Crímenes a la sombra: desde el mayor robo de oro en Canadá hasta la tortura infantil en California

Un análisis sobre tres impactantes casos criminales que sacudieron a Estados Unidos y Canadá, y lo que nos dicen sobre corrupción, tráfico ilegal y fallos institucionales

Por años, los titulares de crímenes espectaculares han mostrado una constante: no importa cuán elaborado o perturbador sea el delito, siempre hay fallas institucionales detrás que lo permiten. El reciente caso del robo más grande de oro en la historia de Canadá, un escándalo de corrupción en el cuerpo de bomberos de Nueva York y la horrorosa tortura de seis niños adoptivos por una familia en California, nos invitan a pensar sobre los sistemas fallidos que permiten que estas tragedias no solo ocurran, sino que se prolonguen.

El gran golpe dorado en Canadá: Hollywood no lo hubiera imaginado mejor

El protagonista involuntario de esta historia es Durante King-Mclean, un ciudadano canadiense que fue la pieza logística clave en el robo de 6.600 barras de oro (valoradas en más de 20 millones de dólares canadienses) y 2,5 millones en divisas extranjeras del Aeropuerto Internacional Pearson, en Toronto, en 2021.

King-Mclean, según las autoridades, fue quien condujo el camión de fuga utilizando documentos falsificados para retirar el contenedor de carga del aeropuerto. El oro fue posteriormente fundido en una joyería de Toronto y convertido en armas ilegales adquiridas en los Estados Unidos.

Lo impresionante es que este oro terminó financiando una operación de contrabando de 65 armas ilegales, de las cuales algunas eran automáticas, otras robadas y una con el número de serie retirado. King-Mclean fue detenido en Pennsylvania tras ser descubierto por los patrulleros del estado mientras transportaba las armas ocultas en calcetas dentro de su vehículo alquilado.

¿Cómo puede un robo de esta magnitud pasar desapercibido en uno de los centros logísticos más vigilados de Canadá? Según expertos en seguridad aeroportuaria, una combinación de sobornos, documentos falsos y fallos internos de auditoría permitieron el golpe.

Corrupción a fuego lento: sobornos en el Departamento de Bomberos de Nueva York

En la misma semana, en la ciudad que nunca duerme, el exjefe del Departamento de Prevención de Incendios de Nueva York, Anthony Saccavino, fue sentenciado a tres años de prisión tras admitir el cobro de sobornos para agilizar inspecciones de seguridad en más de 30 negocios, entre ellos hoteles y restaurantes.

Entre 2021 y 2023, Saccavino, junto con otro jefe llamado Brian Cordasco, recibió un total de 190.000 dólares en sobornos. Con ayuda de un bombero retirado, que actuaba como intermediario bajo un negocio no autorizado de "expedición", aceleraban los permisos de seguridad en clara violación de las reglas.

La gravedad del caso radica en que estos permisos están diseñados para proteger vidas humanas. Las instalaciones sin revisión adecuada pueden convertirse en trampas mortales en caso de emergencia. El fiscal Jay Clayton lo dijo de forma clara: "Saccavino lideró un esquema de 'paga y juega' que ofende a cada trabajador honesto de Nueva York".

Este escándalo, curiosamente, surgió a la par que la polémica por las acusaciones de sobornos al alcalde Eric Adams, quien supuestamente habría agilizado inspecciones similares para entidades extranjeras a cambio de aportes ilegales.

Victorville, California: tortura infantil al límite del horror

Mientras la corrupción y el crimen organizado captaban las miradas en el mundo político y criminal, en Victorville, California, una familia fue arrestada tras ser acusada de haber sometido a seis niños adoptivos a años de tortura sistemática.

Los padres, Kenneth y Tina Key, de 60 años, junto a su hija de 23 años, Katlynn Key, están encarcelados bajo cargos de tortura y abuso infantil, con fianzas individuales fijadas en un millón de dólares.

Las acusaciones provenientes de la oficina del fiscal del condado de San Bernardino son estremecedoras. Los niños, cuyas edades oscilan entre cuatro y 16 años, fueron víctima de:

  • Golpizas diarias
  • Estrangulamientos hasta quedar inconscientes
  • Privación de alimentos y agua por días

Las autoridades comenzaron a investigar después de una llamada a la línea directa de abuso infantil. Sin embargo, la pregunta más urgente es saber cómo un caso de esta magnitud pasó años sin ser detectado por el sistema de protección infantil del estado.

Este caso recuerda al de David y Louise Turpin, quienes en 2019 fueron condenados también por torturar a sus 13 hijos, en un hogar donde incluso los encadenaban y privaban de alimento.

¿Qué tienen en común estos casos?

Estos tres crímenes distintos, ocurridos en diferentes partes de América del Norte y con aparentes contextos diferentes (contrabando internacional, corrupción institucional y violencia doméstica), comparten una raíz común: la falta de prevención sistemática.

  • La seguridad aeroportuaria falló en detectar el enorme robo en Toronto.
  • Los controles internos del Departamento de Bomberos de Nueva York permitieron una red de sobornos.
  • La supervisión del sistema de cuidado infantil dejó desamparados a seis menores por años.

Además, todos estos casos involucran algún grado de institucionalidad colapsada. Ya sea legal (como el desvío de funciones públicas en NYC), gubernamental (como el sistema de cuidado en California) o delictivo transnacional (como el tráfico de armas desde EE.UU. hacia Canadá): son crímenes que pudieron prevenirse si los controles hubieran funcionado.

¿Qué nos dicen las cifras?

Según Pew Research Center, en 2023 el 61% de los estadounidenses considera que la corrupción gubernamental es un "problema muy grande". Por su parte, la Oficina de Estadísticas Judiciales de EE.UU. reporta más de 10.000 sentencias anuales por delitos federales de posesión y tráfico de armas ilegales.

En cuanto al sistema de protección infantil, un estudio de 2022 de la organización Child Welfare Information Gateway reveló que solo el 37% de las denuncias por abuso recibidas por agencias estatales resultan en vigilancia sostenida. Es decir, hay claramente una brecha de seguimiento.

No se trata únicamente de condenar a los culpables —una respuesta vital—, sino de usar estos casos para exigir reformas más profundas: modernización de controles de seguridad, sistemas más estrictos contra la corrupción pública y verdadera supervisión de hogares adoptivos.

Una mirada integral que exige acción

Los tres casos aquí relatados cruzan fronteras no solo geográficas, sino morales e institucionales. Desde el glamour tentador del oro fundido para la compra de armamento, hasta el acto vil de un adulto que traiciona a un niño —en estos crímenes convergen dinámicas sociales, económicas y culturales que claman por justicia y soluciones estructurales.

Nos corresponde a todos ser vigilantes: los ciudadanos, los funcionarios honestos, los medios de comunicación. Porque si algo nos muestran estas historias, es que el mal, cuando se institucionaliza o se ignora, no conoce fronteras ni límites de crueldad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press