El vaivén económico de EE.UU.: ¿Qué nos dicen los precios mayoristas y los aranceles de Trump sobre el futuro cercano?

Caída inesperada en la inflación mayorista, tensiones con China por los chips de Huawei, y una política comercial cada vez más impredecible bajo la lupa

Una paradoja en tiempos de tensión económica: mientras los precios mayoristas en Estados Unidos registran una caída inesperada en abril —la primera en más de un año y la mayor en cinco años—, la política arancelaria del presidente Donald Trump da risotadas desde su trinchera comercial, particularmente en su encono con China.

¿Qué pasó con los precios mayoristas?

El índice de precios al productor (IPP), que indica lo que pagan los negocios por bienes y servicios antes de que lleguen al consumidor, cayó un 0.5% en abril respecto a marzo, según datos del Departamento de Trabajo de EE.UU.. Esta es la primera caída desde octubre de 2023 y también la mayor desde la crisis financiera de 2008.

En comparación interanual, los precios mayoristas aumentaron un 2.4%, cifra menor al 3.4% registrados en marzo. Los precios subyacentes —aquellos que excluyen alimentos y energía— también sorprendieron al bajar 0.4%, mientras que en la comparación anual subieron un moderado 3.1%.

Y si bien los alimentos mayoristas se abarataron un 1%, lo que más llamó la atención fue el desplome del precio de los huevos: una caída de 39% en un solo mes. Esto, sin embargo, ocurre tras un año donde se habían disparado casi un 45% por la gripe aviar.

La trampa de los aranceles: ¿causan o frenan la inflación?

Durante años, los economistas han advertido que los altos aranceles tienden a trasladarse en precios al consumidor. Pero lo curioso es que, pese a que Trump impuso en marzo aranceles de hasta 145% a productos chinos, los efectos inflacionarios no se han visto reflejados... al menos por ahora. De hecho, la inflación al consumidor fue del 2.3% en abril, la más baja en cuatro años.

Según analistas como Mark Zandi, de Moody’s Analytics, “puede que el impacto completo de los aranceles empiece a verse recién a partir de junio, cuando las cadenas de suministros se ajusten”.

El tira y afloja con China: treguas, restricciones tecnológicas y medidas simbólicas

A principios de mayo se anunció una “de-escalada” en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Trump accedió a reducir los aranceles promedio a productos chinos del 145% al 30% durante un período de negociación de 90 días. A su vez, Pekín bajó sus aranceles de represalia de 125% a un más manejable 10%.

No obstante, esta “tregua temporal” no ha eliminado la turbulencia. Uno de los puntos de mayor fricción es el caso de Huawei. El Departamento de Comercio de EE.UU. publicó recientemente una guía que restringe el uso mundial de los chips Ascend de Huawei, alegando que fueron desarrollados utilizando tecnología estadounidense violando los controles de exportación.

China respondió por medio de su Ministerio de Comercio advirtiendo que esta medida “no facilita la cooperación sostenible entre ambas naciones”. Huawei, por su parte, se ha convertido en pieza clave del desarrollo chino en inteligencia artificial, particularmente en iniciativas como DeepSeek, que compite con gigantes como Nvidia.

Impacto en el consumo y la incertidumbre del retail

Aunque parecía que los consumidores estadounidenses se adelantaban a la ola de aranceles comprando anticipadamente —como lo demuestra el aumento de 1.7% en ventas minoristas de marzo—, abril marcó una desaceleración considerable: apenas un incremento del 0.1% en ventas minoristas y restaurantes, según el Department of Commerce.

El sector automotriz, que ahora se enfrenta a nuevos aranceles, había sido responsable de gran parte del auge en marzo. Pero hoy, muchas empresas han tenido que suspender sus pronósticos de ingresos para el resto del año por la imposibilidad de anticipar los próximos movimientos del gobierno federal en comercio exterior.

Una encuesta de University of Michigan Consumer Sentiment reveló que más del 60% de los estadounidenses ven con pesimismo la evolución de la economía para los próximos seis meses, citando como causas principales el alza de precios en general y la volatilidad política.

¿Qué tan efectivas están siendo las políticas arancelarias?

Trump ha instado al uso de la Sección 232 del Acta de Expansión Comercial de 1962, una legislación que permite imponer aranceles por motivos de seguridad nacional. Por esta vía reintrodujo en febrero tarifas del 25% al acero y aluminio chinos.

Pero esta justificación ha generado rechazo tanto en foros multilaterales como entre aliados. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha cuestionado repetidamente el uso de este argumento como una forma de proteccionismo.

  • Desde marzo, Estados Unidos impone un arancel combinado del 30% a China: 10% como base estándar, 20% adicional para presionar por frenar exportaciones de fentanilo.
  • A pesar de los incentivos arancelarios, China mantiene restricciones sectoriales sobre productos sensibles como microchips, minerales tecnológicos y dispositivos 5G.
  • Más de 300 empresas transnacionales están reconsiderando sus inversiones en China por la incertidumbre arancelaria en EE.UU., según datos de la Cámara de Comercio Estadounidense.

¿Dónde queda el futuro?

Trump ha dicho que sus políticas buscarán “incentivar la producción local y contrarrestar conductas desleales del comercio exterior” pero los resultados aún no son claros. Por un lado, empresas como Walmart ya han anunciado subidas de precios debido a los costes adicionales por aranceles. Por otro, los datos de inflación y consumo muestran prudencia, quizá debida a que los efectos están aún por materializarse.

Entre tanto, la competencia por el liderazgo tecnológico entre Estados Unidos y China seguirá definiendo la agenda global. Y con elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, el uso de los aranceles como herramienta geopolítica y electoral no parece tener freno.

“Estos golpes de efecto con los aranceles funcionan más para movilizar la base política que como una solución estructural a problemas comerciales complejos,” afirma Eswar Prasad, exjefe de la división China del FMI.

En una economía que parece estar aferrada a la cuerda floja entre los mercados, la política y el populismo económico, mejor agarrarse fuerte.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press