Nakba 2.0: El eterno retorno al exilio en Gaza

La historia de Ghalia Abu Moteir refleja 77 años de desplazamiento palestino, en medio de una tragedia que cada día parece repetirse con mayor crudeza.

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Un ciclo interminable de desplazamiento

La historia de Ghalia Abu Moteir, una mujer palestina de 81 años refugiada por segunda vez en su vida en una tienda de campaña en Khan Younis, Gaza, es el símbolo de una tragedia que se repite desde hace más de siete décadas. A los cuatro años huyó con su familia de Wad Hunayn, un pueblo hoy desaparecido cerca de Tel Aviv, tras la creación del Estado de Israel en 1948. Hoy, casi ocho décadas después, Ghalia vive nuevamente en una tienda de campaña tras haber perdido su hogar en Rafah a causa del bombardeo israelí.

La Nakba: la herida que nunca cerró

Se conoce como Nakba ("la catástrofe" en árabe) a la expulsión de aproximadamente 700.000 palestinos durante la guerra de 1948 que rodeó la creación del Estado de Israel. Este evento no solo dio origen a la cuestión de los refugiados palestinos, sino que consolidó un conflicto que continúa hasta nuestros días.

Cada 15 de mayo, los palestinos conmemoran la Nakba, pero las condiciones actuales han llevado a muchos a considerar que están viviendo una Nakba aún peor. “Hoy estamos en una Nakba más grande que la que vimos antes”, declaró Ghalia Abu Moteir desde la improvisada tienda donde vive con sus hijos supervivientes y 45 nietos.

Gaza: tierra de refugiados

Desde 1948, alrededor de un 70% de la población de Gaza desciende de refugiados. La Franja de Gaza ha sido escenario de múltiples guerras, invasiones y bloqueos, con una infraestructura en constante colapso. La ofensiva israelí desde octubre de 2023 ha causado más de 53.000 muertes, desplazado a casi la totalidad de sus 2.3 millones de habitantes e intensificado el hambre y la escasez.

La ciudad de Rafah, refugio de Ghalia durante décadas, ha sido arrasada. Su casa, su historia, todo ha sido reducido a escombros. “¿A qué volveríamos? ¿A los escombros?”, se pregunta con desesperanza.

La vida bajo ataque constante

“Nuestra vida es terror, terror. Día y noche, hay misiles y aviones sobre nuestras cabezas. No estamos viviendo. Si estuviéramos muertos, sería más misericordioso”, expresó Ghalia en uno de los testimonios más desgarradores sobre el presente en Gaza.

En una sesión reciente, Naciones Unidas estimó que más del 50% de los edificios en Gaza han sido destruidos o gravemente dañados desde el inicio de la ofensiva. Hospitales, escuelas y hasta los centros de distribución de ayuda han sido objetivos recurrentes.

UNRWA: entre la ayuda y la desconfianza

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) ha sido clave para la asistencia humanitaria, proporcionando alimentos, agua y productos básicos a millones de personas. Sin embargo, Israel acusa a la agencia de estar infiltrada por Hamás, una afirmación que la ONU niega categóricamente. Como resultado, Israel ha prohibido la actividad de UNRWA y bloqueado la entrada de alimentos y medicinas durante más de diez semanas consecutivas.

“Aquí en Muwasi, no hay comida ni agua”, señala Ghalia. El sitio donde fue reubicada junto con miles de desplazados apenas cuenta con servicios básicos. Sus nietos, algunos de los cuales han muerto, no conocieron una Gaza en paz.

¿Una limpieza étnica encubierta?

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha declarado que, tras vencer a Hamás, Israel mantendrá el control de Gaza y alentará a los palestinos a abandonar el territorio “voluntariamente”. Estas declaraciones han levantado fuertes críticas internacionales que ven en sus planes una limpieza étnica progresiva.

“Israel ha convertido a Gaza en un lugar no apto para la vida durante décadas”, aseguró Amjad Shawa, director de una red de ONG palestinas, añadiendo que el éxodo forzado preparado por la destrucción sistemática no puede considerarse como “voluntario”.

Sumoud: la resistencia cultural

Desde 1948, la palabra sumoud (resistencia) se ha convertido en un principio cultural de los palestinos. Permite resistir, sobrevivir, mantener las raíces en su tierra. Pero los niveles actuales de destrucción, hambre y sufrimiento están desafiando esa noción.

  • Noor Abu Mariam, de 21 años, se plantea por primera vez salir de Gaza si la frontera se abre. Su familia fue desplazada en varias ocasiones en menos de seis meses.
  • Kheloud al-Laham, de 23 años, se niega rotundamente a irse. “Esta es la tierra de nuestros padres y abuelos desde hace miles de años”, afirma.

Despojo cultural e histórico

La aldea natal de Ghalia, Wad Hunayn, ya no existe. En su lugar se erige la ciudad israelí de Ness Ziona. Los testimonios que ha recibido indican que solo queda una mezquita convertida en sinagoga y una o dos casas en pie. Para Ghalia, incluso el sueño de regresar a su tierra ha sido borrado por la urbanización moderna y el olvido intencionado.

La destrucción actual de ciudades palestinas en Gaza repite ese proceso de borrado histórico. No basta con destruir casas; se destruye la identidad, el pasado y el futuro.

¿Qué futuro espera?

Mientras los ataques continúan y la ayuda humanitaria se ve restringida, la comunidad internacional parece incapaz de detener el horror humanitario. Más allá de lo geopolítico, se trata de una crisis de derechos humanos históricos y sistemáticos. La historia de vida de Ghalia es la de cientos de miles de palestinos que han pasado de tienda en tienda, desplazamiento tras desplazamiento, sin respuestas reales.

El testimonio de esta mujer octogenaria debe servir como un llamado global a la moralidad y la acción. “He vivido todas las guerras”, dice. Pero ninguna como esta.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press