El debate sobre el liderazgo universitario en Florida A&M: ¿representación o control político?

La designación de Marva Johnson como nueva presidenta de FAMU ha encendido protestas y una profunda reflexión sobre la dirección que toman las universidades públicas en tiempos de tensión ideológica.

Un nombramiento que divide

La elección de Marva Johnson como presidenta de la Florida Agricultural and Mechanical University (FAMU), la única universidad pública históricamente negra del estado, ha generado una tormenta de críticas, protestas estudiantiles e intensos debates dentro y fuera del campus de Tallahassee. ¿La razón? Sus vínculos directos con el gobernador del estado, Ron DeSantis, y su historial de participación en políticas que han sido ampliamente vistas como hostiles hacia la inclusión y la enseñanza de la historia afroamericana.

El nombramiento, aprobado por la junta de fideicomisarios de FAMU, fue visto con recelo por gran parte de la comunidad universitaria y de exalumnos. Los detractores han calificado la decisión como una maniobra política encubierta en un momento en que las instituciones de educación pública en Florida enfrentan severas restricciones gubernamentales.

¿Quién es Marva Johnson?

Marva Johnson es una ejecutiva de Charter Communications que ha escalado posiciones dentro del mundo corporativo y de la gestión estatal. Previamente, fue miembro de la Junta de Educación del estado de Florida y ha sido seleccionada para diferentes comisiones por DeSantis y su predecesor Rick Scott. Aunque su trayectoria es notable en términos de gobernanza y lobby legislativo, carece de experiencia académica directa, algo que preocupó profundamente a estudiantes y docentes.

Durante su entrevista ante el comité de selección, Johnson declaró: “No voy a ser la mejor académica en esta etapa de mi carrera, pero lucharé por los recursos”. A pesar de esta declaración pragmática, muchos en la comunidad universitaria interpretaron sus palabras como una abandono del núcleo académico en favor de la política institucional.

El contexto político: DeSantis y la transformación ideológica del sistema educativo

El techo político de Johnson ha levantado sospechas, especialmente en el contexto del gobernador Ron DeSantis, quien ha impulsado una serie de medidas polémicas como:

  • La prohibición del uso de fondos públicos en programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en universidades.
  • Restricciones en la enseñanza de temáticas relacionadas con la historia afroamericana y los estudios de género.
  • La promoción de líderes políticos conservadores, sin experiencia educativa significativa, al frente de centros universitarios.

Estas decisiones han sido ampliamente criticadas por comunidades académicas, organismos de derechos civiles e incluso figuras políticas de centro-derecha. En este contexto, la elección de Johnson parece ser una apuesta ideológica más que académica.

Las voces del campus: entre la indignación y la cautela

Uno de los episodios más tensos del proceso de selección fue la renuncia de un miembro de la junta que solicitó suspender el proceso para atender las preocupaciones de la comunidad. Al mismo tiempo, la asociación de exalumnos, el senado docente y estudiantes movilizados expresaron públicamente su respaldo a otro finalista: Donald Palm, actual director de operaciones de FAMU.

Will Packer, cineasta y exalumno, fue tajante: “No pongan en posición de fracasar a Marva Johnson. No la impongan en una casa claramente dividida”.

¿Preparados para navegar el sistema o víctimas de él?

Los defensores del nombramiento se han centrado en un argumento de sobrevivencia: que FAMU necesita una presidenta con acceso y habilidad política para seguir operando bajo las nuevas reglas impuestas por el estado. Algunos miembros de la junta argumentaron que “sobrevivir en Florida” implica tener experiencia en el cabildeo legislativo más que en la pedagogía o en el liderazgo académico.

Jamal Brown, presidente del senado docente, expresó: “Este momento requiere a alguien que entienda los sistemas que nos financian y gobiernan, porque nuestra supervivencia depende de cómo los naveguemos”.

La batalla por el alma de FAMU

FAMU, fundada en 1887, ha sido históricamente un bastión de orgullo cultural afroamericano, movilidad social y excelencia educativa. Su legado trasciende Florida y es parte del tejido histórico de las universidades HBCU (Historically Black Colleges and Universities) en Estados Unidos.

Como tales, las HBCUs no solo son centros educativos, sino también referentes de resistencia cultural y política. Interferencias externas que parezcan minimizar esa identidad —particularmente desde sectores políticos que hoy combaten abiertamente principios como la justicia racial dentro de los currículums— son asumidas como ataques directos.

Kirstin Harper, presidenta de la junta, denunció: “Existía una falta de profundidad intelectual y un vacío de conexión cultural que fue dolorosamente evidente”. También cuestionó abiertamente por qué se eligió a una candidata que no cumplía todos los requisitos de la posición, en detrimento de finalistas ampliamente calificados.

El patrón nacional de politización universitaria

Lo que sucede en FAMU no está aislado. En todo Estados Unidos, especialmente en estados gobernados por líderes republicanos, se observa una creciente tendencia a politizar los nombramientos de liderazgo universitario. DeSantis ha promovido políticas similares en el New College of Florida y ha manifestado su interés en reorientar las universidades públicas hacia modelos “antiwoke”.

Inclusive, la designación de exlegisladores republicanos a puestos universitarios clave ha aumentado, lo cual refuerza el argumento de que sobre la idoneidad educativa está primando la afinidad ideológica.

¿Qué está en juego para las universidades públicas?

Actualmente, las universidades públicas no solo compiten por financiamiento: compiten por libertad académica. Aunque Johnson aún debe ser confirmada por la Junta de Gobernadores estatal —otro organismo dominado por designaciones de DeSantis—, lo ocurrido ya encendió un peligroso precedente.

El miedo no es solo perder una dirección efectiva, sino perder algo mucho más fundamental: la autonomía universitaria. Peter Lake, experto en derecho educativo de la Universidad de Stetson, ya ha advertido que “el control político sobre universidades públicas está alcanzando niveles sin precedentes”.

Reflexión final: entre la adaptación y la resistencia

Mientras la comunidad de FAMU busca procesar esta decisión, las señales indican que una nueva era de vigilancia y compromiso político es inevitable. La pregunta que sobrevuela los pasillos del campus es clara: ¿puede sobrevivir la calidad e integridad académica en un entorno politizado, sin renunciar a su esencia?

La historia de FAMU es la historia de triunfar ante la adversidad. Sin embargo, con cada intervención externa, se replantea qué significa esa lucha en el siglo XXI. ¿Adaptarse o resistir? ¿Negociar o proteger principios? Marva Johnson será, al final, símbolo y prueba de lo que una HBCU puede —o no— aceptar para seguir existiendo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press