Gaza bajo asedio: la crisis humanitaria que podría marcar un antes y un después en el derecho internacional

El jefe humanitario de la ONU advierte sobre genocidio y denuncia los planes de asistencia como deshumanizantes, mientras crece la presión internacional sobre Israel

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Una advertencia sin precedentes en el corazón de la ONU

El uso del término "genocidio" en contextos diplomáticos es extremadamente delicado. Sin embargo, esta semana Tom Fletcher, jefe humanitario de las Naciones Unidas, rompió con precedentes al emplearlo públicamente para describir la situación crítica en Gaza, una movida tan audaz como polémica. “No soy abogado, soy humanitario”, dijo Fletcher en una entrevista, justificando su decisión en la urgencia de nombrar y confrontar lo que ve como una repetición de errores históricos.

Esta declaración se produjo en un ambiente ya tenso en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde el bloqueo prolongado de bienes de primera necesidad y los bombardeos israelíes han sido objeto de crecientes críticas. Organizaciones defensoras de los derechos humanos y expertos en derecho internacional han comenzado a debatir si efectivamente se está violando la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948.

Una crisis humanitaria documentada: hambre, desplazamientos y bloqueo total

Desde marzo de 2025, Israel bloquea la entrada de alimentos, medicinas y bienes esenciales a la Franja de Gaza, una medida que, según el gobierno israelí, busca presionar a Hamas para la liberación de rehenes. Como consecuencia, 2,3 millones de palestinos están atrapados en una crisis humanitaria sin precedentes.

  • 500,000 personas podrían enfrentar hambruna en las próximas semanas, según expertos independientes.
  • Más de 1 millón apenas tiene acceso a suficientes calorías diarias para sobrevivir.
  • Los hospitales trabajan sin electricidad, combustible ni suministros médicos básicos.

“Tenemos el mejor plan disponible para salvar millones de vidas. No hay uno mejor”, afirmó Fletcher, quien ha mantenido reuniones continuas con autoridades israelíes en un intento por destrabar el envío de ayuda.

La polémica intervención estadounidense: nueva fundación, viejos dilemas

En este contexto, Estados Unidos ha respaldado la creación de una nueva iniciativa: la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), liderada por Jake Wood, veterano militar y fundador de la organización de socorro Team Rubicon. Su objetivo es distribuir ayuda con nuevos protocolos, alineados con exigencias israelíes, que incluyen:

  • Construcción de nuevos puntos de distribución bajo supervisión israelí.
  • Sistemas de identificación obligatoria, desplazamientos de población y “zonas de espera”.
  • Restricciones para mantener la ayuda fuera del control de Hamas.

Fletcher y varios actores humanitarios han levantado la voz contra este plan. “Lo que he escuchado es un sistema deshumanizante”, apuntó el funcionario de la ONU. A su juicio, el enfoque se aleja de los principios fundamentales del derecho humanitario: imparcialidad, neutralidad y humanidad.

¿Desplazamientos forzosos y segundas intenciones?

Adicionalmente, informes internos y preocupaciones compartidas por agencias aliadas indican que este nuevo modelo podría sentar un precedente muy peligroso sobre el control de ayuda en zonas ocupadas. “Estaríamos abriendo la puerta a que otras potencias ocupantes decidan quién merece ayuda y cómo la recibe”, advirtió Fletcher.

La implementación de la GHF se espera antes de fin de mes, aunque ya ha generado resistencias internas dentro del sistema de Naciones Unidas. Varios expertos aseguran que estas políticas podrían agravar la situación, fomentando desplazamientos masivos forzados y fragmentando aún más el acceso a la asistencia.

Israel responde: presión, seguridad y cooperación selectiva

Desde Jerusalén, la respuesta oficial ha sido tajante. El embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, acusó a la organización de ser cómplice del “canal de suministros de Hamas”. “Esto no es neutralidad. Es apoyo al terrorismo”, afirmó ante el Consejo de Seguridad.

Al mismo tiempo, Israel declaró que no financiará directamente la nueva fundación, pero sí facilitará paso y permisos para su operación. El objetivo declarado: crear un sistema que garantice que la ayuda llegue a quien por necesidad humanitaria la requiere, sin reforzar a Hamas.

¿Genocidio? Un término cargado de historia

El uso de la palabra “genocidio” ha sacudido los pasillos de la diplomacia global. Históricamente, organismos internacionales y actores estatales han sido extremadamente cautelosos al invocar el término. El genocidio requiere pruebas de intención sistemática de destruir parcial o totalmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.

No obstante, Fletcher considera que no se puede esperar a una sentencia judicial cuando vidas están en juego. “No estamos repitiendo solo los errores del pasado. Estamos ignorando las alarmas que siempre han estado allí”, afirmó. Recordemos:

  • En Ruanda (1994), 800,000 personas fueron asesinadas en 100 días mientras la comunidad internacional dudaba en reaccionar.
  • En Srebrenica (1995), más de 8,000 hombres y niños musulmanes fueron masacrados, mientras las fuerzas de paz de la ONU fueron superadas.
  • En Darfur y Myanmar, el término también fue utilizado “tarde” por organismos internacionales.

“Si no lo decimos ahora, ¿cuándo?”, remarcó Fletcher.

Una batalla de narrativa: quién controla el discurso, controla la acción

Más allá de la ayuda, el conflicto ha escalado también en el terreno discursivo. Israel busca mantener el enfoque en su derecho a existir y autodefenderse; mientras numerosos países del sur global, así como movimientos sociales en Europa y América Latina, cuestionan la proporcionalidad y desproporción de su ofensiva.

Hasta el momento, la Corte Internacional de Justicia ha emitido dictámenes intermedios, pidiendo a Israel que garantice el acceso a ayuda y evita condiciones que puedan interpretarse como exterminio colectivo. Sin embargo, aún no hay pronunciamientos finales, y las investigaciones siguen en proceso.

¿Y la comunidad internacional?

Estados Unidos, tradicional aliado de Israel, ha mantenido una posición ambigua. El secretario de Estado Marco Rubio, reciente designado tras la reestructuración del Gabinete de la Casa Blanca, ha expresado respaldo al nuevo plan: “Trabajaremos hacia propuestas constructivas y productivas”.

En Europa, Francia y Noruega han cuestionado abiertamente la viabilidad del plan de la GHF, mientras que Alemania mantiene una posición de equilibrio. América Latina, con voces como Colombia y Chile, presiona para investigaciones independientes inmediatas.

¿Qué sigue para Gaza?

A medida que el cerco se estrecha, la comunidad internacional se enfrenta a una elección existencial: o redefine con firmeza los principios humanitarios universales, o cede ante un modelo que normaliza el control político sobre el sustento vital de una población.

Fletcher lo resume con crudeza: “Espero que no tengamos que reconstruir una nueva Gaza en los tribunales internacionales dentro de 10 años diciendo: ‘sabíamos y no hicimos nada’”.

Como dijo el historiador Timothy Snyder: “La historia no se repite, pero a menudo rima”. En Gaza podría estar escribiéndose la próxima rima trágica, una que aún está a tiempo de ser evitada.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press