha contra la homofobia. Su decisión fue interpretada como una objeción religiosa, y provocó críticas de figuras políticas, como la entonces ministra de deportes, Roxana Maracineanu. El PSG no lo sancionó, pero enfrentó una ola de cuestionamientos mediáticos. Al igual que Mohamed, Gueye invocó creencias religiosas para justificar su ausencia.¿Hipocresía institucional o conflicto real?
La controversia radica en los diferentes niveles de compromiso con los que ciertas causas sociales se adoptan en el fútbol. Mientras las iniciativas en contra del racismo están más asentadas y aceptadas globalmente —con momentos como los jugadores arrodillándose o campañas como “No Room for Racism” en la Premier League—, las iniciativas relacionadas con la comunidad LGBTQ+ siguen generando conflictos culturales más marcados. Esto se puede atribuir a dos razones principales: 1. Globalización del fútbol: Muchos jugadores vienen de países donde la homosexualidad es ilegal o considerada inaceptable socialmente o religiosamente. 2. Contextos religiosos: La mayoría de los casos donde jugadores han objetado estas campañas son de confesión musulmana. En este contexto, el choque no es simplemente entre “progresismo” y “conservadurismo”, sino entre valores profundamente arraigados en la identidad cultural.Abogar por la diversidad es también aceptar la diversidad de creencias
Este punto suele estar ausente en el debate. La promoción de la diversidad no puede consistir únicamente en una diversidad adaptada a estándares occidentales de inclusión. También incluye aceptar que algunas personas, por religión o cultura, pueden no estar cómodas participando activamente en ciertas campañas, y eso no necesariamente implica homofobia activa u odio. Como dijo el propio Mohamed, “vivir juntos significa también aceptar que esta diversidad puede expresarse de manera diferente”.¿Es viable una participación voluntaria?
Una alternativa viable, aunque polémica, sería transformar estas iniciativas en campañas voluntarias, donde los jugadores y clubes que lo deseen participen activamente, sin obligar a todos los miembros a hacerlo. Esto evitaría confrontaciones innecesarias y permitiría que los mensajes sociales se promuevan con autenticidad y no como una imposición. Ser forzado a vestir un símbolo con el que no se comulga puede diluir el mensaje más que fortalecerlo.El fútbol: una herramienta de transformación social o un espejo de sus contradicciones
Durante décadas, el fútbol ha sido un vector de integración, educación, e incluso justicia social. Desde la lucha contra el racismo hasta la promoción de campañas ecológicas, el deporte rey ha sido utilizado como plataforma global para mensajes poderosos. Pero esa misma visibilidad lo convierte también en un espejo donde se reflejan las tensiones sociales sin resolver. En 2023, más de 60% de los aficionados en encuestas realizadas por Ipsos Francia afirmaron que los jugadores deben tener libertad de elección para participar en campañas sociales. Sin embargo, el 70% también opina que la homofobia sigue siendo un problema estructural dentro del fútbol. ¿Cómo se puede equilibrar esta dualidad? Esa es la gran pregunta que enfrenta el fútbol europeo hoy. Lo que sí es claro es que los clubes, las federaciones y la sociedad civil deben encontrar un nuevo lenguaje que combine inclusión con respeto por la diferencia. Este es, sin duda, un partido que se jugará mucho más allá de los 90 minutos. Este artículo fue redactado con información de Associated Press