Cristeta Comerford: la chef que sirvió a cinco presidentes y redefinió la cocina de la Casa Blanca

Durante casi tres décadas, esta chef filipino-estadounidense lideró la cocina presidencial, fusionando culturas, diplomacia y sabor en el corazón del poder político de EE.UU.

Una historia detrás del delantal: el legado de Cristeta Comerford en la cocina más poderosa del mundo

En un lugar donde se toman las decisiones más importantes del planeta, también se cocinan platos que han marcado momentos trascendentales. Cristeta Comerford, quien se retiró en julio de 2024, fue la primera mujer y persona de origen asiático en convertirse en chef ejecutiva de la Casa Blanca. Su carrera no solo representa maestría culinaria, también es un reflejo de inclusión, constancia y el poder unificador de la comida. Durante casi treinta años, Comerford trabajó incansablemente entre los fogones del 1600 de Pennsylvania Avenue, cocinando para cinco presidentes: Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. Su enfoque fue claro: interpretar los gustos culinarios de cada familia presidencial y elevarlos al nivel que la diplomacia y la historia exigían.

De Manila a Washington: los humildes comienzos de una pionera

Nacida en Filipinas y posteriormente naturalizada ciudadana estadounidense, Comerford comenzó su carrera profesional cocinando en la sección de ensaladas de un hotel en el aeropuerto de Chicago. Posteriormente, su recorrido la llevó por Austria y restaurantes en Washington D.C., hasta que en 1994 fue contratada por Walter Scheib, el entonces chef ejecutivo de la Casa Blanca. Su primer reto fue cocinar para Nelson Mandela en una cena de estado. Lo hizo tan bien que Scheib la integró como asistente del equipo. En 2005, tras más de una década de esfuerzo y profesionalismo, fue promovida al rol principal, convirtiéndose así en la primera mujer y la primera persona de origen asiático en ostentar dicho cargo.

“En casa, son personas normales”: Comerford y su acceso íntimo a la vida presidencial

Uno podría imaginar que cocinar para presidentes es cosa de alta diplomacia sin descanso. Pero Comerford comparte una visión humana de los mandatarios: “Al final del día, cuando cocinas para la familia en los pisos superiores, son personas normales en su hogar. Solo quieren una buena comida y compartirla con sus seres queridos”. Este nivel de intimidad, cocinando desde el desayuno hasta cenas familiares, permitió a Comerford conocer una faceta poco pública de las familias presidenciales. Desde los tamales navideños favoritos de George W. Bush hasta los ingredientes del huerto de Michelle Obama, la chef vivió la historia desde el calor de la cocina.

Los gustos de los presidentes: de tamales a pastas ligeras

Cada presidente y su primera dama trajeron consigo nuevos desafíos culinarios. Comerford no impuso un estilo; al contrario, se adaptó con maestría a sus preferencias:
  • Clintons: De la mano de Hillary, se buscó una alimentación más saludable, evitando cremas pesadas.
  • George W. Bush: Tex-Mex, carne a la parrilla y miles de tamales para las festividades.
  • Obamas: Michelle instaló un huerto que se convirtió en base de numerosos menús balanceados y nutritivos.
  • Trump y Melania: Un estilo clásico: pastas, pero ligeras; además del conocido gusto del expresidente por los bistecs bien cocidos y la comida rápida.
  • Biden: Jill Biden, de raíces italianas, solicitó numerosos platos de inspiración italiana.
En cada caso, Comerford supo balancear los gustos personales con el protocolo y la etiqueta, haciendo de cada comida una experiencia significativa.

Más que comida: los banquetes diplomáticos como herramienta de política exterior

En sus 19 años como jefa de cocina, Comerford lideró la preparación de 54 cenas de Estado, eventos de etiqueta que representan uno de los honores diplomáticos más prestigiosos. Estos banquetes eran verdaderos montajes de estrategia blanda: tres tiempos de refinadas influencias culturales, decoración exquisita, entretenimiento y sí, relaciones internacionales entorno a una mesa. Por ejemplo, para una cena en honor a líderes franceses, la cocina integraba lo mejor de la gastronomía americana con sabores sutiles reconocibles por el visitante. Comerford investigaba minuciosamente las preferencias de cada líder visitante y desarrollaba hasta tres menús diferentes, los cuales eran probados por la primera dama antes de tomar la decisión final. Este grado de planificación y atención al detalle no era casualidad: alimentar diplomáticamente al mundo requería creatividad, sensibilidad cultural y una ejecución impecable.

Una carrera cimentada con esfuerzo, fe y resiliencia

¿Cómo se mantiene alguien en un cargo de tanto peso durante tres décadas y cinco administraciones tan distintas entre sí? Comerford lo resume de manera sencilla: “Con muchas oraciones” —rezadas cada mañana en su trayecto al trabajo—, humildad y fe en su equipo. Desde cocinar huevos para el desayuno hasta preparar banquetes con mariscos exquisitos, Comerford lo hizo todo. Y lo hizo reconociendo que su misión no era lucirse, sino servir. “No hay ego en esto”, explicó. “Es sobre la familia y sobre representar lo mejor de nuestro país”.

La diversidad en la cocina presidencial: una mirada enriquecedora a la historia estadounidense

Comerford no fue la primera persona de ascendencia asiática en trabajar en la Casa Blanca, aunque sí la más destacada. En el siglo XX, otros chefs de raíces japonesas, coreanas, filipinas y tailandesas formaron parte del equipo culinario más exclusivo del país. Uno de sus referentes fue Pedro Udo, un filipino que llegó a ser chef principal en la década de los 50 después de formarse en el Ejército estadounidense. Conocido por preparar cenas para personalidades como la reina Isabel II y el líder soviético Nikita Krushchev, Udo abrió brechas que Comerford supo aprovechar y honrar. Los historiadores Adrian Miller y Deborah Chang exploran estas contribuciones en su libro “Cooking to the President’s Taste: Asian Heritage Chefs in White House History”, donde se destaca cómo la cocina también ha sido escenario de integración cultural y representación.

Un legado que inspira

Comerford no solo cocinó para presidentes; también fue mentora, madre y figura rompedora. Agradece a su esposo, también chef, por haber sacrificado parte de su carrera para que ella pudiera alcanzar sus metas. Hoy, su hija sigue sus pasos, especializándose en repostería. Tras su retiro, fue reemplazada temporalmente por Tommy Kurpradit, un talentoso asistente chef cuyos padres son de origen tailandés, lo cual sugiere que la diversidad seguirá siendo parte fundamental en la cocina de la Casa Blanca. Desde los platos Tex-Mex hasta pastas italianas, desde el desayuno presidencial hasta cenas estatales llenas de simbolismo, Comerford nos dejó una lección clave: la comida sí puede unir culturas, resolver tensiones y marcar la historia. Como bien dijo Miller: “Vemos a través de estos chefs una ventana única a la presidencia… y a la nación”.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press