Final Destination: Bloodlines revive la fórmula con humor, ingenio y caos sangriento
La sexta entrega de la saga regresa tras 14 años con trampas letales, objetos cotidianos asesinos y un trasfondo familiar que renueva la franquicia
Por fin regresa una de las franquicias más reconocibles del horror fantástico moderno: Final Destination. Su sexta entrega, Final Destination: Bloodlines, dirigida por Zach Lipovsky y Adam B. Stein, logra lo impensable tras una década de silencio: renueva interés, mantiene el legado y se burla—con ingenio—del terror más básico que tenemos todos… el del destino inevitable.
Una franquicia que se niega a morir
Desde el año 2000, Final Destination ha cultivado una fórmula que parece simple pero resulta enormemente eficaz: mostrar cómo la muerte, cuando es burlada, vuelve con sed de venganza para completar su obra. No importa el medio: puede ser un ventilador de techo, una batidora o incluso una máquina expendedora. La clave está en el cómo y no en el si.
La franquicia ha sabido reinventarse cada ciertos años con una nueva generación de víctimas, pero Bloodlines va un paso más allá al introducir el elemento genealógico. Ahora no solo mueren quienes engañan a la muerte, sino también sus descendientes. La muerte tiene memoria larga.
Un prólogo vintage con sabor a tragedia
La película arranca con una escena ambientada en 1969, en un rascacielos lujosamente diseñado llamado Skyview Tower (filmado en Vancouver, aunque claramente inspirado en la Space Needle de Seattle). Ahí conocemos a Iris (interpretada por Brec Bassinger), una joven que vivirá una velada que marcará su destino y el de generaciones futuras.
El estilo Rube Goldberg vuelve con fuerza. Cada objeto cotidiano se convierte en una amenaza potencial: una copa mal colocada, un elevador que baja más de la cuenta, unos remaches que se sueltan sin razón aparente. Cuando el caos estalla… empieza la danza mortal.
El legado maldito
Todo lo anterior no es más que el sueño recurrente de Stefani (Kaitlyn Santa Juana), una estudiante que se obsesiona con Skyview. La conexión se vuelve más siniestra cuando descubre que Iris era su abuela, marcada por la muerte desde aquel día fatídico.
Iris sobrevivió por una premonición, salvó vidas… pero también condenó a los descendientes de los salvados. “La muerte viene por nuestra familia”, advierte con una contundencia que eriza. Y ahí toma forma el verdadero eje de Bloodlines: no hay escapatoria para un destino que nunca olvidó lo que se le robó.
Asesinatos domésticos: el regreso de la muerte creativa
Una de las mayores virtudes históricas de esta franquicia es su capacidad de volver mortales los entornos más seguros. ¿Una parrillada familiar? Puede ser letal. ¿Un taller de tatuajes? Una trampa mortal. ¿Un escáner de resonancia magnética? Un imán para desgracias literales.
Los fans apreciarán escenas meticulosamente construidas: una manguera encendida, una escalera inestable, un ventilador cuya sola vibración presagia sangre. Como en anteriores entregas, la tensión no radica solo en lo que ocurre, sino en lo que podría ocurrir. A veces, la escena se desvía y no muere nadie. Otras veces todo estalla en tragedia.
Como lo resumió un espectador: "es como ver mini películas de terror dentro del film principal".
Terror con humor: la clave inesperada
Lo más refrescante de Bloodlines es su enfoque humorístico. Hay guiños y bromas internas para los fans de la saga, como la frase irónica de Iris tras cortarse el dedo: “Voy a vivir”, justo antes del colapso del edificio. O los chistes musicales, como el uso de “Raindrops Keep Fallin’ On My Head” mientras cuerpos caen desde el cielo. Humor negro en su máxima expresión.
Incluso algunos personajes menores tienen diálogos ingeniosos que alivian la tensión. Este equilibrio entre morbo y comedia es lo que mantiene despierto al espectador, generando algo que rara vez ocurre en el cine de terror: carcajadas entre sustos.
Conexión emocional: un paso inusual
Quizá lo más innovador sea el intento por humanizar a los personajes. Stefani no es solo una víctima más; quiere entender a su familia, redimir el pasado, cortar el ciclo fatal. Esto añade un matiz emocional escasamente presente en films anteriores.
El enfoque se siente más personal, más interesado en el por qué de las cosas. Bloodlines rompe con la tradicional superficialidad de sus predecesoras, sin renunciar al espectáculo visual que tanto nos atrae.
¿Logra justificar su regreso?
Después de 14 años, muchos teníamos expectativas muy bajas. No obstante, Lipovsky y Stein supieron entregar más de lo esperado. En lugar de replicar clichés, hicieron una ligera reingeniería de los elementos clave, empaparon el todo con referencias musicales y visuales retro, y apostaron por un argumento más orgánico que simplemente "una nueva premonición".
La película, calificada R por violencia y contenido gráfico, ha sido bien recibida en funciones de prueba, con un promedio de puntuación de 73% en Rotten Tomatoes en su semana de estreno. Aunque no es perfecta, sí es una inyección de vitalidad para la franquicia… paradójicamente, al tratarse de muertes.
Escenas que no podrás olvidar
- El flashback en Skyview Tower: un ejemplo perfecto de tensión escalonada con una dirección impecable.
- La escena del escáner MRI: un recordatorio brutal del poder del magnetismo… y de la negligencia.
- El estudio de tatuajes: doloroso, original y con una ironía visual despiadada.
- La parrillada familiar: puro teatro de lo absurdo, donde cada objeto parece tener voluntad homicida.
¿Qué sigue para Final Destination?
“Queremos que esta película abra la puerta para nuevas historias dentro de este universo letal”, declararon Lipovsky y Stein durante la premiere. Hay rumores de una posible serie paralela o una precuela centrada en los orígenes místicos de la muerte como fuerza dramática. Todo dependerá de la taquilla, pero con cerca de $30 millones recaudados en su primer fin de semana en EE.UU., y aún sin estrenar en muchos mercados internacionales, todo apunta a que la muerte tendrá nuevos rostros pronto.
¿Vale la pena verla?
Si siempre has disfrutado de los juegos mentales, las muertes creativas y el placer culpable del slasher moderno, entonces Final Destination: Bloodlines te parecerá una joya sangrienta. Si lo tuyo es el horror más atmosférico o psicológico, quizá esta película no sea para ti. Pero si buscas una experiencia que combine tensión, humor y creatividad en la muerte… entonces estás en el lugar correcto.
Puntuación del crítico: 3 estrellas sobre 4