El legado tóxico de Harvey Weinstein: entre listas privadas, manipulaciones y un nuevo juicio

El escándalo de Harvey Weinstein revive con nuevos testimonios que revelan prácticas sistemáticas de abuso de poder

El nombre de Harvey Weinstein se ha convertido en sinónimo de abuso sistémico dentro de la industria del entretenimiento. Aunque sus condenas anteriores por delitos sexuales en Nueva York y California parecían haber cerrado un capítulo oscuro de Hollywood, el reciente retrial en curso ha traído a la luz más detalles escalofriantes sobre su modus operandi, incluyendo el uso de asistentes y listas clasificadas para facilitar su comportamiento predatorio.

“Amigas de Harvey”: una categoría siniestra

Durante el actual juicio en Nueva York, la exasistente ejecutiva de Weinstein, Elizabeth Perz, testificó sobre cómo mantenían una base de datos detallada de mujeres que el productor calificaba como “FOH” (Friend of Harvey, por sus siglas en inglés), término que los empleados sabían identificar como mujeres que Weinstein había conocido en eventos sociales y quería invitar nuevamente a reuniones privadas o actos públicos.

“Harvey nos pedía invitar a ciertas mujeres a las fiestas o cenas de la temporada de premios,” explicó Perz ante los jurados. “Era algo normal. Incluso sugerí que agregáramos una columna llamada ‘FOH’ en las listas de invitados”.

Un ejemplo inquietante es que una de estas “amigas” en la lista de “LA Friends” era Jessica Mann, una de las mujeres que acusan a Weinstein de violación en este nuevo juicio. La lista también estaba subdividida geográficamente: “Amigas de Los Ángeles”, “Cannes” o “Etc./todas las invitadas”, lo que revela una organización meticulosa para seguir contactando a mujeres que, según los testimonios, fueron objeto de manipulación o coerción.

Una red de poder y coerción

Weinstein, cuya imagen fue venerada en la industria cinematográfica durante décadas como el productor que impulsó los Oscar, utilizó esa influencia no solo para lanzar carreras actorales, sino también —según testimonios— para silenciar y someter.

Jessica Mann, quien ya había testificado en el juicio de 2020, describió una relación inicialmente consensuada pero que degeneró en acciones “degradantes” y “traumáticas”. Continuó viéndolo, declaró, porque quería que él pensara que “no representaba una amenaza”. Este patrón es común en víctimas que temen represalias o buscan preservar sus carreras.

“El trauma psicológico y emocional que Harvey me causó fue profundo. Cuando testifiqué, literalmente colapsé. Fue tan abrumador que tuvieron que suspender la sesión del tribunal ese día,” dijo Mann en 2020 entre lágrimas.

El efecto #MeToo y los juicios múltiples

Harvey Weinstein fue arrestado por primera vez en 2018 y sentenciado en 2020 por delitos sexuales. Posteriormente, también fue condenado en California. No obstante, una corte de apelaciones de Nueva York anuló su condena en ese estado alegando que el juicio original incluyó testimonios demasiado perjudiciales y no directamente relevantes a las acusaciones específicas, por lo cual hoy se desarrolla un nuevo proceso judicial.

Este es uno de los juicios más simbólicos del movimiento #MeToo, ya que ayudó a abrir una grieta irreversible en la cultura del silencio que reinaba en Hollywood y otros sectores influyentes. Desde entonces, figuras como Kevin Spacey y Bill Cosby también han sido juzgadas bajo ese nuevo paradigma de consciencia social.

Las contradicciones del poder: relaciones y chantajes

Una de las defensas habituales del entorno de Weinstein es que las relaciones fueron consensuadas, señalando que algunas de las mujeres continuaron en contacto con él. Sin embargo, expertos en psicología y abuso de poder explican que la coacción no siempre requiere violencia física inmediata; el chantaje emocional, las amenazas profesionales o la inequidad de poder pueden distorsionar completamente el consentimiento.

“No podemos juzgar las decisiones de una víctima con un prisma común,” afirma la psicóloga forense Angela Brown. “El miedo al ostracismo, a perder oportunidades laborales o simplemente al escarnio público es suficiente para mantener a muchas mujeres atrapadas en dinámicas abusivas”.

El abuso como práctica corporativa

Quizá uno de los aspectos más perturbadores del testimonio de Perz es que las prácticas de Weinstein eran conocidas e incluso mecanizadas dentro de su empresa. Utilizar empleados, recursos y eventos sociales para facilitar relaciones abusivas apunta a un fenómeno institucional, donde múltiples actores supieron, callaron e incluso colaboraron.

No se trata solo de un hombre con poder desmedido, sino de un ecosistema que lo protegió hasta que ya fue imposible negar el daño.

Hollywood: ¿cura real o cosmética?

Tras el estallido del escándalo en 2017, la industria ha hecho intentos públicos por reformarse: más mujeres en cargos de liderazgo, declaraciones de tolerancia cero, y la creación de códigos éticos específicos para rodajes. Plataformas como Netflix, HBO y Amazon Studios han modificado protocolos internos tras la oleada de denuncias.

Sin embargo, activistas señalan que los cambios estructurales aún son insuficientes. Las mujeres racializadas, LGBTQ+ o con menos visibilidad siguen teniendo mucho más difícil alzar la voz. Además, la protección sindical u organizacional a talentos de renombre como Weinstein sigue siendo un escudo difícil de penetrar.

Impacto cultural y educativo del caso Weinstein

A pesar del dolor vivido por las víctimas, sus testimonios han revolucionado la forma en que la sociedad entiende la dinámica del poder, el consentimiento y los abusos en todos los sectores. Universidades, empresas y medios han comenzado a incluir entrenamientos obligatorios sobre acoso sexual y tensiones de poder.

El caso de Weinstein también ha influido en la narrativa cultural, inspirando series como "She Said" y documentales como "Untouchable". Incluso en la educación secundaria se están incorporando módulos centrados en el consentimiento, una práctica casi inexistente hace 10 años.

La importancia de un juicio justo, pero no desmemoriado

Weinstein se declara inocente en este nuevo juicio. Tiene derecho a un juicio justo, como todo acusado. Pero los hechos revelados y las prácticas sistemáticas que describen decenas de mujeres no deben archivarse ni relativizarse. Este proceso judicial es también una oportunidad para la memoria histórica, para asegurar que los sistemas que permitieron el ascenso y la impunidad de un depredador no se repitan.

El desenlace del nuevo juicio no solo marcará su futuro legal, sino que será un termómetro para saber si la cultura del miedo retrocedió, si la industria realmente cambió o si solo maquilló su superficie para evitar otro estallido.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press